Sintió el cuerpo pesado, dolorido. Intentó recordar, pero su mente en blanco se lo impidió. Estaba confundida.
Oyó voces extrañas. Se asusto, los desconocidos siempre le provocaron temor.
Abrío los ojos con lentitud, con miedo; unas figuras borrosas la observaban en silencío.

- ¿Dónde estoy? - Atinó a preguntar con voz nerviosa.
- ¡Ya está! Tranquilícese. Ya pasó todo. Usted está en sala de emergencias, fue ingresada por un shock anafiláctico. – le dijo el médico de guardía.
- La encontrarón desmayada en la calle, cerca de Viamonte y Libertad; fue derivada de urgencia. La persona que la trajo afirmó no conocerla, pero dijó que unos minutos antes le había dado unas monedas de propina para que usted le cuidara el coche.
- ¡No! No puede ser, usted está equivocado. Yo no soy esa persona. Yo soy una distinguida dama, descendiente de una reconocida familía de la aristocracia porteña. Seguramente usted se refiere a la Chiruza, esa pordiosera que recoge basura en la calle. Siempre la veo dando vueltas por ahí, a mi regreso del club de beneficencia. Es más, hoy mismo la vi en la esquina del teatro Colón perfumándose con un desodorante que encontró tirado. ¡Qué bajeza! Creo que despues de hacerlo se desmayó. Seguramente debe ser alérgica a los perfumes o tal vez habrá sido por la falta de costumbre, Usted. Sabe como es esa gentuza.
Pero ... ¿Qué son estos andrajos, por qué estoy vestida así?

© Norberto Adrian Mondrik.