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Breve encuentro confundido


“¡Doctor! -gritó al cruzarse con nosotros en la calle dirigiéndose hacia mi - ¡que bueno que lo veo, Doctor!, ¿cómo esta usted?“– yo le contesté pausadamente – “Bien, bien, aquí estamos, ¿cómo va todo?” - y el hombre siguió como en un informativo tipo “flash”– “... ya la pasaron al gastroenterólogo que le pidió un estudio especial del estómago, por suerte como usted ya había sospechado, del corazón no tenia nada y mire que le hicieron todos los estudios, hasta ese del aparatito las 24 horas y no salió nada, esta mejor que yo, pero algo encontraron en el estómago, inflamado creo que me dijeron, si yo me acordaba de usted que fue el primero que nos alertó de esa posibilidad, ¡no sabe como agradezco su interés!”
– era como una ametralladora, intenté tranquilizarlo – “Pero por favor, no faltaba más, menos mal que pudimos solucionar y ahora le van a hacer los otros estudios, seguramente” – él consentía nervioso moviendo afirmativamente la cabeza – “¡Si doctor, ya mañana empiezan la rutina de estudios digestivos, por alli esta la cosa bien decía usted, nosotros estábamos tan nerviosos pero por suerte es algo menor, quizás una úlcera, pero nada comparado con lo que nos imaginábamos...!” – mi voz ahora era complaciente y trasmitía seguridad – “Bueno, mi amigo, me alegro que las cosas estén encaminadas, ya sabe que siempre estamos a las órdenes” – esto desató una gran sonrisa en la cara colorada del hombre, nervioso y deseoso de trasmitir su agradecimiento – “¡Muy agradecido, doctor, muy agradecido! Se va a quedar contenta mi señora cuando sepa que lo encontré, que lo pase usted muy bien!” – decidí darle un toque final de familiaridad – “Me saluda a la señora” – el hombre me contestó rápidamente dándome la mano con vehemencia – “¡Claro que si Doctor, tenga buenas noches!” – me despedí cariñosamente – “Igualmente para usted, nos estamos viendo”.

Mi amigo había contemplado toda la conversación guardando un respetuoso silencio. En el momento que el señor se alejaba me preguntó intrigado: “¡Pero mira vos! ¿Y desde cuando sos médico...? hace añares que trabajamos en la oficina y no estaba enterado che, ¿quién era ese tipo?” - le fui totalmente sincero – “La verdad, no tengo ni idea”.
Ahora estaba todavía mas asombrado: “¿Y la señora?” – siguió preguntando –“ Menos”. “¿Pero entonces como le seguiste la conversación si no sabes quien es?”. “Lo que pasa es que yo no se quien es, pero él estaba seguro que estaba hablando con quien quería hablar, ¡no viste que felicidad tenía de poder contarle toas esas cosas...! ¿Con todos los problemas que tenemos, todavía vos querés que le pinche el globo a ese hombre?, si él esta convencido que justo encontró a quien quería encontrar y que charló con su médico y para mejor cuando hable realmente con el médico, esos tipos tienen tantas consultas que no se va a acordar de nada y le va a decir que si, que todo estaba bien... ¡¡y todos felices che!!”.

Se ve que fui muy convincente porque mi amigo pensó un momento, se rascó la pera y estuvo de acuerdo: “Y pa que te voy a decir que no, si sí. ¡Tenés razón, hiciste bien!”

Y aclarado el punto, seguimos caminando en la noche Montevideana hacia nuestro destino.

La vida fluye.

Texto agregado el 22-10-2006, y leído por 122 visitantes. (0 votos)


Lectores Opinan
24-10-2006 Buenísimo!!!! El personaje del esposo me despertó cierta ternura. Cuántas veces uno busca en el médico esa especie de "madero de náugrago", tanto para las malas como para las buenas noticias.... chantal-deveraux
 
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