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El Soldadito de Plomo


Era un pueblo pequeño, donde los chismes revoloteaban alrededor de los faroles y las vacas pisoteaban la calle principal al regresar a los establos. El constante abrir y cerrar de las cortinas dejaba ver la silueta de la mediocridad y los ojos de los vecinos absorbían las imágenes de una vida monótona y dura.

Pedro tenía diez años, pero ya odiaba aquella comunidad y los mejores momentos los pasaba con Manuel, el amigo con el que viajaba por todo el mundo mirando un mapa, con el que pescaba y soñaba con volar hacia el sol para alcanzar el otro lado de la montaña, al que confesaba sus travesuras. Era una amistad que perduraría, pues un día se pincharon un dedo para juntar sus sangres y entre risitas tontas, caminaron abrazados hacia la adolescencia.

Pedro terminó enrolándose en el ejército, lo enviaron al norte del país y borró de su mente el nombre del pueblo. La vida militar lo cambió. La coraza invisible que ocultaba su fragilidad, se endurecía con cada galón obtenido y cuando la guerra estalló, fue uno de los pocos que esbozó una sonrisa.

La guerra civil pronto pintó las paredes de cada casa con sangre, arrasó con los valores más básicos, destruyó familias y ultrajó la hermandad de los que han labrado el mismo pedazo de tierra.

No creía en las casualidades hasta que se vio cara a cara con Manuel, quien lo apuntaba con un fusil después de una cruenta batalla que había dejado con vida a tan sólo un puñado de hombres. A Manuel no le importó que su amigo vistiese el uniforme enemigo. Sus ojos brillaron en medio de aquella oscuridad humana, sonrió, bajó los brazos y gritó “¡Pedro!” Pedro aprovechó aquel momento para desenfundar rápidamente su pistola y apretó el gatillo sin titubear. Se arrodilló y vio su reflejo en los ojos abiertos y sin vida. Cuando una lágrima comenzó a caerle por la mejilla, la limpió con el cañón de su arma y supo que con ese gesto eliminaba también cualquier rezago de debilidad que pudiese quedarle dentro de sí.

Texto agregado el 12-12-2006, y leído por 168 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
12-12-2006 la guerra es víbora ciega y mortal.lo peor que aun hoy no tenemos el antídoto.+++++ nueces
12-12-2006 Un cuento estremecedor y duro. Felicitaciones AnitaSol
12-12-2006 Estremecedor. A qué punto llega el odio, la ignorancia y la soberbia agazapada detrás de banderías. Excelente cuento, con trasfondo de realidad. Mis estrellas ***** neus_de_juan
 
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