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Siempre tenemos una manera limitada de ver las cosas. Y esa manera limitada de ver las cosas es absolutamente válida, porque es lo que nos define.

Si pretendemos entenderlo todo, ese todo interpretado por nosotros siempre será entendido e interpretado a nuestra manera, a nuestra limitada manera.

Son precisamente los errores lo que nos da a entender, a nuestra conciencia, de nuestro limitado entendimiento. Pero, tales errores, cuando nos topamos con ellos, tendemos a achacarlos a las cosas que creemos que son por nosotros plenamente entendidas y rara vez achacamos los errores a un entendimiento limitado de parte nuestra.

Creemos entender, pero nos cuesta darnos cuenta de que por ser limitados (y por tanto cosas definidas dentro de un todo o de una vastedad) solamente interpretamos.

Por ser seres limitados y por tanto definidos dentro de toda una enorme variedad de otros seres definidos con características distintas a la nuestra (es decir, con límites distintos al nuestro), la única manera de sentir que no nos hallamos en un medio hostil consiste en familiarizarnos con todas las otras cosas – de las cuales hacemos parte por ser todos parte de un todo – mediante una interpretación que hacemos del todo realizada a nuestra manera – “Amaestrar”, “Domesticar” son palabras por nosotros conocidas. “Sistema” es otra palabra por nosotros conocida y quizá también necesaria. Vale preguntarse: ¿No existe acaso un sistema natural en el cual todas las variedades – toda la vastedad – es posible? Pero tendemos a idear sistemas cuya función consiste en igualarnos, aún cuando otorguemos matices a esa igualdad (unos más otros menos). Pero, siendo el todo vasto y variado, pleno de seres definidos, limitados, con características diferentes y, no habiendo un modelo que nos sirva, así como no hay un centro en el universo ni un solo cuerpo sin movimiento ni cambio, es decir, siendo todo variedad y toda ella limitada en cada uno de sus cuerpos ¿Qué usamos como modelo al idear un sistema que pretendemos que funcione para todos? Es decir ¿Qué o cual de los cuerpos limitados que hacen parte del todo se proyecta sobre nosotros? Es decir ¿Qué impone o materializa su interpretación personal del todo y coloca a todos en su sistema? – Preguntar por “Quién” en lugar de “Qué” es darle una preponderancia al ser humano que interpreto que no se merece.

En otras preguntas ¿A qué se obedece?

Pero entendemos que el sistema natural es vasto y está repleto de cuerpos y que el sistema natural mismo busca conocerse y que por tanto nada más natural que los cuerpos busquen conocerse a sí mismos y a otros cuerpos y, que al hacer tal cosa, los más pequeños – por hacérseles difícil el conocimiento de los más grandes – busquen imponérseles y necesiten crear sistemas de imposición, porque el grande no necesita al pequeño mas el pequeño sí necesita al grande, el grande simplemente se alegra de la existencia del pequeño mas este último necesita realizar esfuerzos enormes para conocer plenamente al grande y, entre varios lograrán reducirlo y así tomar de sus fuerzas. Viéndolo de esta manera estamos hablando de una cosa natural, incluso la creación e imposición de sistemas es parte de una necesidad natural.

Entonces ¿Cuál es el modelo que usamos en un universo vasto, variado y compuesto de cuerpos limitados, definidos y distintos, a la hora de crear un sistema que nos abarque a todos? Respuesta: no hay modelo, simplemente obedecemos y reaccionamos ciegamente a la necesidad y, ¿cuál es esa necesidad? La necesidad del universo, del todo (o de un todo) de conocerse plenamente a sí mismo.

Los grandes, en un sistema (en un parasistema), siempre sirven de alimento a los más pequeños. Los grandes (no importa si obligados, esclavizados o mediante un acto generoso de voluntad propia) siempre levantan a los pequeños para que éstos se sientan grandes. Muchos de los pequeños así levantados abusan, perdón: todos los pequeños así levantados abusan… pero son pequeños, y estamos obligados a hacerles sentir grandes… ¿Entendemos acaso por qué?

Cuando hablo de grandes y pequeños me refiero a una cualidad natural que existe en el sistema natural así como hay frutos maduros y los hay verdes y frutos variados entre sí, algunos grandes y otros más pequeños. Pero tal cualidad de grandes y pequeños no obedece a ubicaciones dentro de un parasistema (a un sistema que no es natural, a un sistema creado a posteriori del único sistema que creó lo existente con toda su vastedad, variedad). Por lo tanto ningún parasistema o sistema artificial puede realmente definir lo que son individuos grandes o pequeños. Deseo expresarlo de otra manera: el más más de un sistema artificial (creado por el hombre) tiende a ser un ser pequeño natural y el menos menos puede ser un ser grande natural - (¿De ahí “los primeros serán los últimos y los últimos serán los primeros”?).

Y es que cada sistema artificial tiende a funcionar mediante escalas de valores y a colocar a los individuos mediante tal escala (o tal vara) en el sistema artificial. Por lo tanto el más más tanto puede ser el que más trabaje o el que más acumule o el que más tenga conocimientos o el más altruista (el que de su última camisa por otro) o el más generoso o el que más mujeres tenga o el que más haya matado (mi padre, por ejemplo, consideraba a los individuos según los autores o el tipo de literatura que leían – esa era la vara que utilizaba para hacerse una idea de la gente -. Mi abuelo materno, por otro lado, consideraba a la gente según su capacidad de producir dinero. Mi padre y mi abuelo materno se anulaban mutuamente y cada uno se tenía en muy alta estima a sí mismo (cada uno tenía una moral). Si se nos ocurre considerar la escala o la vara de medir apropiada que puede surgir de entre ambos, el hombre culto y rico, no haríamos más que crear una escala nueva dentro de un sistema propio nuestro que creeríamos más perfecto. Pero, el individuo considerado dentro de una escala en una posición alta no es más que un individuo que consideramos como “grande” dentro de un parasistema o sistema artificial creado por los valores del hombre, lo cual siempre da consideración. – Los valores no son más que proyecciones nuestras. Medimos según nuestros valores, pero no son más que proyecciones de una cosa limitada, definida, es decir: de uno de los cuerpos del universo. Por otro lado, los valores de un sistema al cual pertenecemos – circunstancial – son creaciones del sistema necesarias para que éste subsista ya que sin tales valores el sistema no tendría ningún sentido, ni siquiera tendría movimiento y, ¿qué significaría entonces “Superarse”? ¿Me “supero” dentro de un sistema o me “supero” según mis propios valores? – Vaya una pregunta. Pero son quienes se superan dentro de un sistema quienes lo mantienen. Y ya he demostrado que los sistemas, los parasistemas, son necesarios (por lo más hermoso de todo: es el universo conociéndose a sí mismo)
Pero ¿Qué es más grande: el ser que se supera en los valores del sistema o el ser que se supera en sus propios valores? ¡Vaya otra pregunta! Sólo se es “más grande” según los valores… pero todos los valores son creaciones artificiales.

Texto agregado el 19-11-2006, y leído por 90 visitantes. (0 votos)


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