Quisiera saberte a mi lado,
voltear a mi derecha y encontrarte postrada en mi lecho
cobijada únicamente por mi calor y consumida en un sueño
tan profundo que ni tan siquiera el mas fuerte
de los vendavales pudiese acabar con ese
sagrado instante de quietud.

Quisiera acariciarte con mi aliento
y que mis manos dibujaran tu silueta en el silencio de la habitación.
Admirarte silente bajo la tenue luz que desde la ventana proyecta la luna
y que poco a poco con el lento trasegar del tiempo
los segundos se conviertan en horas y las horas a si mismo en eternidades
para contemplarte hasta el ultimo de mis días.

Quisiera buscarte en mi memoria
y encontrarte entre los prados interminables de la imaginación
jugueteando sutilmente con la rosa de la soledad
y pétalo por pétalo deshojarla hasta acabar con su existencia
poniéndole fin a este dolor de tristeza que carcome mí ser.

Quisiera por un segundo dejar de soñarte,
quisiera no verte en cada mañana, en cada ocaso, en cada rostro.
Quisiera no sentir esta angustia que siento cuando tu presencia se hace cada día más lejana. Quisiera arrancarme del pecho este sentimiento que día a día se apodera de mí
y dejarte fluir como agua en manantial para que corras hacia otros ríos
y no compliques mas mi existencia, ¡Pero no puedo! no puedo desalojarte
de mi cabeza, no puedo dejar de sentir lo que mi alma y corazón quieren
pero que la razón castiga. Quisiera encontrar la manera de no desearte,
de no sentirte, de no buscarte,
por que eres ese hermoso árbol de maravillosos frutos
pero de mortal alimento, esa rosa de inigualable belleza
pero que guarda sendas espinas que estoy seguro atravesarán mi corazón.

Quisiera si no es mucho
estar presente cada día en tu sueño,
que el tiempo se devolviera mágicamente
y de nuevo encontrarnos, yo sin mi dueña y tu sin tu dueño.

Yumbo Valle, COLOMBIA 7 marzo de 2006