Nos despertò el olor a cigarrillo que comenzò a invadir toda la casa, recuerdo haber escuchado a mi padre maldecir, "....¡¡carajo apenas son las 8 de la mañana y la pinche vieja ya esta fumando!!".

Fuì al cuarto de la abuela, cuando entrè en su habitaciòn me pareciò ver que escondìa una botella de licor debajo de su almohada pero me hice el tonto. "Abuela que tiene?, usted nunca fuma tan temprano". Me mirò con ojos de loca y me dijo "Ay mijo, otra vez lo soñè", la notè temblorosa, estaba muy alterada. En otras ocasiones me habia contado que se le aparecìa en sueños un indio muy pero muy viejo que le decìa cosas raras en un idioma antiguo que ella no comprendìa.

"Alvarito, ahora sì le entendì, hablò clarito en castellano y le entendì todito mijo" "cuènteme Abuela" "espera deja prendo otro cigarro", "no abuela ya no fume, ya nos ahumò la casa y mi papa esta echando pestes" la abuela hizo caso omiso de mi comentario y prendiò otro cigarrillo, recuerdo que lo apretaba fuertemente entre sus dedos arrugados, le diò una gran chupada y continuò su relato: "El hombre me dijo algo muy extraño: "lloverà en tu parcela y tu tierra serà fecunda nuevamente con la semilla ancestral"
"¿¿abuela que rayos significa eso??" la abuela se encogiò de hombros, luego me mirò con ojos traviesos y sacò de su escondite la botella de licor, "abuela no sea asì, le harà daño", "Alvarito estoy muy nerviosa necesito relajarme un poco, es que si vieras a este viejito de mis sueños, da miedo....todo en èl me llena de espanto, he llegado a pensar es el mismo diablo"

Salì de su cuarto muy intrigado, que significarìa eso que me habìa dicho la abuela, ella no tenia tierras ni nada, entonces de que tierra le habìan hablado, de què parcela? què semilla? durante el dìa me olvidè del asunto, "locuras de anciana" concluì al fin.

Al otro dìa nos despertò un llanto extraño, primero pensè serìa el gato de la vecina pero luego de escucharlo me asustè, èso no era ningùn gato, mi padre maldecìa de nuevo, me levantè y me dirigì a toda prisa al cuarto de mi abuela, era evidente que el lloriqueo provenìa de ahì.

Cuando entrè me quedè helado; sobre la cama se encontraba una mujer joven muy hermosa, su rostro tenìa un aire remotamente familiar, estaba completamente desnuda, de sus magnìficos pezones manaba un rìo de leche, entre sus piernas ensangrentadas estaba un bebè recièn nacido de piel muy oscura, todavìa los unìa a ambos el cordòn umbilical; lloraba a todo pulmòn como si quisiera acabarse todo el aire de la casa, la mujer me miraba azorada, comprendì: era ella, y lo dicho en el sueño se habìa vuelto realidad.