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Caracas es una ciudad llena de islas.

Armando y yo tomamos un cruce en la avenida Paez cuando de pronto pum y nada al mismo tiempo. Salgo o creo que salgo de algo que se llamaba coche porque fue todo como un sueño muy rápido y entonces es que creo que salgo porque lo que me vibra por dentro en la zona de pánico es Armando que estaba allí como tirado sobre el volando viviendo un sueño más afortunado que el mío que estaba compuesto únicamente por desastroza realidad.

El amigo muerto y nadie en la calle como no sé a qué horas de la noche y, recuerdo, en lugar de pedir auxilio quedé como sentado en un lado de la acera desangrando y acompañando al alma de Armando hacia su más allá, único, hermoso y siempre algo tan particular. Después llegaron las luches, las otras luces, los coches cucarachas, los robocop de uniformes, los sonidos de las ambulancias como aullidos de cucaracha y nadie con quien bromear. Vamos, vale: en un momento algo como una cosquillita de viento me hizo sonreír un poco. Vamos: Armando estaba bien, lo acompañé bien a su lugar.

Yo continúo aquí, pasaron años y ando como un poco destrozado, no por fuera sino por dentro, algo que no se puede ver. La ciudad es la misma y nada me traumatiza ¿Recuerdos? ¿Recuerdos de qué? otras personas muy distintas a mí han pasado por mi cuerpo, a cada una de ellas las he llamado yo y, ahora soy yo, un yo más que ya pasará.

A veces me sacudo y mi percepción del universo cambia, varía y sólo en esos momentos es que soy capaz de sentir un poco de continuidad en mí, así que conocí a María, ella lee cartas, pero no en televisión, ella lee las líneas de la mano, le quise contar un cuento de Cortazar que se llama así "las líneas de la mano" pero ella no quiso oir, en cambio yo, la escucho a ella y creo que a veces mi cuerpo se inclina hacia ella, con boca bierta, con ojos llenos de sorpresa porque ella se sale totalmente fuera de todo patrón, esa fuerza tan extrema con que está plantada, esa manera tan loca de ser tan única y que todo le resulta bien. Así que la sigo, no porque la ame o porque crea que la ame, simplemente porque entre su personlidad y la mía, o la falta de la mía existe como una pega me obliga a actuar así, es lo irracional. ¿Explicaciones? lo confieso: soy un hombre de explicaciones, me gusta explicarlo todo, me gusta contar, me agrada el poder de la palabra, sirve como para crearme una máscara sobre mi rostro que, a falta de palabras, me pareciera que se halla vacío, y es sólo con las palabras que siento que lo puedo rellenar... qué aburrido me siento al lado de ella. Ella quiere mi silencio y no utiliza palabras para explicarmelo. No me explico, ella no necesita palabras.

Así que estoy como un poco confundido con María y, para tratar de entender un poco el cómo es la cosa salgo entonces con amigos y les cuento sobre María y ellos me dicen que cuidado porque puede ser tal cosa o pertenecer a tal cosa y yo trato de defenderme o de defenderla pero no tengo de verdad nada que decir, sólo escucho y me doy cuenta escuchando tantas cosas que así como mis amigos con sus sabidurías y explicaciones son aburridos para mí así, de la misma manera, yo debo ser para María con mis explicaciones y asociaciones que considero talentosas, un aburrimiento también.

María no habla, no es que no se expresa, es que no usa las palabras; lo que dice sale de ella, sólo de ella, así que no tengo con qué asociar sus palabras. Pero sé, porque he leido mucho a lo largo de mi vida, que lo que me dice en el fondo se reduce a esto: es que no te atreves a soltarte de tu mundo. Si me lo dijera así, yo le respondería con violencia: "¿De qué mundo, de qué mundo hablas tú?" e intentaría demostrarle que sólo hay un mundo, que no hay más que un solo mundo - pero sé que no es verdad, y María no me da la oportunidad de responderle de esa manera.

Olvidé decir que María es dos años menor que yo.

La otra noche soñé que ella tomaba una barca y se despedía de mí juguetona dejándome un pañuelito y alejándose de la orilla. Pero bueno, yo me quedo aquí solo, creyéndome Rey.

... y mientras tanto todo vibra. Siento que de mi estómago algo se quiere reir de mí. lo que verdaderamente me asusta es que esa risa no es de burla, es de pura alegría. ¿Será que es la alegría la que se quiere reír de mí?

Texto agregado el 22-10-2006, y leído por 93 visitantes. (0 votos)


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