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III
Cuando el bueno de Darío no pudo retirar dinero del banco por dos semanas consecutivas, dos cosas resultaban inexplicables: una, como sobrevivió esas dos semanas, mas si tenemos en cuenta su rotunda negativa a pagar algo si no era con papel moneda (que solo le aceptaban aquellos comercios de los que era antiguo cliente) y dos: como nadie mas se dio cuenta de que los cajeros automáticos habían dejado de funcionar.-
Tal vez para justificar la segunda duda, porque la primera resulta injustificable e inexplicable, debemos decir que desde el año dos mil diez, diciembre trece, cero horas, para ser mas exactos, todas las operaciones comerciales, cualesquiera fuere su envergadura se realizaban mediante tarjetas bancarias.-
A partir de esa fecha, a nivel mundial, (salvo la extraña Cuba, se entiende) los niños al nacer recibían su certificado de nacimiento, su documento de identidad (que variaba de país en país) y una tarjeta bancaria que garantizaba que su portador era tal porque contenía también células madre de su cordón umbilical.
Esto por una razón de seguridad y también por una razón de salud, ya que dichas células madres, convenientemente almacenadas en un chip, podrían llegar a servirle en algún momento, y ojala nunca ocurriese, para salvarle la vida, aunque hasta la fecha de los acontecimientos que estamos narrando, nunca nadie fue salvado por una célula madre, y cada vez menos por sus madres.
Las susodichas tarjetas servían para absolutamente todos los menesteres de la vida cotidiana, con ellas se pagaba el colectivo, se compraban cigarrillos, se obtenían créditos e hipotecas, que obviamente eran pagadas con las mismas tarjetas, se lograba la habilitación para conducir o contraer matrimonio, mediante ellas y en sus cuentas asociadas se depositaban sueldos, jornales y honorarios, etc.
Tenían validez mundial y eran mundialmente aceptadas, lo cual las transformaba en un medio de total y rotunda aceptación que favoreció que en pocos días el papel moneda, el dinero, se transformase en un artículo de museo, salvo la excepción de Darío Piermarini, el cual, por su manía era visto como un ser estrafalario y antisocial, que de no ser por las diferencias físicas fácilmente se hubiera podido pensar que era el mismo Fidel Castro disfrazado.
Como es de imaginar la facilidad de su uso, las tornó en elementos indispensables, máxime si tenemos en cuenta que mediante su uso prácticamente se imposibilitaban los hurtos, robos y arrebatos de dinero, ya que las susodichas tarjetas eran de uso personal y en lugar de “pin” y “password” bastaba la impresión de las huellas dactilares, mínimo dos, que inevitablemente quedaba impresa en la tarjeta al usar de ellas.-
El no funcionamiento de las tarjetas bancarias (o de los cajeros automáticos) en realidad, en esas dos primeras semanas no fue tomado con alarma.-
Se culpaba a los fabricantes, casi todos de origen chino, acusándolos de plagio de productos de primera marca, a las empresas encargadas del mantenimiento y reparación que ocupaban mano de obra latina, hartamente caracterizada por su dejadez, a las empresas proveedoras de energía, que habían comenzado a tener mini crisis de producción energética que era sistemática y continuamente negada por el gobierno, o a las supuestas conspiraciones del gobierno cubano, siempre empeñado en desacreditar el capitalismo.-
Para esa época los gay ya no eran producto de vilipendios puesto que internacionalmente eran la mayoría de los votantes, por lo cual no eran culpados.
Pero a partir de la tercer semana de las observaciones primigenias de Darío Piermarini los acontecimientos se sucedieron en vertiginosa escalada, a las fallas de los cajeros automáticos, le sucedieron las de los ordenadores de los escasos cajeros humanos que aún había, luego las PC de uso hogareño impidieron las transacciones bancarias mediante lo que se denominaba “home bank”, luego dejaron de funcionar los postner, lo cual impidió toda transacción comercial, al cabo de muy pocos días Internet dejó de existir, los GPS no respondían a los requerimientos de sus propietarios, las comunicaciones satelitales cesaron.
Era como si el mundo hubiese retrocedido cien años.-
Imposibilitado de aceptar medios electrónicos de pago y caído en desuso el papel moneda, sobrevino el caos.
Quienes se quedaban sin combustible en sus vehículos no podían reponerlo, puesto que los expendedores no podían cobrárselo, como a su vez estos no podían reponer stock de las destilerías por no poder a su vez pagarlos.-
Pero tampoco podían comprarse los más elementales medios de subsistencia puesto que nadie podía pagarlos y la venta a crédito, sin tarjetas, era algo del pasado.-
Así, quienes eran los felices poseedores de algún litro de combustible en el depósito de sus vehículos, lo fraccionaban en frascos de cien centímetros cúbicos y lo canjeaban por harina, frijoles, carne o lo que tuvieran en ganas de comer o les ofrecieran sus poseedores.-
Aunque también es justo decir que hubo quien gastara el resto del combustible de su vehículo recorriendo cientos de kilómetros de pueblo en pueblo tratando de localizar algún cajero o algún comercio que hubiera escapado del flagelo.-
Y, como era lógico, los más desesperados llegaron a protagonizar hechos de violencia para poder apropiarse aunque más no sea de algunos litros de combustible.-
Al cabo de un mes la crisis había tomado proporciones inenarrables, los aviones no podían volar ante la ausencia de asistencia técnica y combustible, los barcos no navegaban, el comercio nacional e internacional se paralizó, Empire United, la mayor potencia del mundo no pudo tener acceso a sus reservas de combustible porque no le funcionaban las centrales bombeadoras, totalmente automatizadas, Chinesseland si bien seguía produciendo energía eléctrica a través de sus grandes usinas hidroeléctricas, no podía distribuirla por falta de respuesta en sus centros computarizados de distribución, la Comunidad Eurocaucásica veía sus lujosos trenes balas detenidos por no recibir energía de esas usinas, los fértiles campos canadienses, australianos y de Sud América se auto fertilizaban con sus sembrados pudriéndose al rayo del sol por no poder ser cosechados.-
No había medicina posible de practicar puesto que no funcionaban los complejos aparatos de rayos x, los tomógrafos ni nada que tuviera la más remota relación con un sistema computarizado, ni siquiera se podían otorgar turnos de atención ante la falta de computadoras.
Rápidamente los chamanes, los brujos y los curanderos pudieron hacer su agosto curando mediante conocimientos milenarios, siempre y cuando hubieran guardado estos en su memoria y no en notebook o en los I Pod.-
La enseñanza dejó de estar al alcance de los educando de todos los niveles, puesto que ya no había clases presenciales, sino únicamente las que se dictaban on line.-
La telefonía celular pasó a ser un añorado recuerdo y la fija un aparato inútil que entorpecía en cada hogar, no hubo mas diarios, ni televisión, ni radio.
En fin, no hubo más nada de nada cuatro meses después que Darío Piermarini no pudo retirar su jornal diario del cajero del Banco Nacional.-
Así las cosas, se tardó mas de un año en que los presidentes de todas las naciones del mundo, salvo el irredento Fidel Castro que aún perduraba en Cuba, pudieran ponerse de acuerdo para llevar adelante un conclave mundial y encontrar una solución, para lo cual obviamente, requirieron el auxilio del foro de Davos, del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional, invitando esta vez, como excepción, al Vaticano, para ver si este, por su llegada directa con el Gran Creador, podía interceder o al menos obtener una indulgencia que permitiera volver al mundo a la normalidad computarizada.

Texto agregado el 11-11-2006, y leído por 377 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
14-11-2006 Boa sua história Sergio, é interessante e divertida...bjs ternurinha2006
 
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