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Inicio / Cuenteros Locales / mizuno / Flower of Saffron: Historia de un romance. Capítulo 4

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Capítulo 4: Del engaño a la verdad

Se encontraban cenando todos juntos. Helena al lado de Clarisse, Clyde de cabecera al igual que Nicolás. Conii con Kumori y a su otro extremo se hallaba Magdalena. Kumori cada vez sentía mas cerca de sí a Conii, ¿acaso no se detendría alguna vez?
-Hijo mío, ya queda cerca de tres semanas para que se casen. Está todo absolutamente listo, ¿no es emocionante?
-No, no lo es...
Todos miraron sorprendidos. Kumori miró a Magdalena. Ella había dicho eso. No lo creía. Nicolás la miró aun mas extraño.
-¿Qué has dicho, Jovencita?
-Que no es para nada emocionante. No tengo hambre.
Dicho esto, Magdalena salió del salón con un paso apresurado.
-¿Qué le sucede? – Preguntó Clarisse
-Debe de estar triste de que su hermano se case y se vaya por un tiempo, eso es todo.
Kumori miró a su padre con decepción. Se levantó sin pedir permiso y se dirigió a la puerta del salón
-¡No des un paso más, jovencito! – Gritó su padre. Pero Kumori no hizo caso y salió del salón. Conii iba a ir detrás de él pero su padre la detuvo con la mirada. No tuvo más remedio que quedarse ahí


Mizuno se retiraba a su habitación cuando ve que Kumori se dirigía muy afligido a su habitación. Pasó por su lado sin mirarla y entró por la puerta.
“No creo que mi hermano se preocupe si llego un poco mas tarde”. Caminó en dirección a la puerta donde había entrado Kumori y llamó a la puerta. No respondió nadie. Entró
-Permiso...
Estaba tirado en su cama mirando hacia el techo con las manos en la cabeza. Se acercó a él y se sentó a su lado.
-¿Qué te sucede?
-Pensaba en lo poco que me quedaba para... – Pensó un momento en como llamarlo - ... mi día fatal
Le tomó la mano a Mizuno mientras seguía mirando al techo. Ella se levantó y fue hacia el balcón. De pronto sintió como Kumori al tomaba por la cintura con mucha ternura. Ella no se oponía a nada. Miraba las estrellas y él comenzó a besarle el cuello.
-Kumori...
La alzó como la otra vez y la llevó en brazos hasta su cama. Kumori fue hasta la puerta y le puso llave.
-Kumori...
Se acercaba a ella con mucha lentitud. Ella sonrió. Sus labios se unieron en un beso con ternura, pero que unos instantes después sellarían un pacto de amor con aquel beso transformado en pasión.

“¿Dónde estará mi hermana?”. Eran cerca de las doce y ella aún no iba a dormir. Pensaba en su encuentro que tuvieron hace un par de semanas. Ella no estaba resentida. Eso lo tranquilizó, por lo menos no era que no llegaba por su culpa. Se tiró sobre su cama y miró hacia la cama vacía de su hermana. Estaba muy preocupado.
-Kikoyu...
Era Alejandra.
-¿Aún no aparece tu hermana?
-No... aún no
Alejandra se extrañó. La vio desaparecer de la cocina cerca de las diez. eso ya hacía que estuviese “desaparecida” de alguna manera ya casi dos horas. Pero no quiso decírselo a Kikoyu para evitar mas problemas.
-¿No estaba contigo conversando en la cocina?
-Si, pero eso fue hace 10 minutos. Quizás fue a dar un paseo. Duerme tranquilo, ya llegará.
O eso esperaba. Kikoyu cerró los ojos e instantáneamente se quedó dormido.

La cama estaba deshecha. Llevaban mas de una hora ahí tirados. Ella lo tenía abrazado y él sonreía.
-Mizuno...
Levantó la vista. Sabía que traicionaba a su hermano al estar ahí, pero no podía evitar estar enamorada.
-¿Me amas?
Sonrió. Le acarició el pecho y se recostó sobre el.
-Por supuesto. Pero lamentablemente, debo marcharme.
Kumori la abrazó. No quería que se fuera. Con reproche, hacía pucheros igual que un niño pequeño. Ella, cubriéndose con la sábana, se sentó en la cama pero antes de poder salir, fue detenida por otro abrazo. Le acarició el cabello a Kumori y éste la miró.
-Suéltame...
-No...
-Vamos, Kumori, mi hermano va a matarme...
Las campanas comenzaron a dar las doce. Se levantó apresurada, tomó su ropa y entró en el baño. Kumori seguía tirado en su cama. Miraba al balcón. Pensaba en lo hermoso que había sido tener a la persona que él realmente amaba en sus brazos, poder acariciarla, besarla, tenerla y que fuese suya. Sonreía con la idea hecha verdad.
Mizuno salió arreglada del baño unos veinte minutos mas tarde. Lo besó en la boca y él aprovechó para botarla de un abrazo junto a él.
-Kumori, ya basta.
-No, mi dama, no basta... Yo te amo
-Yo también, pero ya fue suficiente... por ahora.
Se besaron nuevamente y saliendo con mucha precaución de la habitación, corrió a la suya. Kumori se levantó con una toalla y entró en el baño.

Mizuno entraba en su habitación. Kikoyu dormía plácidamente. Recordaba lo sucedido y no podía evitar sonreír. Eso quedaba entre ellos. Sólo entre ellos...
Se tiró en su cama e instantáneamente se quedó dormida profundamente.


-Nicolás, deseo hablar contigo con respecto a esto.
Helena levantó una nota en su mano. Nicolás la reconoció de inmediato. Aprovechó que su esposa ya estaba durmiendo para salir a dar un paseo con ella. Iban en medio del jardín cuando Nicolás la toma por la cintura y sin preguntar le da un beso.
Helena se separa rápidamente y le da una cachetada.
-¿Qué te ocurre, Nicolás?
-Me hago la misma pregunta, Helena, ¿Qué te pasa?
Helena lo miraba fijamente a los ojos. Si, le había gustado aquel beso, pero no quería continuar. Estaba completamente decidida.
-Nicolás, yo... yo siempre te quise, pero sabes que lo nuestro es en verdad imposible.
-Pero, Helena... - Si, sabía que era imposible pero no podía evitarlo - ...No me puedes pedir que no te quiera
-Mira, Nicolás. Yo te quiero, te quiero mucho. Pero me casé con Clyde y es a él a quien yo amo. No te pido que no me quieras, sería lo mejor, pero no lo puedo pedir. Sólo te pido que no quiero ni empezar con esto, por favor.
Nicolás se sentía deshecho. La observaba a los ojos, a aquellos ojos grises que ante la luna se veían casi blancos.
-Por lo menos, ¿podría pedirte un último beso?
Helena asintió. Estaban solos o al menos eso creía...

Nicolás entró en su habitación con al cabeza gacha. Clarisse estaba sentada en la cama.
-¿Dónde estabas, Nicolás?
-Fui a despejar mi mente un momento.
-¿Por qué no me avisaste? Te hubiese acompañado
-No, quería estar solo.
Clarisse calló. Se levantó de la cama, se acercó al tocador y botó todo lo que estaba encima. Nicolás la miró muy sorprendido y al vez, muy asustado
-¿Qué te pasa, querida?
-Nada de “querida”, Nicolás. No me mientas que yo vi todo.
Nicolás tragó saliva. No podía ser cierto.
-Despertarás a todo el mundo, Clarisse
-¡No me importa despertar a todo el mundo! – Dijo alzando aún mas la voz. Nicolás prefirió callar. Clarisse se tomo a cabeza y rompió a llorar. Nicolás se acercó a ella y con voz tenue le dijo:
-Clarisse, querida, era una despedida.
Los ojos azules de Clarisse se posaron sobre Nicolás. Su mirada se veía muy sincera, pero no podía evitar pensar que él, su esposo, el hombre que ella había aprendido a amar, se hubiese besado con la mujer de su mejor amigo. Agachó la cabeza y las lágrimas caían al suelo. Nicolás la abrazó y le besaba la cabeza para consolarla. Recordaba las palabras de Helena...
-A ella la quise, Clarisse. Pero a ti te amé y te seguiré amando siempre.
Clarisse se acurrucó como una niña pequeña a Nicolás. Él la levantó y la recostó sobre la cama. Durmieron abrazados toda la noche.


Conii se despertó radiante. Decidió ir a dar un paseo luego del desayuno. Mizuno entró por su puerta con una bandeja y la dejó distraída sobre su velador. Estaba dispuesta a hacer al cama cuando Conii la echó de su habitación. Salió un poco ofendida y le llevó el desayuno a Kumori. Aún dormía. Se acercó a él y lo besó en la frente. Salió despacio de la habitación.
Conii salió de al suya rato después y veía como Mizuno salía de la habitación de Kumori. Enfadada se le acerca y la detiene.
-¿Qué hacías tú en la habitación de mi prometido, plebeya?
-Le limpiaba la habitación como lo hago todos los días, señorita. Ahora si me disculpa.
Salió caminando apresurada por el pasillo y Conii la siguió con la mirada hasta que desapareció. Entró al cuarto de Kumori. Éste estaba mirando por la ventana del balcón en las nubes como andaba siempre.
-Amor, ¿Esa plebeya siempre hace el aseo aquí?
-Si... ¿Qué plebeya?
-Esa jovenzuela que llegó hace poco...
-No es ninguna jovenzuela, se llama Mizuno y si hace el aseo en todas las habitaciones.
-Pues cuando nos casemos ella se queda haciendo el aseo pero no en nuestra habitación, o la echaré.
Kumori la miró con un poco de odio. Cada día la odiaba mas, no sabía que existía tanto odio. Ella se le acercó y lo abrazó por su espalda. No se inmutó.
-¿Vamos a dar un paseo?
-¿Por qué no paseas sola y me dejas en paz?
Conii retrocedió. Sintió odio cerca suyo y lo miró a los ojos. Si, echaba odio por ellos.
-No me respondas así, Kumori
-Te respondo como yo quiera, ahora por favor sal de aquí
-Kumori, no puedes hablarme así – Ya empezaba a poner ojos llorosos
-¿Ah no? – dijo malévolamente acercándose a Conii lentamente. Ella retrocedía a cada paso. – Pues claro que voy a hablarte así. Estoy aburrido, si aburrido. Aburrido de ti, de tu estúpida presencia. Ojalá el matrimonio no resulte – Terminado de decir esto se dio cuenta de que ella ya estaba fuera de la habitación. Dio un portazo ante sus narices. A Conii le corrían las lágrimas y salió corriendo en dirección a la habitación de sus padres.
Corría cuando tropezó con Celina.
-Justamente la buscaba, señorita

-¡Mizuno!
Ella entró en la habitación apresurada. Ahí estaba su hermano, indignado, caminando de un lado a otro por su habitación
-¿Qué te pasa, hermano?
-¿Qué me pasa?, ¡¿Qué me pasa?!
Mizuno comenzaba a asustarse. Se acercó a Kikoyu y éste la sentó en la cama. Comenzó a llorar, pero seguía bastante enojado.
-Dime que no es cierto...
-¿Qué cosa?
-Tu sabes de que hablo, Mizuno... - Ante la cara de impresión de su hermana prosiguió – En el castillo se comenta que alguien aun no saben, hizo que Kumori engañara a su prometida
Mizuno se puso pálida de pronto. No podía ser. No sabían quien era pero ya sabían que Kumori era “infiel” a Conii. Kikoyu no esperó más una respuesta. Ya sabía que era ella.
-¿Por qué, Mizuno? ¡¿Por qué?! – Dio un puñetazo al suelo. A Mizuno le corrían las lágrimas.
-Perdóname, hermano, no pude evitarlo.
Kikoyu la miraba. ¿Cómo podía perdonarla?. Pero ese Kumori se las vería con él. Se levantó decidido. Mizuno no se movía, no reaccionó hasta que se cerró al puerta, pero ya era tarde. Se tiró sobre la cama a llorar.


Kumori estaba en su habitación pensando en lo ocurrido con Conii. Se sentía satisfecho consigo. No creía poder decirlo, pero lo dijo. De pronto, oye que alguien entra por al puerta dando un portazo al cerrarla. Era Kikoyu. No alcanzó a decirle nada cuando recibió un puñetazo que lo hizo caer.
-Eso es por mi hermana, y tengo más maldito desgraciado
Se tiró sobre él y se enfrascaron en una lucha impresionante. Kumori podía ser más débil que Kikoyu pero era más ágil.
-¿Qué estas diciendo, Kikoyu?
Alcanzó a escapar de un puñetazo que Kikoyu lanzó al aire.
-¡Sabes que estoy diciendo, Kumori!
Se tiró nuevamente sobre él y los puñetazos volaban en la habitación. Hubiera sido peor de no ser por Mizuno que venía con Senn a detener aquella pelea.
-Lo siento, Kikoyu pero tendré que dejarte en prisión por hoy.
-No, capitán, por favor. Usted sabe todo. Lléveme a mí.
Kikoyu agachó al cabeza y se tiró de rodillas al piso. Kumori se quedó tirado en el piso. Senn se llevó a Kikoyu sin que se resignase. Mizuno los miraba. Lloraba ante la situación. Quería quedarse con Kumori, pero fue tras su hermano.


-Clyde, hemos llegado demasiado lejos.
Nicolás dio un puñetazo a la mesa. Clyde también estaba furioso. Helena sólo observaba la situación tratando de verse tranquila. Sabía sobre la situación. ¿Cómo pudo haberlos ayudado?
-Mi hija ahora llora por culpa de el desgraciado de tu hijo.
-No ofendas a mi hijo, Nicolás.
-¡Lo ofendo! – Dijo enojado – Él ofendió aun mas a mi hija y no puedo permitir esta atrocidad
Clyde empezó a desesperarse.
-Traigan a Kumori...
-Clyde, querido, Kumori está con Magdalena, mas bien cuidado por Magdalena. Quedó deshecho luego de esa encuentro que tuvo con su consejero.
-¿Qué le paso?
-Al parecer, Kikoyu se puso algo celoso por aquella muchacha con la que se “metió” con Kumori
-Sea como sea – Nicolás interrumpió – haz faltado a tu palabra, el honor de mi hija quedó en el suelo por culpa tuya y no lo permito.
-No, Nicolás, podemos...
-Nada, Clyde no tengo más remedio. Prendiste el fuego que estuvo apagado por años entre nuestros pueblos.
-Nicolás...
-A partir de este momento, mi pueblo, el pueblo de Fidas, está en guerra con Sahir.
Nicolás se retiró de la habitación con su esposa. Buscó a su hija y salió del castillo. Clyde iba detrás para tratar de solucionar las cosas. Nicolás se detuvo y le propinó un puñetazo en la mejilla a Clyde, quien cayó en brazos de Helena. Ella lo miró con odio. Si, estaban en guerra.

-No sabes cuanto lo siento, Kikoyu.
Estaba apoyada contra la reja de la prisión de su hermano. Senn trataba de lograr su libertad. Eso vendría con su expulsión del reino de Sahir. Kikoyu estaba sentado junto a la reja con la mirada perdida. Sentía que nada le importaba ahora.
Las lágrimas seguían corriendo por las mejillas de Mizuno. No se arrepentía, pero sentía haber traicionado la confianza de su hermano. Se separó de la reja y salió corriendo hacia su habitación. Kikoyu la siguió con la mirada. Miró la luna a través de las rejas de su ventana y una lágrima recorrió su cara. Ahora si que estaba solo.

Mizuno tomó un saco y comenzó a echar su ropa dentro de éste. No estaría una sola noche más dentro de aquel reino. Entre todo aquel desastre, había un clavel seco. Lo observaba y recordaba a Kumori. Se sentó sobre la cama y comenzó a escribir una nota.
Kikoyu entró por la puerta y vio un saco sobre la cama de Mizuno. Al revisarlo, notó que era su ropa. Si, era buena idea. Tomó otro y comenzó a guardar su ropa dentro.
Mizuno, quien estaba entregando la nota a Senn, fue a recoger su saco para irse y se encuentra con su hermano. Se sienta a su lado. Kikoyu le toma la mano a su hermana y ella se le tira encima con un abrazo. Él la abrazó con fuerza. Había traicionado su confianza pero aún era su pequeña hermana y debía de estar con ella pase lo que pase.
-Hermano...
-Yo también, Mizuno... Yo también

Senn los sacó del castillo cerca de las dos de la mañana.
-Que les vaya bien, muchachos. Les recomiendo que vayan al pueblo de Greenlux está hacia el este.
-Gracias, capitán.
-Capitán – Mizuno comenzó a hablar – Usted sabe...
Senn sonrió. Mizuno le devolvió al sonrisa. Comenzó a caminar, el viaje era largo. Pensaba en Kumori y le daba tristeza. Ahora debía ver hacia delante, pero jamás lo olvidaría. Jamás...

Kumori despertó a la mañana siguiente, bastante mejor. Ese Kikoyu le había dado una golpiza enorme. Le dolía el brazo y la espalda. Golpearon a la puerta
-Adelante...
Era Senn. Cerró la puerta tras de él y se acercó a Kumori.
-Príncipe, tengo dos cosas que decirle. La primera es que se supo toda la verdad. Todos saben que usted le fue infiel a la señorita Conii, pero no se sabe quien fue.
Kumori cerró los ojos. No podía creer lo que estaba pasando. Su padre debía de estar furioso.
-El rey Nicolás declaró guerra a el pueblo de Sahir por la traición.
Definitivamente lo mataría. Debía ver a Mizuno, hablar con ella.
-¿Y Mizuno?, ¿Cómo está ella?
-No lo sé, príncipe. Eso es lo otro de lo que quería hablarle -. Sacó de su bolsillo una nota. Kumori la tomó apurado y la abrió.
“Kumori:
Cuando leas esta nota, yo ya estaré muy lejos de aquí. También sabrás que me fui porque la golpiza que te propinó mi hermano, le provocó al expulsión del reino, pero además porque no quería ocasionar mas problemas.
No quise despedirme de ti, porque provocaría sospechas. Tampoco quise por la sencilla razón es que me hubiese arrepentido de irme y no era la idea.
Ahora debo ir en camino a un lugar que yo ni siquiera se. Te pido que no me sigas, que no me busques, que me olvides, que hagas tu vida porque yo tendré que empezar la mía de nuevo.
Puedes apostar que yo no te olvidare. No olvidaré tus besos, tus caricias, tu cariño... ten por seguro que algún día nos volveremos a ver, amor mío.
Siempre tuya
Mizuno”

Kumori derramaba lágrimas. No podía ser que el amor de su vida se hubiese ido. Cumpliría en no buscarla, pero no en olvidarla.














Texto agregado el 01-01-2007, y leído por 118 visitantes. (0 votos)


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