- Vi a la policía, entonces creí que era conmigo, y salí corriendo y me mataron
- ¿Ellos te vieron? – preguntó San Pedro
- Ccclllaaro, fue por eso que salí corriendo
- ¡¿Y fueron ellos los que te mataron?!
- ¿La Policía?, Sí, San Pedro – dijo el chico de trece años.

(No consta que San Pedro fuese venezolano, pero si lo hubiere sido quizás le habría preguntado “¿Dónde vives?” y el niño le habría respondido que en un barrio)
-o-

El Hermano:

- La policía es de la cuarta. La policía es de la cuarta, mamá…, no tienes por qué arrancar el afiche de Chávez… la policía es de la cuarta mamá!
- Pero los Gobernadores son de la quinta – dice la mamá sin saber qué hacer en el momento de desolación que siente en ese momento.
- Pero la policía es de la cuarta, es de la cuarta, mamá! – dice el hermano colocándose la punta del índice sobre sus labios.

En el luto estaban pensando. Y luego vino un alcalde muy de pinga.
…

El afiche no fue arrancado de la pared, fue quitado de su sitio y colocado bajo la cama.
-o-

Esperaré:

(Este último microcuento, tercero de la saga, no es palabra porque la esperanza es silencio)
…

Y lo único que consolaba era que pasaban los días sin que le viniesen a ofrecer regalos para calmarla.