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“La mejor forma de arrancar es quedándose en el mismo sitio….”, me había dicho el Hueso, un amigo ladronzuelo de almacenes y esquinas de paseos peatonales. Supe que era cierto (lo de ladrón y lo de quedarse ahí mismo) cuando fuimos a comprar el pan para la once, y no sólo llegamos con el pan sino que también con cuatro enormes paltas que el Hueso se había granjeado en esta compra. Recién ahí caí en la cuenta que mi amigo corría a buscar su gabardina para acompañarme. Cantidad de bolsillos grandes disponibles, aun en verano… Y en la disertación de sus artes, concluía con un corolario que rezaba: “es lo que hago cuando cartereo en el centro, doy la vuelta en redondo a la manzana y me gano justito detrás de los que me andan buscando. No falla…” Me debatía entre la admiración y la condena. Rara cosa la vida…

Y todo este preámbulo ¿a título de qué?..., pues no estoy seguro, pero partamos con decirle que me enamoré hasta la médula de usted cuando la vi por primera vez en la casa de la San Gregorio, una morenaza de unos 21, y yo un mocoso que iba a cumplir los 11, payaseando para mi familia un mameluco para el sexto básico que me quedaba un chiste: corto de tiro y de piernas, largo de mangas, al punto que hacía como el espantapájaros de Dorothy y corrí hacia mi gente, cuando mi pupila se tropieza con usted y no veo el alambre para colgar la ropa que se me cruza en la carrera y doy con la nuca en el suelo… Demás está decir que me quería enterrar ahí mismo. La vida es cruel…

Las segundas visiones son esporádicas y multipropósitos. Mi primera erección que coincidió con una desmitificación de mi santa madre, es culpa suya pues señora. Mi madre le contó un chiste cochino y usted llegaba a llorar de tanta risa. No sólo lo había comprendido, sino que le había gustado, y el tenor, que sólo escuchaba de los muchachotes, pensé que no lo manejaban las damas. ¡Menos mi mamá!... Luego me repetía la imagen en donde usted y yo protagonizábamos el chiste. Un hallazgo, y casi le digo a mi mamá que me llevara a la Posta de Urgencia porque creía que me había picado un bicho. La fiebre ni la hinchazón cedían. Cuando salí del baño, la vergüenza de verla ahí, tomando té en la mesita de centro con mi madre, comenzaron el deshincharse y contribuyeron a deshacer el misterio, que, a contar de entonces se sucedería periódicamente. La vida es chocante…

Otra visión es de usted con mi papá. El cuenco de la mano suya sobado por el pulgar de mi padre. Eso en la casa de usted, cuando mi madre me había encomendado a buscarla para invitarla a tomar once, y usted, simpática y todo le decía a papá que nó, que cómo se le ocurría, si se podía valer sola con sus hermanos y con los estudios nocturnos… Mi irrupción, que logré simular como accidental luego de un rato de jugar al espía, concluyó con un cambio abrupto de actitudes, mi padre saludándome incólume con su sonrisa de fraile y usted, vecina, encendiendo su blanca sonrisa con un rubor, que lejos de enrojecer sus pómulos, los hacían más brillantes y morenos. Y ni hablar de esas aceitunas que me miraban. Nunca la había visto tan de cerca ni me había visto tan niño… La vida es injusta….

Después, la divisaba con su horda de pololos, sus hermanos, los demás vecinos. Adoraba sus pantalones blancos y su blusa celeste, arremangada cuando se iba al Liceo. Disfrutaba de esa visón crepuscular, todo ajustado a su figura cimbrosa.
Hasta que nos cambiamos de casa a otra población, que si bien quedaba relativamente cerca, disminuyó dramáticamente la frecuencia de sus visitas. Soñaba a menudo, y trocaba las sexys italianas del cine por usted. De vuelta del colegio, procuraba desviar mi largo camino pasando cerca de la casa suya, pero rara vez la vi. Hasta que di con su hermano Marco, el bueno para la pelota y que se estaba probando en el Unión América, y me invitó a pasar a tomar un vaso de agua porque me vio mientras regaba el cañaveral del jardín. Creí que estaba solo, pero justo usted estaba en cama lista para levantarse, con camisa de dormir. El liceo nocturno hacía que usted se levantara a mediodía, y como no dije nada, no supo que yo andaba en casa porque soy así de silencioso, y más encima estaba acostumbrada al trajín de sus hermanos. La transparencia, el comprobar que dormía sin sostén ni calzón, la negritud de sus grandes pezones translúcidos, y la expresión de grata sorpresa cuando salió del baño con la toalla rodeándola y el cabello mojado, perpetraron en mí toda suerte de devaneos mágicos y mojados hasta mucho tiempo. Hasta hoy, seamos honestos. Fue la primera vez que me besó en la mejilla y sentí el olor a shampoo y jabón y pude observar los poros de otra mujer que no fuese ni mi madre ni mis hermanas… La vida es una hembra…

Pero se casó. No supe con quién ni adónde se mudó. Y jamás, pero jamás pude perdonarla. Los años transcurrieron y recién ayer viene usted con este cuento. Que tiene hijos, y está separada. Que echaba de menos a mi madre y que se encuentra conmigo grande y todo un hombre después de tanto tiempo, que si recordaba cuando la vi casi en pelotas en la casa de la San Gregorio, y que jajajá qué vergüenza, Dios mío… Claro que sí pues, pero no le confesé que pensarla continuamente me aceleró un año después el descubrimiento de la autocomplacencia mientras leía un cuento de Skarmeta. La vida es sensual…

Más…, hoy… ¿así?...,¿muy pero muy gorda y con varios dientes de menos…? ¿Sin la gracia y la sensualidad de entonces…? aunque debo reconocer que con algún atractivo aún…, le recomiendo que intente con papá, que aunque viejo, todavía le hace empeño. Por ahí creo que le resultaría el baile. Que le vaya bien. La vida tiene varias ventanas…
No. Por nada…

“Si no puedes convencerla, confúndela”, palabra de San Hueso.

Texto agregado el 03-02-2004, y leído por 614 visitantes. (20 votos)


Lectores Opinan
03-04-2007 Redondito mi estimado, se maneja a tal punto que no te das pausa, lo lees de corrido, es ameno, jugoso y a la vez sencillo y claro, tus *****y suspiros sureños. cochalluyo
09-11-2006 Jajajajaja, buenisimo; dos palabras: FENO MENAL... Te dejo ***** lord_useless
11-10-2004 Oh! Venicio, es un texto espectacular. Me he quedado sin palabras, he terminado sin aire, de lo ansiosa que iba recorriendo tus palabras. Un beso Galatea
15-09-2004 Y sí, esta vez mi percepción no me falló. Debía leerte. Este texto (lo 1º que leo de tu autoría) es maravilloso!. El lenguaje, cotidiano e inteligente... las ancedotas, como imágenes fotográficas, que causan gracia y desencanto. Genial, realmente genial. Mis estrellas. Oliveria
15-06-2004 Muy buen relato..., perfectas sentencias y ambientes..., humanas paradojas...y la vida (aveces) amarga. Mis afectos. CalideJacobacci
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