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Inicio / Cuenteros Locales / jonh / El Infiernillo - Cap. IV - Demos Un Paseo

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“¿Quién diría que te fuese a conocer aún a pesar de la distancia?”

- ¿Soy el único que detendrá a Lucifer? – le pregunté a Gulliver.
- No, muchos te ayudaran, comencemos con alguien que conoces.
- ¿Quién?
- Adam.
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Fue la primera mañana (pero no la última) en la que Adam Brock despertó con la extraña sensación de que este día no iba a ser un día cualquiera, se alistó a toda prisa y pese a su apariencia de vago poseía una cualidad mental de lógica y deducción por encima de la normal.
Sin embargo era verdad que Adam era sumamente flojo y poco cumplido en sus deberes, lo peor es que lograba hacerlos en poco tiempo gracias a su gran ingenio y esto desquiciaba a muchos de sus maestros, mientras lo otros lo admiraban.

Y fue este el primero de sus días extraños, camino a la escuela divisó a un viejo amigo suyo en la otra esquina, iba a saludarlo pero se quedó inamovible, tuvo la visión de un desierto naranja bajo un cielo del mismo tono (aunque mas claro) donde un hombre de cabello negro se enfrentaba a su amigo, ambos con espadas sumamente extrañas, sin saber como había acabado el enfrentamiento regresó en si para ver as amigo que echaba a correr rumbo a la escuela.
- ¿Por qué tanta prisa, hoy no hay nada importante en la escuela? de seguro quiere ver a Luz”
Lo siguió a un paso más ligero, pero ya cerca de la esquina se dio cuenta de la enorme enredadera que cubría lo que era su colegio.

- Maldición – se dijo – debí haberme quedado en cama, bien puedo dar la vuelta, pero… esto es demasiado increíble y enigmático para dejarlo pasar, ni modo, vamos a hacer locuras.
Sonrió ligeramente y cruzó la calle a toda prisa rumbo a su escuela, una vez frente ella tomó aire y suspiró. Dudoso se adentro en el tétrico lugar y su primera impresión lo hizo pensar en dar media vuelta, de pared a pared, por los techos y partes del suelo se extendía el monstruo herbáceo, las enormes lianas jalaban a los niños que se aferraban fieramente a las escaleras y barandas, raspaban el suelo con las uñas produciendo un desagradable sonido que se confundía con los llantos, gritos, gemidos y demás formas de expresar su terror
Adam tragó saliva y cogió el hacha de emergencias cerca a la entrada, se apresuró en cortar tantas lianas como pudo tratando de salvar a los niños de inicial y primaria (las aulas de secundaria se hallaban en el otro extremo del edificio) los niños agradecidos y asustados salían a toda prisa del edificio. Ya había salvado a la mayoría cuando una liana lo cogió del tobillo izquierdo sorpresivamente alzándolo y haciéndole tirar el hacha.
Al pasar cerca de una puerta abierta, Adam logró empujarla con el pie derecho y la cerró cortando la liana y liberándose, pero cuando se creía salvado y impresionante numero de las lianas tumbó la puerta delante de Adam el cual sonrió con una expresión de “no se me ocurre nada” y fue abrazado por las la enredadera y llevado a través del agujero en la pared de donde procedían las lianas.

A primera vista parecían las ruinas de Marte y pensó que se trataba de un extraño sueño, pero luego de estar tumbado en el suelo durante un largo tiempo, Adam, decidió incorporarse y aceptar que el mundo que veía ante sus ojos era realidad.
Sin darle tiempo de reflexionar sobre lo ocurrido ni de reaccionar sintió un enorme peso sobre la espalda, había dos personas sobre él, Mateo y José, a quienes ya conocen, Juan cayó a un lado de Adam y se dio un golpe en la cabeza que lo dejó inconsciente.
Mateo y José se levantaron de encima de Adam y le ayudaron a levantarse, trataron de hacer reaccionar a Juan pero estaba en un profundo letargo así que lo dejaron junto a una roca para ubicarle luego.
- Mateo – dijo Adam – ¿qué a pasado?
- Amigo es un poco raro de explicar – contesto Mateo – debemos salir de aquí, creo que deberíamos seguir ese sendero de enredaderas, te explicaré todo en el camino.

Estuvieron andando entre las ruinas y desmontes, mientras Mateo se encargaba de contarle todo a Adam con lujo de detalles. Luz, la espada y el hueco en la pared. Sin embargo por error rozaron una de las lianas las cuales reaccionaron inmediatamente.
- Oh, ya no hay tiempo para mas detalles – dijo José asustado – estamos en problemas.
José salió disparado y los jaló a sus dos amigos los cuales también comenzar a correr luego de despabilarse. Había una cueva muy cerca pero Mato y José fueron alcanzados por las lianas, en el momento e que Adam iba ser atrapado alguien lo jaló hacia la cueva.

Adam estaba jadeante y volteó la vista para ver a su salvador, o mejor dicho su salvadora, había en ella algo que le resultaba familiar más no lo recordaba muy bien.
- Gracias – dijo Adam sin aliento – de verdad gracias.
- No hay de que, cualquiera hubiese hecho lo mismo, no es nada – contesto cordialmente la joven.
- Me has salvado la vida, eso es algo.
- Cualquiera hubiera hecho lo mismo.
- Creo que si, pero igual te debo una, por cierto ¿cómo te llamas?
- Silvia, Silvia...
- Claro ahora entiendo porque se me haces tan familiar.
- ¿A qué te refieres? Y… ¿cómo te llamas?
- Adam Brock.
- Esto es una tremenda casualidad.
- ¿Casualidad?, Yo lo llamaría destino.
Estos dos eran viejos conocidos, aunque nunca se habían visto las caras, ambos habían tenido varias conversaciones por Internet, hacia un par de años que se habían conocido y habían hecho amistad, ambos vivía en diferentes países lo que dificultaba su encuentro.
- Y dime Silvia – continua Adam – ¿cómo llegaste hasta aquí?
- Veras, estaba caminando por la calle, cuando vi un hermoso invernadero, sabes las plantas eran hermosas en el mostrador, entré y comencé a mirar las plantas que allí se encontraban; de repente escuché los gritos de la dueña del invernadero, salió corriendo, sin embargo, yo me descuide y la planta me logró alcanzar y me arrastró hasta un hoyo en la pared, por suerte logré liberarme, pero yo ya estaba del otro del agujero, en este sitio; y tú ¿cómo llegaste aquí?
- Veras una de mis compañeras muy amablemente hizo un enorme hoyo en la pared de donde salió esa abominable enredadera...
- ¿estas bromeando?
- Así lo contaron mis amigos, es que… yo llegué tarde a la escuela este día.
- Que dormilón que eres.
- Me vas dejar continuar ¿sí o no?
- Está bien no es para que te enojes.
- Bueno cuando entré esa enredadera, me llevó hasta acá.
- ¿Nada más?
- Que mala que eres conmigo – dijo poniendo rostro desdichado.
- Oh, lo siento – dijo sonriéndose – vamos tenemos que salir de aquí.
- Exactamente y creo que si destruimos a la enredadera regresaremos a casa.
- ¡¿Estás loco?! ¿Cómo se supone que podríamos destruir esa cosa?
- No, estoy perfectamente cuerdo, tampoco creo que prefieras quedarte aquí.
- Aun así ¿cómo esperas destruir a tantas lianas?
- Solo necesito acabar con el centro de la enredadera.
- Y ¿cómo piensas hallarlo?
- Siguiendo a las lianas, ¿Quieres dar un paseo?
- Yo te sigo, pero si una enredadera gigantesca me atrapa será tu culpa.
Mientras caminaban conversaban, aunque en voz baja por si las lianas reaccionaban al sonido, era la primera vez que sostenían una conversación verbal y era muy amena pese a la situación tan delicada.

- La verdad es que es bastante simpática – pensaba Adam – es una lástima que fuese necesaria esta situación para encontrarnos, bueno al menos no me engaño por Internet – y sonreía para su interior.
- Es muy gracioso – pensaba Silvia – pese a decir que es muy inteligente y todo se comporta de manera muy sencilla y amical, Aunque tiene un poco de soberbia, ¿o será que lo hace a propósito?

Tras seguir las lianas se toparon con un obstáculo en el camino, era una figura que iba bajo una capa de color crema.
- Ustedes – dijo un joven delgado y bajo de estatura, de unos veinte años que pasaba por allí – ¿qué hacen aquí?
- ¿Nosotros? – Contestaron nuestros jóvenes y asustados héroes – ya nos íbamos.
- Ustedes no son de la secta.
- ¿Cuál secta? – pregunto Silvia.
- Oh... – dijo sin preocupación el chico – al fin y al cabo lo sabrán ya que se unirán a ella. Lucifer desea expandir su cultura por todo el mundo y liberar al hombre de la opresión que es Dios.
- Okay – dijo Adam – esto se pone cada vez más raro.
- Bueno es mejor que los lleve al templo...
- No lo creo – interrumpió Adam mientras que en susurros le decía a Silvia su idea – verás tendrás que llevarnos a la fuerza.
- Y...
- Y no dejare que lo haga, ¡Silvia, corre! – dijo Adam y Silvia no perdió tiempo y corrió junto con Adam se agacharon frente al joven y se tomaron de las manos fuertemente sin darle tiempo de reaccionar al sectario, propinándole un golpe en la boca del estómago y haciéndole dar una voltereta y caer de espaldas sobre el suelo.
- ¿Sabias que eso pasaría? – pregunto Silvia.
- Lo supuse; – contesto Adam – el chico era delgado y probablemente muy fácil de tumbar, debido a que nosotros somas mas gruesos.
- ¿A quién le dices gruesa? – dijo Silvia mirándolo seriamente.
Sigamos caminando Silvia – dijo Adam, cambiando de tema frente al peligro.
- Si, sigamos.
- No quería hacerla enfadar – se decía Adam a sus adentros – pero es que el tipo era un palo con piernas, parecía que estuviese desnutrido.
Siguieron a las lianas que pronto y sin demora los llevaron a dos cruces situadas en un claro, se acercaron aunque si han leído el primer capítulo sabrán que se trataban de José y Mateo.
- Mateo, José – dijo - ¿qué hacen aquí?
- Estamos bronceándonos – dijo José en un tono irónico – desde luego estamos atrapados, ayúdanos.
- Creo saber la forma de liberarlos.
- ¿Cuál?
- Destruyendo la enredadera.
- ¿Estas loco?
- Lo mismo le dije – interrumpió Silvia – pero no escucha.
- Silvia. – Dijo Adam – si quieres puedes quedarte aquí, yo puedo encargarme de esa enredadera solo.
- No seas tonto – dijo ella – eres muy amargado, relájate
- ¿Silvia? – Preguntó José – así se llama ella.
- Sí – contesto Adam
- Juan a pasado hace un rato – dijo Mateo – iba tras de Luz.
- Esto es muy raro José – comento Adam – un chico le dijo a Silvia que una secta estaba tras esto, habló de Lucifer y eso no me parece bueno.
- A propósito – dijo Mateo - esta chica es de otro país ¿verdad?
- Así es – dijo ella.
- Bueno, Silvia ¿vienes conmigo o no?
- Claro que si tontuelo, vamos.

Pasaron largas horas tras reanudar su camino y su estado de cansancio se hacía notorio y a lo lejos lograron divisar un enorme bulbo de un intenso color verde, de donde todas las enredaderas se centraban y había cientos de jóvenes y niños crucificados como José y Mateo. Mantuvieron distancia y se ocultaron tras una roca
- Adam – dijo Silvia - ¿qué hacemos?
- Déjame pensar – dijo Adam – creo que si pudiera llegar a la cima de ese cerro podría empujar la roca que se halla en la punta y aplastar a la hiedra como la cucaracha que es.
- Pero como lograremos llegar hasta allí.
- No lograremos, si no lograr, Silvia puedes distraer a la enredadera.
- ¿Qué?, Pero... esta bien hasta ahora nunca has fallado en tus planes.
- Gracias.
Y Silvia salió de la roca donde se hallaban ocultos para llamar la atención de la enredadera, el plan funcionó y la enredadera puso toda su atención sobre Silvia.
Adam salía con total cautela por el otro lado de la roca, No era un cerro empinado ni de gran altura por lo cual Adam logro escalarlo sin dificultades.
- Adam – grito Silvia desde abajo – apúrate, ya me cansé.
- Espérate un poco mas – dijo Adam al mismo tiempo que comenzaba a empujar la inestable roca.
La roca cayo y aplasto el enorme bulbo donde se concentraban las lianas, justo a tiempo ya que Silvia ya había sido atrapada, todas las hiedras comenzaron a desaparecer y las cruces se derrumbaron.
- Adam – dijo Silvia - ¿qué es eso?
- Creo que nos llevara a casa – contestó Adam.

En el lugar donde aplastaron el bulbo un enorme hoyo había aparecido, del cual una luz multicolor resplandecía
- Que pasen primero los otros – dijo Silvia.
- Está bien – dijo Adam – vamos a despertarlos.
Mientras los despertaban Adam se dio cuenta de algo, el hoyo se iba cerrando de a pocas. Se apuraron y llevaron a todos hasta el portal.
- ¿Son todos? Silvia – pregunto Adam.
- Sí, son todos – contestó ella.
- Entonces Vámonos.
- De una forma extraña fue divertido.
- Sí, ve tu primero.
- Adiós Adam.
- Adiós, mándame un mensaje apenas llegues a casa.
Y Silvia cruzó el portal que la llevo a casa.
- Bueno no me pienso quedar aquí – dijo Adam y cruzo a tiempo el portal y salió del agujero solo para ver algo verdaderamente horrible. El cadáver de Luz.


Continúa… Capítulo 06

Texto agregado el 18-11-2006, y leído por 177 visitantes. (0 votos)


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