"Te amo pero estoy ocupada y la verdad estoy cansada, luego hablamos, ¿va?" El sonido de su voz iba y venía, in crescendo, como sirena de una ambulancia. La magia del efecto Doppler. La televisión brillaba y daba una iluminación lugubre a la sala.

"En serio, te marco al rato" Él sabía muy bien que no lo haría. Se le olvidaría o simplemente no tendría ganas. Cambiaba de canales pero no había nada. Nada. Medita y se recuesta en el viejo sofa soportando un dolor en su pecho. Es el corazón. Ve su foto, y cierra los ojos. Espera que la noche borre los indicios de esa conversación. Él la amaba pero ella prefería estar haciendo otras cosas que dedicarle unos minutos al telefono. Así ha ocurrido otras veces ¿Porque tendría que cambiar? La última vez que le marco ella le dijo que "una parte de él la deprimía"

Fue directo al baño, se quito la playera y se buscaba en su tronco, brazos la parte de él que la deprimía. ¿Talvez era su pecho velludo? ¿Eso podría deprimir a una mujer? ¿Eran sus dedos delgados y chuecos? Aveces en la escuela se daba cuenta como alguien espiaba sus manos y lo incomodoba. Una vez le habían dicho que tenía manos y dedos de alma vieja pero, no lo creyo. Se sento en el escusado observando sus pies, pasandose una mano en el cabello. Piensa en su voz. Piensa en sus palabras. Piensa lo dura que es. Piensa en la llamada que no entrara. Se oyen unos gatos fornicando. Parece el sonido de un bebe llorando. La Luna apenas y se podía ver. Era casí luna llena pero alguna pareja de amantes jovenes llegando a casa pretenderían que lo era. Los gatos siguen fornicando, no les importa nada. Se lleva las manos al rostro y trata de contener unas lagrimas. La ansiedad se lo come poco a poco. Desde la ventana ya se aprecia como de casa en casa van apagando las luces. En el escusado, nuestro joven amante sigue ahi, solo. Las cosas nunca le han salido como esperaba. Vino a esta ciudad porque le dijeron en la universidad que las ofertas de trabajo y la calidad de vida eran buenas. Lo eran para otros, no para él. Ha estado en un sin fin de empleos. Nada ni nadie lo motivaba, solamente ella.

Un sobresalto. Se levanta de golpe. Los latidos parecen romper su pecho. Suspira. Da un golpe a la pared. Piensa en las caminatas que ya no podra disfrutar, las velas en su pastel de cumpleaños que no soplara jamas, la sonrisa de ella al recibirlo, el arbol con sus iniciales, su familia, sus amigos, los discos que no podra oir, sueños y planes que ya no se realizaran. Coge la cuchilla de rasurar. Las nubes han cubierto la Luna. Hace un primer corte para tomar valor. Llora y ríe nerviosamente. Se corta ambas muñecas. Pasan los minutos y se tumba en el frío piso, se empieza a sentir ligero, ido, uno con el azulejo del baño. Ya no tiene fuerzas para levantarse, apenas y puede abrir los parpados. En ese momento suena el telefono. Y un ultimo aliento sale de su boca. El telefono sigue sonando. Sigue sonando.