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Mi novia la demonio

Marlén es de estatura media, sus cabellos son castaños y suele llevarlos amarrados en una pequeña cola, sus ojos son de un café claro, muy hermosos, su piel de un color canela y su cuerpo delgado y estilizado.

Marlén es muy alegre y le gusta andar con sus amigas e ir a fiestas, pero se vuelve muy tímida con otros hombres, nosotros hemos estudiado juntos por muchos años, si no me equivoco hemos estado juntos desde primaria, he de ser sincero, de los dos fui el primero en verla con otros ojos que no sean amicales, todo comenzó en el ultimo año de secundaria y no piensen que no había tenido enamoradas, yo ya estaba con chicas desde inicios de secundaria, sin embargo fue Marlén quien se convirtió en la que más quise y quiero.

Ahora lo recuerdo perfectamente, fue en esa tarde de primavera que le dije todo lo que tenía que decir, habíamos ido todo el colegio a un paseo en el campo, desde hace varios días se lo quería decir, pero esperaba que ella estuviese sola. Casi al final del paseo ella estaba mirando el paisaje agreste desde una pequeña loma, sentada a la sombra de un frondoso árbol.

- Marlén – la llamé saludándola con la mano – espera, allá voy.
- Jay – me dijo – apúrate.
- Ahí voy… – comencé a subir mas rápido, pero me resbalé con una roca y me caí de bruces sobre el pasto.
- ¿Estás bien? – Bajó rápidamente y me ayudó a levantarme – mírate – y comenzó a reír.
- No te rías – le dije mientras me sacaba el pasto de la cara y el cabello.
- Perdón – dijo aun sin parar de reír – pero no aguanto.

No sé porque, pero era incapaz de enojarme con ella, es más desde antes era incapaz de enojarme con ella, la acompañe en su risa y fuimos a sentarnos a la sombra del árbol, estuvimos charlando como buenos amigos durante un buen tiempo, hasta que llegó la hora.

- Marlén – le dije – ¿has tenido enamorado?
- Pero, ¿por qué lo preguntas? – Me dijo sonrojada – para serte sincera… no.
- Es que… - titubee un poco – no sé si tu querías…
- Ser tu novia.
- ¿Qué? – me sorprendió su reacción – bueno, sí, ¿Qué dices?
- Sí.

La tomé entre mis brazos y la junté a mi cuerpo, me dispuse a besarla, ella estaba completamente sonrojada, nuestros labios estaban a milímetros, cuando…

- Jay, Marlén – las voces de algunos de nuestros amigos – ya nos vamos.

Me sobresalté y la solté ella se dio la vuelta sonrojada, tomó sus cosas y se despidió, me dijo que sería para otra oportunidad, luego se fue junto con sus amigas y yo también bajé un minuto después. Subí al autobús, ella iba en otro auto, era inevitable que luego de unos minutos de haberme sentado mis amigos se colocaran a mi lado y comenzaran a cuestionarme sobre lo que había estado haciendo con Marlén.

- Oye Jay – me decían – vamos, cuéntanos lo que hacías con Marlén.
- Sí, ¿ya se lo dijiste?
- Sí se lo dije – les respondí.
- Y la besaste.
- Claro que la besó.
- No – interrumpí – ustedes nos molestaron en el momento en que nos íbamos a besar.
- Que, ¿querías que los dejemos para que hicieran cosas en el campo?
- ¡No hables estupideces! – Le dije, estaba un poco avergonzado – todo por que a ti las mujeres te ignoran.

Todos los demás se rieron. Así entre bromas y juegos acabó el regreso en el bus, luego de bajar de auto fui a buscar a Marlén, pero fue en vano ella ya se había marchado sin dejar rastro alguno, entonces decidí marcharme también, con la esperanza de verla al día siguiente.

Al día siguiente ella estaba allí desde muy temprano, esperaba el momento para hablarle, pues toda la mañana estuvo rodeada por sus amigas que la envolvían como un muro que me impedía hablarle, ni siquiera en el receso la dejaron sola, era como si no desearan que yo me acercara a ella.

En la salida ella estaba afuera de la escuela sola apoyada en el muro, sola. Me esperaba, de verdad deseba verme, me acerqué a ella y me vio llegar con una pequeña sonrisa.

- ¿Me esperabas? – le pregunté sonriendo ligeramente.
- Sí, Jay – me dijo – pero si tienes algo que hacer…
- No, nada, vamos un rato a caminar por allí ¿te parece?
- Sí, mientras no nos demoremos mucho.

Conversamos mientras caminamos sin rumbo, en el camino nos compramos unos helados, seguimos caminando hasta llegar a un parque, en buen estado lleno de árboles pequeños y uno que otro de gran tamaño, también había poco gente. En medio tenía una especie de cúpula abierta, la llevé hasta allá, yo ya había acabado mi helado, pero ella iba por la mitad del suyo.

Nos apoyamos de una baranda y por unos momentos nos quedamos viendo el paisaje, luego bajé la mirada a un lado y la vi a los ojos, en ese momento sentí un estremecimiento por todo mi cuerpo.

- Marlén – le dije.
- ¿Qué pasa Jay? – preguntó mientras comía un trozo más de su helado.
- Déjame abrazarte.
- ¿Qué? Bueno, está bien.

La tomé entre mis brazos mientras ella colocaba una mano sobre mi espalda la otra tenía el helado a un costado, acerqué mi rostro al suyo la besé largamente con los ojos cerrados, tal vez debí haber tenido los ojos abiertos, porque ella retrocedió y yo por no soltarla me resbalé y caí de bruces dándome un buen porrazo en la cabeza, perdí la conciencia, al parecer solo por unos minutos, todo estuvo oscuro y luego…

- Jay, despierta, Jay – decía una voz – despierta – y de repente sentí una bofetada.
- ¡Ya desperté! – dije mientras me despertaba bruscamente, Marlén estaba a mi lado y seguíamos en el parque.
- ¿Qué pasó?
- Te caíste.
- Ya me di cuenta, pero ¿con qué?
- Con un poco de helado – dijo mientras señalaba una pequeña mancha en el piso.
- ¿Y el helado?
- Me lo comí.
- Entonces ¿Por qué no lo comiste rápido en el camino?
- Porque no tenía que despertarte.
- … – suspiré – no importa, vámonos Marlén.

Me levanté aun un poco aturdido, nuevamente nos pasamos el camino conversando, hasta que llegamos cerca del colegio y me di cuenta que no sabía donde vivía Marlén, la verdad no conocía a sus padres, ni a ningún pariente.

- Marlén – le dije – ¿Dónde queda tu casa?
- ¿Mi… casa? – Dijo – por allí ¿Por qué preguntas?
- Es que quería llevarte y conocer a tus padres.
- Pa…padres ¿para qué?
- Soy tu novio ¿no?
- Sí, entonces sígueme.

Y se echó a correr, la seguí, pero al doblar un esquina ella sencillamente ya no estaba, era como si hubiese desaparecido, no entendía, ya que no podía hacer nada decidí irme a descansar con Marlén dando vueltas en mi cabeza, al día siguiente ella estaba en clases, así que me acerqué a su carpeta y me senté a su lado.

- ¿Cómo desapareciste? – le dije.
- ¿Desaparecer? ¿Cómo voy a hacer eso? Lo que pasa es que eres muy lento.
- Estaba justo detrás de ti al doblar la esquina y luego no estabas.
- Ya te lo dije, lento.

Y se negaba a darme explicación alguna, así que prefería cambiar de tema antes que resultemos peleándonos, cerca de una semana estuvimos en el mismo plan, yo la seguía misteriosamente desaparecía, miraba arriba y buscaba hasta en los escondites más imposibles, sería yo tan estúpido que una señora me sorprendió cuando abrí su buzón, como en broma.

Al cabo de una semana, cuando iba a volver a seguirla, antes de correr ella me abrazó, me besó y me dijo:

- Es posible que falte a la escuela por una semana.
- ¿Por qué?
- Es un asunto que debo tratar yo sola – y la vi un poco preocupada.
- Prométeme que me dirás lo que pasa, luego.
- Te lo diré, tal vez no inmediatamente después de venir, pero si te lo diré.
- Cuídate – y la aferré entre mis brazos, como si ella estuviera en peligro de morir.

Luego la solté y al doblar la esquina volvió a desaparecer.

Y así fue, Marlén faltó a día siguiente y toda la semana. Mis amigos y sus amigas me preguntaban: ¿donde estaba? ¿Por qué faltaba? , a lo cual yo solo podía contestas “no lo sé”, exactamente al pasar los siete días Marlén volvió a aparecer en la escuela, sin embargo se veía muy cansada, como si le faltara el sueño. Nuevamente me senté a su lado, y traté de que me explicara lo que había pasado.

- ¿Mala noche? – le pregunté.
- Sí, algo así.
- ¿Qué pasó Marlén?
- Ahora no, tengo sueño – se recostó en mi hombro y se durmió.

La miré fijamente y casi me dejo llevar, pero cuando me di cuenta toda la clase nos estaba viendo.

- Marlén – le dije – despierta, Marlén – pero era en vano, todos lanzaban miradas picaras y se reían silenciosamente.
- Señor Hernández – me dijo el profesor – despierte a su compañera.
- Eso es lo que estoy tratando profesor – le dije – vamos, Marlén despierta.
- En tal caso siquiera quítela de su hombro.
- Está bien – y cuando intentaba acostarla en su carpeta Marlén me tomó del brazo y se rehusó a soltarme.
- ¿Y bien?
- Es que… ella no se suelta – todos se rieron y yo me sentí avergonzado.
- Silencio, si quieren estar juntos vayan afuera.
- Pero…
- Afuera.

Un poco enojado levanté a Marlén y mientras salía ella caminaba, a tientas, pero caminaba, salimos del salón y me senté en el suelo, ella también y sin soltarse de mi brazo no se despertó.

- Marlén – le dije intentando despertarla – ¿en verdad duermes?

No hubo respuesta alguna además de unos leves susurros nada entendibles, lancé un suspiro y miré al techo como si la solución fuese a caer de allí.

- ¡Demonios! – dije irritado.
- ¿Dónde? – dijo Marlén, en un volumen casi inaudible.
- En el Infierno Marlén, allí están los demonios.
- En casa.
- No en el… ¿Qué hago hablando contigo? Estas dormida.

Yo también estaba a punto de quedarme dormido cuando sentí la enorme sacudida, me quedé a aterrado y muchos en todo el colegio comenzaron a gritar.

- ¡Terremoto! – Grité – Marlén.
- Jay – dijo ella despierta – hay que salir de aquí.
- Vamos a esperar a los otros.

Todos hacían fila y se formaban, algunos asustados y otros como si no pasara nada. Hasta que el techo y el piso comenzaron a rajarse y romperse, en ese momento todos olvidaron el orden y comenzaron a salir disparados hacía abajo, atropellándose unos a otros y golpeándose como animales en manada, perdón ni los animales hubiesen corrido así.

- Vamos Jay – Marlén me tomó de la muñeca y me jaló en medio del tumulto.

Me golpeaba con hombros, codos, cabezas y brazos de todos los que corrían apresuradamente, logramos salir, como la mayoría, pero un significativo numero de alumnos murieron aplastados en el terremoto, unos cuantos habían muerto a pisotones o al caer de las escaleras.

Inclusive uno de mis compañeros de aula había sido aplastado por un trozo de techo, yo miraba el colegio casi desmoronado desde la calle mientras Marlén se recostaba a mi lado y rompía en llantos. No había motivos para seguir allí a ver más muerte, así que yo y Marlén decidimos irnos.

- Marlén – le dije intentando calmar sus llantos – no podemos hacer nada.
- Es… - dijo entre lágrimas – que ¿¡no viste a todos esos muertos!?
- ¡Por supuesto!, pero no puedo revivirlos.
- No pensé… que fuese a ser tan terrible.
- Nadie lo pensó, fue tan repentino.
- Y todo por culpa de mi ambición.
- No te culpes, nadie… Espera ¿Cómo que tu ambición?
- No, nada.
- ¡Explícame Marlén! ¿Qué puedes haber hecho para causar tal terremoto?
- Nada.

La arrinconé contra el muro y le imposibilité la salida.

- ¿Cómo es que te desapareces? ¿Dónde vives? – estaba muy exaltado.
- Yo…
- ¿Quiénes son tus padres? ¿Qué eres tú?
- ¡Soy una demonio!
- ¿Demonio? – retrocedí algo aturdido.
- Te lo explicaré en la tarde, en el parque donde me besaste bajo la cúpula.

Marlén se fue caminando, volteó la esquina y, como en otras ocasiones, desapareció. Yo estaba desconcertado no entendía que puede hacer alguien para ser considerado un demonio, fui rápidamente a mi casa, para ver si todos estaban bien, afortunadamente mis padres habían salido durante el terremoto y se hallaban en buen estado. En la televisión pude ver que no solo en esta ciudad se había el terremoto sino que prácticamente era en todo el mundo algunas zonas habían sido realmente devastadas, era realmente horrible.

Esperé pacientemente el atardecer para ir a ver a Marlén, necesitaba saber lo que pasaba, y tras una larga espera la tarde cayó y salí corriendo a encontrarme con Marlén.

Ya había corrido un buen trecho cuando se sucedió un terremoto más fuerte que el anterior, esta vez las casas se desplomaban como si fuesen de naipes, aun así yo seguí corriendo entre los escombros, prefería no mirar mucho, no quería ver a los cadáveres con las cabezas rotas y su expresión en los ojos de terror indescriptible.

Entonces una columna de fuego se alzó del suelo, no era fuego, era lava y no era solo una sino decenas y el suelo comenzaba a rajarse y abrirse, esto tenía que ser el fin de este mundo, seguí corriendo, ya no había marcha atrás a menos que quisiera morir, trataba de no pensar en las probabilidades de que la gente que yo quería estuviese muerta.

Al fin en medio de tanta destrucción llegué a ese parque que era tan hermoso, aunque con tanta destrucción por todos lados, ya no se veía tan bien, corrí hasta la cúpula donde me besé con Marlén y allí estaba ella apoyada en una de sus columnas, lo mas sorprendente de todo era que la construcción no se había desplomado.

Ingresé, allí estaba Marlén con una expresión triste en el rostro, y junto a ella un enorme báculo que parecía brillar por si solo con una pica en un extremo y una gran hoz en el otro.

- Marlén – dije impresionado - ¿Qué es eso?
- Es mi ambición, pensé que así podría lograrlo pero no bastó.
- ¿De qué hablas? ¿Por qué me dijiste que eras una demonio?
- Por que lo soy.

Marlén se paró y brilló por un momento, quedé enceguecido con la luz, baje la mirada al suelo, cuando la volví a alzar Marlén se veía con más edad, como de veinticinco años, además era mas alta, cerca de mi estatura y yo soy alto. No solo eso, ahora llevaba una especie de armadura ligera y pequeña de pocas piezas de un color rojo sangre con ropas negras debajo, yo estaba tonito ni siquiera podía balbucear alguna palabra.

- Literalmente – continuó – soy un demonio, nací en el Infierno y crecí allí.
- Pero ¿y el báculo?
- El arma final, no hay quien pueda con ella, necesitaba ser sacada del centro de este planeta por manos mortales, así que me hice un cuerpo, el problema es que solo pude lograr crear el cuerpo de una niña, me conoces desde que éramos niños.
- ¿Entonces porque pasó esto?
- Creo que olvide la decir la frase exacta sobre esta arma: “Solo deberá sacarla la ultima mano mortal”
- Entonces, solo se debe sacar en el fin del mundo, por que el báculo causa el fin del mundo.
- Perdóname Jay.

No pude decir nada pues una enorme bola de fuego se dirigía hacia nosotros, Marlén se paró frente a mí y de su espalda brotaron un par de las negras que nos envolvieron.

- ¿Estás bien Jay? – dijo Marlén.
- Sí, ¿y tú?
- No te preocupes por mí.

En ese momento me junte a su rostro y la besé, la besé como no la había besado antes.

- Jay, de verdad quería estar a tu lado.
- Calla, a menos que puedas detener esto.
- Puedo tratar.

Marlén tomó el báculo y salió de la cúpula de la cual tampoco quedaba ya nada, alzó vuelo y se quedó apuntando al vacío del cielo que estaba cubierto de negras nubes.

- ¡Ahora maldito báculo! – Gritó Marlén – es hora de que demuestres ser el más poderoso.

Y el báculo brilló, Marlén brilló, el cielo brilló y todo a mi alrededor brillo y me cegó, de repentinamente todo se tornó negro y pensé que había muerto.

- Jay, despierta, Jay – repetía una voz – despierta – y sentí una cachetada.
- … – abrí lentamente los ojos – ¿Marlén? – sí, era Marlén, humana.
- Jay.
- ¿Qué pasó Marlén? – le dije mientras me levantaba del piso bajo la cúpula que ya no estaba destruida.
- Te caíste con un poco de helado en el piso.
- Entonces todo fue un sueño.

La abracé repitiendo la misma frase una y otra vez “Todo fue un sueño”, la besé y me recosté sobre su hombro sin dejar de abrazarla y llorando, ella también me abrazó y juntó sus labios a mi oído y en un murmullo casi inaudible dijo:

- Sí Jay, todo fue un sueño; nunca cogeré ese báculo.

Fin

Texto agregado el 27-12-2006, y leído por 373 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
28-12-2006 El final es interesante. --->d Deliberance
28-12-2006 Me pareció agradable lectura. Saludos achachila
 
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