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Inicio / Cuenteros Locales / jonh / El Infiernillo - Cap. V - El Traidor De La Secta

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“Esa horrible secta, este madito Infiernillo, es insoportable”

Han habido un enorme numero de sectarios, aunque no me crean un cuarto de la población juvenil perteneció a este grupo, ya sea por perversos o por ingenuos, también a habido quienes trataron de escapar y muy pocos lo lograron. Este capítulo trata de un sectario en particular llamado Jorge Gutiérrez.

Tuvo un nacimiento normal y una infancia normal, mas el destino trágico produjo que sus padres muriesen a manos unos ladrones, algo que aunque trágico sucede a diario, el hermano de Jorge lo tomó a su cargo, pero su hermano era miembro de la secta, por lo que Jorge también fue llevado allí y fue allí donde se crió, diferente de los demonios, de quien era punto de burla; diferente de los humanos comunes que nunca entenderían su sentir
Su principal instructor fue Roger Dark, que en aquel momento era general demonio, Roger desde joven había tenido prejuicios contra los ángeles y los mortales aunque en los últimos años esto había disminuido.
Como ya sabrán, Lucifer se centró sus planes en atraer a los jóvenes a través de sus emociones y deseos, es así que Jorge es enviado a traer a una joven muchacha llamada Gina, tenía un carácter muy noble pero sentía rencor hacia su padre por no haber salvado a su madre del accidente automovilístico que sufrieron

Ese fue el primer contacto con los humanos normales que tuvo Jorge, estaba completamente centrado en su misión seducir y traer a Gina, la encontró por primera vez en una juguería, aunque generalmente estaba con amigas y amigos en ese momento se encontraba sola.
- Hola – le dijo a Gina cuando la vio.
- Hola – le dijo con una gran sonrisa en el rostro.
- Te invito un jugo
- Bueno.
- ¿Parece que algo te perturba?
- Son… cosas personales.
- Me llamo Jorge Gutiérrez ¿y tú?
- Gina, Gina Sueji
Gina se sintió atraída desde el primer momento por Jorge, al cabo de pocos meses ellos ya eran enamorados y estaban celebrando su primer mes, en una feria, Gina rebozaba de felicidad, Jorge la alejó de la muchedumbre, fingiendo buscar intimidad.
- ¿Qué sucede, Jorge? – le preguntó extrañada en el callejón.
- Sucede que… hay algo que debo decirte.
- ¿Qué? – dijo sonriendo
- Tengo el deber de…
- ¿Deber de que habl…?
La oscuridad aparecieron tras ella, la tomaron y la envolvieron y mientras se sumergía ella le pidió ayuda a Jorge, quien se limitó a negar con la cabeza viéndola desaparecer con lagrimas en los ojos.
- ¿Está bien lo que he hecho? – Se preguntaba Jorge – señor Lucifer ¿es esto realmente necesario?, no sé porque pero estoy dudando.
- Obedece – le dijo Lucifer – es lo único que te pido, necesitaba a esa chica y te necesito a ti.
Gina era una chica muy atractiva, tenía la faz hermosa y también era una buena persona. Es preferible recordarla así, no como lo es ahora, Jorge se culpó toda la vida por haber llevado a Gina a un destino tan cruel como lo es la secta de El Infiernillo.

Después de aquella misión las demás chicas que tuvo que enviar no significaron nada para él, solo el recuerdo de Gina le atormentaba, cumplido los diecisiete años se le encargó la misión de ir por una joven llamada Miranda, era hermosa aunque un poco ruda de carácter, su rostro era muy parecido al de Gina, lo cual también le trajo malos recuerdos.

Desde luego que Miranda también tenía malos recuerdos, ella había escapado de su casa ya que su padre la maltrataba a ella y a sus hermanos, por lo que decidió fugarse e ir a la casa de su amiga más cercana, July.
Es noche lluviosa ella toco la puerta, cuando July fue a abrir la puerta se dio con la sorpresa de encontrarse con Miranda, la cual se desplomo producto de la fiebre que había pescado en el camino bajo la lluvia. Me encantaría decir que no volvió a ver a su padre pero no fue así.

Luego de un par de meses, la madre de Miranda falleció, en su lecho se encontraban sus hijos, la ultima palabra de la señora fue “huyan”; los hermanos no hicieron caso omiso a la palabra de su madre y huyeron de ese horrible lugar que nunca volvieron a llamar hogar.
Después de la huida de los hermanos de Miranda su padre comenzó a buscarlos y dio con el paradero de Miranda.
Ese día July y sus padres habían salido y habían dejado a Miranda con su abuelo, el abuelo fue a ver a un amigo y Miranda se quedó sola.
Bum, se escuchó en la puerta, bum, bum, se escuchó en la puerta, Miranda subió las escaleras mientras veía caer la puerta y entrar a su padre; el padre de Miranda estaba iracundo y fuera de si y vio a su hija subir por las escaleras.
Miranda rápidamente se oculto en el baño del segundo piso, su padre golpeaba la puerta con todas sus fuerzas gritando frases soeces y Miranda con lagrimas en los ojos sabia que la puerta caería tarde o temprano, sin embargo, una idea fugaz paso por su cabeza, vio una botella negra y esperó a que su padre entrara.
Cuando el padre de Miranda entró en el baño Miranda le vertió el contenido del envasa en la cara, su padre soltó un grito y retrocedió, retrocedió tanto que rodó por las escaleras y se rompió el cuello; la etiqueta del envase decía: “Ácido Muriático”
Miranda vivió feliz en casa de su amiga pero nunca pudo olvidar el rostro desfigurado de su padre.

Volviendo a la actualidad, Miranda se veía feliz, excepto por una cosa...
Saliendo de la universidad, Jorge se cruzó con Miranda e hizo su típico saludo.
- Hola – dijo Jorge.
- Hola – dijo Miranda.
- ¿Quieres tomar algo? – en mi opinión cualquiera cambia de rutina, ¿Cómo consiguió tantas chicas para El Infiernillo? , sin duda le tocaban las más fáciles.
- No – le dijo en una forma tan cortante que lo dejó con la boca abierta – tengo trabajo que hacer y no puedo, además no te conozco.
- Me llamo Jorge ¿y tú eres...?
- Miranda; ahora me voy, chao.
Se fastidió mucho y se dio cuenta que Miranda era especial (Eso o se había acabado su buena suerte) Al día siguiente la encontró en un restaurante local; sola.
- Hola – saludó – ¿me recuerdas?
- Si – dijo ella – el loco que me invito a beber ayer; ¿cómo te llamabas? José, Jonás, Josué...
- Jorge.
- A sí Jorge ¿qué quieres?
- Me preguntaba si este sitio estaba ocupado.
- No, pero yo ya me voy.
- Espera, ¿por qué me evitas?
- No te evito, tú eres el que viene tras de mí.
- Es que, tú me gustas.
- Pero tú no a mí, así que adiós.
Ella era muy ruda y a Jorge ya no le importaba Lucifer, solo quería conquistarla, cada vez se sentía mas atraído hacia ella. Era tanta su atracción que comenzaba a olvidar su misión.

Y muy poco tiempo después se dio su tercer encuentro.
- Quería disculparme por haberme portado así – le dijo Jorge cuando la vio en al universidad.
- Disculpas aceptadas – dijo ella.
- Pensé que podríamos comenzar despacio, siendo amigos.
- Bueno, creo que si podríamos ser amigos.
Se estrecharon las manos y allí comenzó su amistad, él se esforzaba por ser agradable, aunque ha veces terminaba cometiendo torpeza ella era feliz y él también, había llegado a olvidar lo que era y que lo que vivía no era más que una quimera. Pasó un año antes de que ella aceptara ser su enamorada y se día recordó todo y se sintió más miserable que nunca.
Recordó todo lo que había hecho comenzando desde Gina, pasando rápidamente por todas las chicas y llegando a Miranda nuevamente, su mente se destrozó y comenzó a llorar.
- Jorge… ¿Qué sucede? – Le dijo ella – ahora somos enamorados ¿Por qué lloras?
- ¡Soy un tonto! – Le dijo – ¡olvidé todo, nunca debí acercarme a ti!
- ¿De que hablas?
- Miranda – le dijo – en un principio el motivo por el cual quise enamorarte fue..., fue…, fue para llevarte hasta Lucifer.
- ¿Qué? – dijo ella sobresaltada.
- Yo pertenezco a una secta que reúne a jóvenes para que se unan a ella, y te quieren a ti, por eso vete, vete lo más rápido que puedas, temo que Lucifer ya lo sabe y que yo voy a ser severamente castigado, ¡VETE!
Sin embargo antes de que alguno de los dos pudiese decir algo la oscuridad apareció y los atrapó y en medio de la confusión perdieron la conciencia.

Despertaron encadenados en el salón del templo de lucifer.
- Bueno Jorge – dijo una voz desde un altar – por lo menos cumpliste con tu misión.
- Lucifer – le dijo Jorge – déjame ir ahora mismo.
- Te dejare ir no te preocupes, claro después de que a ti y a tu amiga le reformemos sus mentes y pueda quitarte el alma.
- No lo permitiré eso no me hará olvidar nada.
- Si no funciona te entregaremos la espada dorada y terminaras matándote como todos los demás.
- Maldito pelea conmigo.
- Si eso deseas, así será, hacia mucho tiempo que no peleaba, mañana te dejare enfrentarme en una pelea si sobrevives reconsideraré mi decisión.
Fueron llevados a un calabozo y Jorge se preparó para la pelea, Miranda se halla muy indignada y no le dirigió la palabra jorge en toda la noche, él entendía su enojo y se preparó para no morir al día siguiente.

Luego de veinticuatro horas fue vestido con ropas especiales de un marrón claro, en un bolsillo ocultó un pequeño papel que consideraba su tesoro más preciado.
- Bien – se decía Jorge camino al salón – le he arruinado la vida a muchas personas, debo ser lo peor, al menos me arrepiento. Por favor Jorge si ahora piensas que mereces morir recuerda que Miranda moría contigo, Debo de vivir al menos esta vez.
Llegaron al salón Miranda estaba un lado vigilada por un par de sectarios y Lucifer estaba en medio del salón con sus ropas blancas esperándolo para pelear.
- Bueno Jorge – dijo Lu – si sobrevives en estado conciente te dejare ventaja para que intentes escapar, si quedas inconsciente te matare sin que te des cuenta, realizare veinte ataques, si deseas puedes defenderte y atacar; ¿listo? Ya.
- Cállate y pelea... – dijo Jorge, pero recibió un golpe en una costilla.
- Uno
Los diez primeros golpes, él no los pudo bloquear, pero al llegar al onceavo ataque...
- Muy bien – dijo Lucifer cuando Jorge cubrió un rodillazo con ambas manos – lograste bloquearlo. Pero no el doce – saltó y golpeó su hombro, sin el traje le hubiese roto los huesos.
Lo cogió desprevenido y el resto de golpes fueron más intensos que los anteriores, hasta que al fin.
- Veinte – dijo brindándole un golpe en el estomago.
- Y veintiuno – dijo Jorge mientras le propinaba un golpe tan fuerte en la cara de Lucifer que este cayó al suelo.
- Bravo – dijo mientras se levantaba – te dejaría una ventaja de media hora pero después de este golpe tienes una hora para alejarte lo más posible de mí y llévate a tu novia.
- Miranda, tenemos que huir – dijo un aturdido y herido Jorge
- cincuenta y nueve minutos.
- ¡Vamos, Miranda!
- Está bien – contestó Miranda y corrió junto con Jorge, quien corría tan rápido como sus fracturadas piernas le permitían.

Tras una extenuante marcha se refugiaron en una cueva, las piernas de Jorge apenas si le sostenían y temía que pudiera haberse lastimado los huesos, miranda aun se hallaba turbada y enojada, aunque le habló.
- ¿Porque? Me mentiste – preguntó Miranda.
- Al principio – contestó Jorge – yo si quería traerte aquí, pasó el tiempo ya no pude, pero fue muy tarde, ahora mira donde estamos y todo por mi culpa.
- Y ahora ¿cómo saldremos de aquí?
- No podemos, a menos que abramos un portal y eso solo lo puede hacer Lucifer o algún otro demonio.
- ¿Y el resto del Infierno?
- No hay oxigeno.
- Y ¿viviremos aquí para siempre?
- No, debemos esperarlo.
- ¿A quien?
- Un elegido vendrá y destruirá el Infiernillo y todos los miembros de la secta volverán a ser como lo fueron antes.
- Parece un cuento de hadas.
- Pero espero que no sea así como tú dices.

Se oyeron unos pasos acercarse lentamente, al mismo tiempo una sombra de figura femenina se aproximaba, había pasado una hora, y Jorge se hallaba enojado, ya que esa era una mala pasada de Lucifer. De entre todos los sectarios tenían que ser ella.

- Gina – exclamó Jorge.
- Hola Jorge – dijo Gina en frente de la cueva – es gracioso ¿no? Tú me llevas a la secta y yo te llevo de vuelta a la secta.
- Ni lo pienses.
Ella tenía una espada y comenzó a atacar, Mientras Miranda se refugiaba en un rincón. Jorge esquivaba sus ataques y logró salir de la cueva, pero, poco a poco lo iba arrinconando hasta que llegó al filo de un barranco.
- Ultimas palabras Jorge – dijo Gina.
- Si, lo siento – en el momento en que Gina ataco, Jorge cogió la espada y la golpeó en la cabeza con la culata de esta, desmayándola.
- Gina – continuo hablando – lamento haberte hecho esto, te regresaré a la normalidad, al menos eso puedo hacer.

Dicho esto se derrumbó sin más, sus heridas y fracturas ya no le soportaban más, Miranda fue a socorrerlo y apoyándolo en su hombro lo ayudó a levantarse y lentamente se fueron del lugar para desaparecer en medio del infiernillo
Mientras caminan Jorge revisa en su bolsillo para asegurarse de que un permanecí allí su tesoro, ese viejo papel lleno de manchas de sangre y todo arrugado contenía un mapa del Infiernillo que él había elaborado en sus ratos de ocio y escondida de los demonios y sectarios, sonrió y deseaba entregar esto a los ángeles o ese elegido que el desconocía.


Continúa… Capítulo 09

Texto agregado el 18-11-2006, y leído por 174 visitantes. (1 voto)


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