Lejana
ausente
en otros brazos.

Mis noches culminan en locura
mi razón desaparece lentamente
y la muerte me acosa
dulcemente.

Decidí callar
error
asquerosa realidad.

Tu eres el cielo
la realidad que, atorada en mi garganta
asfixia el inducido coma de tu belleza.

Tu sonrisa
tus manos
tu cabello empapado en tinta nocturna
razones de la infinita dicha
ligada a tu existencia.

Lejana
ausente
tu nombre explota
en otros labios.

Mi días culminan en ausencia
mi demencia sale lentamente
por la ventana de mis neuronas
y la vida me acosa
comprimiendo
mis pulmones.

Decisión estupida
respuesta abrupta e innecesaria
asquerosa irrealidad.

Yo soy la tierra
la pastilla que, disuelta en tu sangre
dilata la pupila del botón de rosa
en tu ombligo.

Triste
atormentado
quebrantado
[y solitario].

Mientras que la luna
atestigua un beso
tu profana belleza
admirada por otra retina
tu cintura embebida de espinas
que dulcemente hieren
otra mano
se entregan a la sutil oferta
de un “amor”.

Esa mano indecente
que te lleva
al universo rociado con estrellas
culmina en una caricia tibia
mientras que mi boca
besa la botella
transmitiendo emociones que matan
abriendo mi estomago
regando mis adentros
en la baldosa de cualquier bar.

Lejana
ausente
en otra cama.

Tibia sangre
derramare
hasta que
regreses.