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...Aquel día que muchos no deseamos, Julián lo vivió de manera especial, ese día en que según las supersticiones...amaneció con el pie izquierdo.
Salió como muchos de nosotros, a buscar trabajo desde muy temprano; todo iba bien, subió al bus,ahhh!!! llevaba justo lo de su pasaje, dos monedas que brillaban y el estómago que le hacía sonidos muy fuertes por el hambre. Se acercó a su lugar y se sentó, eran escasamente las 6:30 a.m., el sol estaba muy débil aún, era una mañana típica del invierno tenue que se plasma teñido de gris y los rayos tímidos del sol, se inquietan y no se atreven a salir bien...
En el camino Julián sentía hambre terrible "me comería una vaca entera"...pensaba en su interior, se imaginaba dos huevos fritos con salsa, frijoles deliciosos con crema, una taza con café y leche, pan...mmmmm, pero sólo era falsa ilusión, el hambre continuaba allí, si; el hambre y el desaliento de no poseer un trabajo que le permitiera sustentar aquella hambre... de repente acomodándose bien, se revisó suavemente los zapatos, para saber si brillaban o estaban opacos, su sorpresa fué mayor al ver...los zapatos parecían gritar..."rotos", ¡¡¡mis zapatos están rotos!!! , lo peor de todo era que se notaba má el zapato izquierdo...¡con razón!! sentía un agudo dolor, cuando pisé una piedrecilla... Un hombre que observó la escena, le dijo," sábe algo?, sus zapatos están rotos, pero es peor tener el alma rota como yo la tengo, mi mujer me fué infiel con mi mejor amigo, y ahora me destrozó el alma, si es por dinero, usted lo encontrará, pero duele más la herida moral que le pueden provocar a uno"...aquel hom,bre se alejó pues le tocaba bajar de aquel bus que rechinaba cada vez más y con cada sonido de las llantas que parecían sucumbir , Julián sentía que era él quien sucumbía de desastre, de pena, de dolor...
Julián se acomodó y una lágrima apareció lividamente en sus ojos, "y ahora que hago, en ese trabajo, al verme no me aceptarán"...la vida, la sociedad impone reglas de presentación personal, todo parecía marchar bien para él, pero aquel pequeño gran detalle hizo que él se atormentara más y más, hasta que por fin llegó a aquel lugar...una oficina de poco estilo, un hombre impecable "llene, este formulario!!", le dijo con tono áspero, y le dió una recisión ocular, que poco faltó para decirle: "cambie esos zapatos"... Así con el rostro impávido y la mirada perdida, Julián salió sin aliento de aquella oficina, sin saber que hacer. Al cruzar la calle, para ir de nuevo a tomar el siguiente bus, recordó que mno tenía más dinero, aquellas dos monedas brillantes las había entregado al primer bus...así que decidió iniciar el recorrido caminando por calles y avenidas...susurrando al viento, a la vida misma, lo ingrato que se sentía, lo despreciable, lo mal....esos sentimientos atormentaban su día, aquel día "no debería de haber existido", recordó que al salir de la oficina dos hombres ingresaban con trajes de terciopelo, zapatos brillantes, corbatas a la "moda", y él un hombre que merecía ese día un trabajo y por poco y casi lo lanzan rapido, sin aliento y sin esperanza.
En el hogar de Julián, una madre pobre, que esperaba ver el rostro sonriente del hijo que aparece y dice "madre, al fin...tengo trabajo"...
Sofocado y sin aliento, con tantas preocupaciones más que azotaban la mente de este hombre, como tornados, huracanes y torbellinos que arremetían contra él, caminando sin desmayar, topó contra una piedra, y se lastimó el tobillo, al agacharse, el milagro más asombroso e inimaginable, digno de todo un cuento fantástico. ¡¡¡ una billetera!!!, que al abrir, contenía cinco dólares, justo el dinero para comprar pan y llevarle a su madre algo y no verla llorar por el desaliento de falta de trabajo, al menos por unas horas...sería la felicidad.
Paso a paso, con el pan bajo el brazo, Julián se asomó a la ventana de la casa, ¡¡¡Mamá llegué!!!...la madre al ver el rostro de su hijo le dice: "Julián hijo mío, mi amor....que gusto verte, sé que te fué bien, pues veo que traes pan...ven a cenar, ahhh!!! y como si fuera poco, un vecino vino a traerte esta caja, ábrela...Julián más que sorprendido, asustadísimo, abrió la caja, cuál no sería su sorpresa: un par de zapatos relucientes..."si mamá, me fué bien, mañana sigo en la búsqueda de siempre, pero hoy me dí cuenta que la vida tiene premios cuando somos honestos y pensamos en los demás antes que en nosotros"...
Aquel día pasó, los días trascurrieron, Julián se encuentra hoy en día detrás de un escritorio, con un traje de vestir y el alma íntegra, se siente capaz de enfrentar la vida, luchando en ella por el bien de su madre...pero, no en aquella empresa que lo discriminó por sus zapatos rotos, sino en otra donde valoraron su capacidad humana y moral, trabaja pensando en que el trabajo es digno cuando se hace todo bien, y...de paso al pasar cada mañana popr aquella parada del bus, recuerda sus zapatos rotos y agradece a Dios por haberle permitido tener en esta vida lo suficiente para no dejarlo de amar...a la vez se hizo amigo de aquel hombre del alma rota, que ahora está felizmente casado con una gran mujer, la madre de Julián...si, pasaron los años, este Julián , es un hombre de éxito rotundo y ahora es un empresario de calzado muy famoso en mi país...un país de eterna ilusión.. Y colorín colorado, este cuento ha terminado....

Texto agregado el 30-11-2006, y leído por 239 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
30-11-2006 que linda historia! quisiera saber si es real? o solo un cuento? Felicidades! ronaldxl
30-11-2006 una linda historia de verdad me has dejado impresionado con tu estilo de escribir felicdades yeyson
30-11-2006 Muy bella historia!!****** terref
30-11-2006 Simpático y entretenido... bordemar1
 
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