Eulogio pensaba tanto en Teodora que una noche decidió sacarse los ojos para sólo verla a ella en su ceguera. Cuando la sangre de los dos nuevos agujeros aún caía recibió una llamada telefónica. Era Teodora: "Quiero que nos veamos en la esquina de tu casa para decirte algo que hace mucho tiempo ansío decirte". Al salir de su casa, un auto atropelló a Eulogio pues es imposible cruzar la calle sin ojos.

Una noche Eulogio se enamoró tando de Anita que decidió suicidarse para ya no estar tan enamorado de Anita. Cuando la punta fría del revolver chocó contra su cuello húmedo, él se arrepintió y decidió correr al teléfono y llamar a Anita. Pero en ese momento llegó Anita y se tropezó con dos ojos que se pudrían en el piso y cayó encima de Eulogio y él sintió cómo la bala se incrustaba en los agujeros de sus ojos. Murió Eulogio y Anita se volvió meretriz pulgosa e inanimada de los barrios bajos y rosados de la ciudad.