SOÑANDO CON MARIPOSAS
"Ya vienen".... su corazón se regocijó evocándo cielos anaranjados y arboles cubiertos de pequeños fuegos vivientes. Como un olvidado eco de su niñez perdida, creyó escuchar otra vez la sabia voz del abuelo.
"Son las Monarcas Juanito, ... "Papalotl" -así le decían los antiguos mexicanos-, no hay insecto mas valiente que ellas, ni mas hermoso, no señor, no lo hay"
Y aquella tarde, como tantas otras, abuelo y nieto habían espiado el horizonte para verlas llegar, cada uno con la ilusión de ser el primero en anunciar su retorno. Juan Manuel recordaba quedarse dormido para después despertar ante el grito jubiloso del anciano: "¡¡niñooo, levántateee, ya están aquíii!!" entonces, sus ojos jóvenes y sedientos, se abrían inmensos para beber sin medida el espectáculo fascinante de millones de pequeñas Monarcas llegando a los bosques de Oyamel en tierras Michoacanas.
"Vienen del norte hijo, de muy lejos, vienen huyendo del frío. Son increíbles, recorren muchos, demasiados kilómetros para llegar aquí. Si hubiera ido a la escuela te podría decir cuántos pero no lo sé. Sólo sé que son maravillosas". La voz del abuelo sonaba diferente cuando hablaba de las mariposas, Juan Manuel pensaba que parecía la voz de otra persona, quizás alguien mas joven, una voz llena de emoción y asombro.
Como si fuera un terrón de azucar en la boca diluyéndose lentamente hasta que sólo queda un dulce regusto, así se desdibujó el recuerdo del viejo.
Ahora, Juan Manuel ya no era el niñito de ocho años sino el joven de veinte soñando con un par de alas y en emigrar como las Monarcas.
"Quiero ser como ellas" pensaba. "Elevarme al cielo y recorrer todo el camino hasta el norte, ganar mucho dinero con mi trabajo"
A Juan Manuel le habían hablado de los peligros que enfrentaban los migrantes que soñaban con viajar a los Estados Unidos pero cuando pensaba en las mariposas todo le parecia posible: "ellas son tan valientes, tan fuertes, sobrevivientes por excelencia. Algo me habrán enseñado todos estos años de observarlas"
Y Juan Manuel se fue de su tierra natal sintiendo aletear en su alma un par de alas elegantes y simétricas. Tenía la voluntad puesta en un solo objetivo: llegar.... triunfar. Había iniciado el viaje al mismo tiempo que las mariposas regresaban al Norte después de cumplir con su ciclo de vida en su refugio boscoso. El cielo azul de abril se tiñó entonces de inquietos anaranjados, y siguiéndolas iba él. ¡Que importaban los pies sangrantes, la sed perenne, el hambre, los peligros y los maltratos! él era una mariposa como las que llegaban a su tierra y como ellas, llegaría a su destino.
El "Norte", los gringos y la tierra prometida, lo habían recibido como se recibe a una pequeña y repulsiva larva, pero luego él se habia vuelto una crisálida llena de promesas, para después emerger imago, adulto, alcanzando un modesto éxito como forastero en tierra ajena. Así, se había forjado una vida, se había reinventado a sí mismo pero nunca había olvidado su México, su tierra, cuya voz constantemente escuchaba por las noches, llamándolo: "Juanito, Juan, Juan Manuel..."
Igual que sus mariposas, un buen dia emprendió el viaje de regreso.
Juan Manuel espera hoy nuevamente por las Monarcas, las arrugas surcan su rostro, su pelo se ha teñido de blanco, ya no sueña con irse o regresar, sueña con ser como esos guerreros aztecas de los que su abuelo le hablaba, aquellos que, muertos en batalla, se elevaban hasta el sol y después de ayudarlo a andar por cuatro años se iban al tlallocan o al tamoanchan y se transformaban en pájaros o mariposas de diferentes colores, y pasaban el tiempo libando miel de las flores. El sabe que clase de mariposa desea ser: quiere ser una Monarca, lo desea con toda su alma.
Tigrilla.
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