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EL EMBARAZO


Una mujer joven, embarazada casi a punto de tener su hijo, me pide que le ayude a bajar del colectivo. A pesar de estar lejos de mi destino, accedo, y luego la acompaño hasta su domicilio. Son las dos de la madrugada y ya no voy a llegar a casa antes de las cuatro, pero no me importa. Esta mujer tiene algo que me impulsa a acompañarla. En su departamento, se cambia y luego se acuesta en una enorme cama. Me pide que le hable de mí, y simultáneamente comienza con dolores en el vientre. Ante la inminencia del parto, aconsejado por mis cuatro años de estudios de medicina, decido llamar a una ambulancia para que un médico se haga cargo de la situación. Ella se niega; quiere que me ocupe de personalmente de todo, ya que le inspiro confianza. De pronto, como por arte de magia, aparece una enfermera que busca afanosamente un par de tijeras; las encuentra y luego las coloca a desinfectar en agua de colonia junto con unos trocitos de hilo. Entonces, el miedo comienza a fluir por mis poros con un sudor helado. Me imagino cortando y ligando el cordón umbilical de un recién nacido (eso si el parto se produce con naturalidad), y maldigo el momento en que me dejé envolver por esta situación. Pero advierto que ya no puedo evadirme. La mujer contempla su globuloso abdomen y grita, doblándose hacia el pie de la cama. Luego se echa hacia atrás mordiéndose los labios, y me aprieta la mano con insólita fuerza. De pronto, se relaja; dice que no va a tener un hijo y me pide que le alcance la máquina fotográfica, que es estupenda y me la quiere mostrar. Aprovecho la divagación y llamo a un hospital para que envíen una ambulancia. A los pocos minutos llega un médico; la revisa contra sus deseos y diagnostica que está en trabajo de parto. Por lo tanto, decide llevarla al hospital. Comparto su opinión y la bajamos en el ascensor, acompañados de sus gritos. Lucha con desesperación, negándose a entrar en la ambulancia. Hasta que se escapa y vuelve corriendo al departamento. La sigo, confundido y casi harto de la situación, cada vez más absurda. Y me quedo a cargo de esa mujer de dudosa cordura, secundado por una enfermera de dudosa idoneidad, para asistir a un parto corolario de un embarazo que no existe, pero que fue confirmado por un médico que sí existe, o que existía, pues se evaporó en la noche, blanco y etéreo como un fantasma.
En una agenda encuentro el número de teléfono de su padre y lo llamo. Para mi alivio, a la media hora llega. Le expongo los últimos acontecimientos y él me observa extrañado; parece no comprender lo que le digo y, tras explicarme que su hija no está ni estuvo nunca embarazada, entra al cuarto y la saluda. Acostada y tranquila, ella oculta el abdomen con las piernas, levantadas por debajo de las sábanas. Al salir, el hombre cierra la puerta y me despide.
-Muchas gracias, joven, pero vea, no se preocupe más. Ella, le repito, no espera ningún hijo. Lo que sucede es que está enferma; es alcohólica. Ya está en el último grado de la enfermedad y la afección del hígado le ha hinchado el vientre de esa manera. Así me lo explicó su médico hace unas pocas semanas. Comprendo que esté confundido, y disculpe todas estas molestias. Usted también necesita descansar, así que, váyase pronto a su casa, que ya se ha hecho muy tarde. Y nuevamente, le agradezco su interés y preocupación.
Logro emitir un saludo y, abandonando la idea de esperar el ascensor, bajo a los saltos por las escaleras. Afuera, respiro el aire fresco de la madrugada con voracidad.
Varias semanas más tarde, cruzando una plaza, la encuentro sentada en un banco. Está sola, y arrulla con ternura un bulto envuelto en delicadas mantas. Siguiendo un natural impulso, intento acercarme a ella para averiguar lo que esconde entre sus brazos, pero finalmente me detengo y, contra mi voluntad, sigo mi camino.
Sé que cuando afloje y me vuelva, ella habrá desaparecido.



Texto agregado el 04-02-2004, y leído por 968 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
20-08-2005 porque siempre tenemos miedo a mirar atras,a volver,a seguir,uffff,si hubieras vuelto,seria el mejor cuento que he leido,aunque no escribo que este mal ahora por el contrario,es genial.-*5 KARYNNA
29-07-2004 De casualidad me he chocado con este cuento, excelente!. Si todos los escribes con ese juego de alucinación, me quedo por aquí siguiendote. kaia
15-05-2004 Muy bueno... saludos y estrellas aurinegro84
05-02-2004 Inquietante final. Me ha gustado. Saludos juanrojo
04-02-2004 Que gusto encontrate, tus textos son originales, de un estilo diferente y especial, claro además de estar relacionados todos con la medicina. Se leen corrido y con agrado. Saludos meci
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