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SUEÑOS COMPARTIDOS

Al igual que todos las noches ella se sienta frente a su computadora y comienza a deambular por ese inmensidad de Internet. La noche esta tibia, el resplandor de la luna entra por la ventana, la luz tenue de la lámpara ilumina la habitación, el aroma a incienso y una copa de vino acompañan el peregrinar por el chat.
De pronto la ventana se abre como el telón del teatro y comienzan a surgir un sinfín de seres anónimos agazapados tras sus nicks, acechando a su presa.
La noche invitaba a dejar volar la imaginación, solo debía tener la intuición certera de encontrar a alguien que la acompañara en su vuelo.
Repentinamente surge él, como el bufón de la fiesta, retándola a usar su imaginación y ella dispuesta a cautivarlo tan solo por esa noche.
- Dime tú ¿eres la abuelita del chat?
- No, soy la lobita – Contesta ella
- A ver qué tan lobita eres y dime a qué te dedicas
- Construyo sueños, para que hombres como tú, los habiten.
- Oye abuelita cómo estai, a ver dime que sueño tienes para mí esta noche...
Ella le escribe:
“Nací con la boca abierta
para saborear los damascos maduros
en un cuerpo de mujer... “
A lo que él responde:
En un cuerpo de mujer, que algún día cruzaré la cordillera para ir a conocer y disfrutar..
Caminaremos tomados de la mano por las calles de mi Montevideo, te enseñaré los secretos que sus paredes guardan y fueron gestando la historia, vagaremos por mi territorio...
Recorreré tu territorio, de pies a cabeza, iré descubriendo qué escondes, cuáles son tus quimeras...
Dejaré que deambules por él, que recorras cada espacio, cada hueco, cada grieta, buscando lo invisible a los ojos, pero perceptible a tus sentidos...
Escucharé atentamente todo lo que tu boca de fresa calle, pero tu piel grite.
Gritaré de gozo cuando tus dedos inquietos incursionen en mí, serás mi explorador.
Tal como el explorador avanza por la selva virgen buscando aquello que no sabe lo qué es, pero su instinto de buscador lo guía, entraré en tus entrañas, bucearé en ellas, hasta que al fin...
Al fin habites el sueño que construí para ti.
Así como un juego, las palabras se fueron entremezclando, compartiendo quimeras y la habitación se fue invistiendo de erotismo y sensualidad, las manos se extendían tratando de encontrar aquel cuerpo detrás del telón.
Las conexiones se caen, las palabras quedan jugando en sus cabezas y la ilusión de volver a encontrarse en otro tiempo.
La semana transcurrió y sus palabras la acompañaron a diario, jugando en su mente como un rompecabezas que se arma y desarma.
Viernes otra vez, el ritual comenzó, el gran telón se levanta y él la esperaba.
Los saludos se intercambian, las palabras se entrelazan, los sueños compartidos se entrecruzan, formando un gran tapiz de afanes compatibles.
El ciberespacio como un gran titiritero que cree manejar a sus huéspedes a capricho, se divierte conectando y desconectando sus hilos, quedando las palabras colgadas por allí, pero el destino ya escribió su historia, que solo ellos sabrán leer...

Texto agregado el 03-07-2002, y leído por 570 visitantes. (0 votos)


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