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Así la destructora de ciudades reía y murmuraba, en silencio, en calma; entre versos y maldiciones de las cuales una sigilosa sonrisa se escapaba de entre sus dientes cubiertos de sangre olvidada, de sangre marcada, de sangre envenenada. Finito el suspiro que marcaría el crepúsculo de aquellos trazos olvidados, de aquellos filos oxidados; sicarios benditos que me releven de mi dolor, mi pena mi placer.

Ambiciosa y sedienta, casi desnuda se posa sobre las ruinas; aquellos vestigios que se levantan entre una lluvia de brasas que cubren su cuerpo, lacerándolo, lastimándolo, pero a la vez, reconfortándolo. Sigue así, regocíjate de aquel horror fidedigno que trajiste desde los umbrales de tu aliento, deja que se haga presente en cada latido de ese frío, pero calido corazón, acaricia mi rostro con ese tacto frío que esconde una ternura malévola en cada palabra y sigue lo escarpado de mi mirada que se ha de perder en tus abismos que son los que me aprisionan. Te entrego el silencio; aquel sentido mítico que te envuelva en mis alas malditas, te entrego mi sangre que ha de curar tus heridas, te entrego mi miedo con el que has de encontrar la salida; y mis murmullos, que te sirvan de arrullo en las noches del mal, murmullos y lamentos que se pierden en la penumbra de tu aliento macabro, en tus huesos de hielo, en tu mirada de fuego. Así la destructora de ciudades cubre los llanos de un manto de hierro, ocaso que trae los horrores de la noche y de un rostro adolorido por golpes de miedo, por golpes de cieno; donceles que arrastrando cadenas muestran las espigas de la noche deseosa de compañía. Así la destructora de ciudades tiembla y jadea, ocultándose en los albores del misterio. La tierra se cimbre y cruje con un espasmo de mi pecho, las entrañas de tu cúspide maldita se posan sobre la flecha que sucumbe a través de mi mirada hecha añicos. Espero que estés contenta con la plusvalía de tu sangre derramada, la beberé del suelo y con ella limpiare mi valentía y he de forjar de nuevo su figura bordada, muere al escuchar mi nombre. Vuelo a la oscuridad, terciopelo de la noche que me envuelve, infiere temor al infierno olvidado y húndeme en pecado; envuélvela y despójala de espectros. Esta noche yo no duermo, vigilo su sueño.

Texto agregado el 25-01-2004, y leído por 175 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
05-04-2004 "le sang, le sang sur la neige, très propre, rouge et blanc, c'était très beau" Je te retrouverai toujours halfas
02-02-2004 quizas algun dia reveles a la musa... tiamatvampire
28-01-2004 Terribles carcajeate de todo. gatelgto
 
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