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El coche avanzaba por la desierta avenida sorteando los socavones mas grandes del asfalto a escasa velocidad. La chapa estaba totalmente oxidada, el parabrisas y las lunas hacia ya tiempo que habian desaparecido dejando tan solo restos de cristal desperdigados por el asiento trasero, y varios agujeros de bala en el capó atestiguaban que no era la primera vez que los militares lo usaban. Quizas ese fuera uno de los motivos por el que el viejo motor producia ese ruido como a latas arrastradas y no proporcionaba demasiada velocidad al vehiculo. El ruido seguramente se estaria oyendo desde lejos, rompiendo la clama de la desierta ciudad, pero eso le importaba mas bien poco a Jonh, pues el cansancio y la herida de su pierna le impedian andar largas distancias, y de todas formas la ciudad parecia vacia.

A los lados de la avenida se amontonaban los restos de lo que un dia habian sido coches, aunque aquelos amasijos de hierro tenian mas parecido con una escultura de arte moderno que con un coche. Luego estaba la acera, tan destrozada como el propio asfalto y luego los edificios... o lo que quedaba de ellos. En realidad no estaban tan mal si se comparaban con los de otras ciudades, pues aqui la mayoria aun se mantenian en pie, con los pisos superiores y alguna de sus paredes derrumabados, pero en pie, lo que hacia pensar que la ciudad no habia sufrido los intensos bombardeos y que los comabates nunca habían alcanzado la crudeza de otras zonas.

El sargento Jonh desperto cuando su cabeza golpeo el volante del coche. Por suerte la mascara de gas que llevaba amortiguo el golpe.
- Mierda, me he quedado dormido- penso para si mismo mientras alzaba la vista todavia aturdido. Se encontraba en una especie de pequeño carter, del tamaño de los que causa el disparo de un obus, y frente a el había un amasijo de hierros que tras el aturdimiento inicial quedo calro que eran los restos de un helicoptero, uno de aqullos enormes helicopteros de combate que habain surcado los cielos tiempo atras. Con cierta dificultad Jonh recogio se viejo AK-47 y se arrastro fuera del crater. Si habia alguien en la ciudad ya era seguro que lo habria escuchado, asi que debía permanecer alerta, pero ¿como iba a permanecer alerta si ni siquiera era capaz de mantenerse despierto?. ¿Cuanto tiempo llevaba sin dormir? Demasiado, demasiado tiempo. Necesitaba dormir para poder sobrevivir, para mantener los refelejos y la punteria, para poder correr o tan solo andar. Con paso vacilante y medio arrastrando su arma se dirigio hasta los restos de una antigua iglesia semiderruida, como todos los edificios de este maldito mundo.

El interior estaba oscuro y polvoriento. Montones de cascotes se extendian por el suelo, entre los restos de hileras de bancos rotos. Al fondo habia un viejo altar de piedra, que junto con varios bancos tumbados formaban lo que a todas luces era una improvisada barricada. El cadaver de un soldado se encontraba desplomado sobre el altar, y su sangre seca habai formado largos regeros sobre el marmol cubierto de impactos de bala. John hecho un vistazo a su alrededor tratando de buscar enemigos. No habia nadie. Nadie vivo, pues el suelo estaba cubierto de cadaveres. Avanzo empuñando su fusil y tratando de no hacer ruido, pues a pesar del cansancio su entrenamiento le obligaba a realizar aquel ultimo esfuerzo por sentirse a salvo.

No tardo en darse cuenta de que alli habia algo que no encajaba: las armas tiradas por el suelo junto a los cadaveres. Hacia ya años que ambos bandos sufrian falta de armas y de municion. Incluso recordaba haberse enfrentaado en varias ocasiones a soldados armados solo con cuchillos y palos. Al fin llego junto a la barricada. Dentro habia otro cuerpo y una caja de municion. John aparto el cadaver y callo rendido al suelo.


La luz se colaba por lo que hacia años debia haber sido una vidriera y que ahora no era mas que un agujero en la pared. John desperto poco a poco mientras volvia de sus pesadillas al mundo real. En cuanto su mente se despejo lo suficiente como para pensar racionalmente agarro su arma y hecho un vistazo sobre la trinchera hacia la entrada del templo. Nada. Jonh recorrio el templo con la vista de nuevo . Bueno, estaba de suerte. Aquello no habia resultado ser una trampa como habia temido antes de dormirse, y ahorra tenia una caja de municion y un monton de armas. La municion le duraria meses, y si alguno mas de los suyos llegaba hasta allí podria ofrecerles armamento. Si la ciudad estaba tan vacia como aparentaba podrian establecer alli una posicion desde la que coordinar los movimientos de la zona. Claro que por ahora tan solo estaba el, asi que no habia nada que coordinar.

Cogio un par de cargadores para su AK y luego salio lentamente de la trinchera. Se detubo a examinar los cuerpos. Como habia visto el dia anterior la mayoria tenia sus armas junto a ellos, incluso algunos llevaban cargadores completos, y los cuerpos no mostraban signos de descomposicion, asi que no debian ser de hace mucho tiempo. Una ligera neblina anaranjada se interrpuso entre la ventana y la luz del sol, dandole a toda la iglesia un aspecto aun mas tetrico. Esa era la respuesta. La ciudad debia haber sido gaseada hacia ya años, cuando la guerra aun guardaba cierta coherencia y aun habia tecnologia para realizar esas acciones. Por eso los cuerpos tirados con sus armas,de ambos bandos, intactos, pues el veneno habia hecho la zona inahabitable hasta para las bacterias. Ahora se daba cuenta de que algunos de los cuerpos ni siquiera estaban ensagrentados.

Aquello era una buena noticia. Si la ciudad habia sido gaseada hacia años aun podria encontrar suministros, tal vez pudiera encontrar una radio y comunicarse con algun otro destacamento. Hacia ya mucho tiempo que no establecian comunicacion con los altos mandos. Su regimiento habia pasado años en combate, aislados del resto, y por tanto habian tenido que tomar sus propias decisiones. Ahora, aunque ya solo quedara el, podria unirse a un nuevo regimiento y obtener algo de informacion. Quien sabe, la guerra podria haber acabado hace meses y el no se habria enterado.

Esperanza, volvia a tener esperanzas. Hacia tiempo que las habia desechado para poder sobrevivir, pues en algunas ocasiones la esperanza es una carga demasiado pesada que no permite apreciar las cosas con claridad. Aquellos que tenian esperanzas solian subestimar el peligro y acababan muertos. Desecho los pensamientos de su mente y salio de la iglesia. Aunque todo indicaba que estaba desierta, pues de lo contrario ya hubieran ido a por el, Jonh necesitaba comprobarlo. Las suposiciones y las esperanzas tan solo llevaban a acabar con un tiro en la sien.

Paso todo el dia en ello, moviendose al amparo de la cobertura que le ofrecian los cascotes, vigilando toda posible posición enemiga, con su fusil siempre preparado para escupir una mortal rafaga de fuego. Cuando ya anochecía decidio que ya era suficiente para un día, y se dirigió al edificio mas alto que aun se mantenia en pie de la zona. Era un buen lugar para establecerse. La posicion elevada le permitia dominar todo aquel sector de la ciudad, ver sin ser visto, y hacia muy dificil que lo sorprendieran. Busco una habitacion apartada y se acomodo en el duro suelo. Mañana trasladaria las armas hasta su nueva posicion, y con un poco de suerte acabaria de registrar la ciudad. Sin un pensamiento mas cayó dormido al instante.


Sus sentidos siempre alerta percibieron un sonido que rompia la monotonia, que mas bien era silencio, de la ciudad. Aun atraves del velo de sus sueños el leve ruido basto para despertarlo. En un momento se puso en pie, con su fusil en la mano, y trato de identificar el sonido. Parecia algo lejano, por lo que Jonh se ralajo ligeramente, y parecia un motor, aunque no podia asegurarlo. Hecho un vistazo con cuidado hacia las escaleras del edificio y cuando hubo comprobado que no habia nadie subio con rapidos y silenciosos pasos hasta la ultima planta que se mantenia en pie. Era un motor, no cabia duda, y tras un breve tiempo de escucha quedo claro que se acercaba.

Aquello echaba por tierra sus planes de registrar la ciudad, de encontrar una radio y de establecer una posicion para su bando. O tal vez no, pues tambien podian ser de los suyos. Pero Jonh preferia no confiar en suposiciones. Asi que permanecio agazapado hasta poder divisar el vehiculo que causaba el ruido.

Al poco tiempo un jeep militar doblo la esquina de la avenida que llevaba hasta el edificio en el que el se encontraba. Jonh tanteo sus bolsillos hasta que encontro una vieja mira telescopica, probablemente sacada del algun arma, y echó un vistazo a sus nuevos vecinos. Eran cinco, aunque uno de ellos estaba tumbado en la parte trasera y no se movia, por lo que debia estar muerto o herido. Herido, pues si estubiera muerto no lo llevarian consigo. Su equipo era el tipico, un rifle AK y poco mas. Sus simbolos no dejaban lugar a dudas, eran enemigos.



El teniente Graham bajo del jeep de un salto y 3 de sus hombres lo siguieron con rapidez. Entre los cuatro llevaron al pobre Gonzalez hasta un edificio cercano mientras Lerange se llevaba el jeep de allí. La ciudad parecia desierta, muchas lo parecian, pero en casi todas se ocultaban guerrilleros de uno y otro bando. Por ahora no habian encontrado ninguna de las marcas que los suyos dejaban para anunciar su presencia a quienes supieran su significado, lo que no era una buena señal. Si habia soldados enemigos era bastante probable que ya los hubieran detectado, y si dejaban el jeep junto a su refugio no tardarian en encontrarlos. Lerange llevaria a cabo la peligrosa mision de llevar el jeep hasta algun lugar de la ciudad y dejarlo abandonado alli, y luego regresar asegurandose de que nadie le observaba.

Entraron con rapidez en el edificio, que probalblemente en otra epoca habria albergado inumerables oficinas. La entrada era amplia, con unas escaleras algo precarias en la parte izquierda y una hilera de ascensores en la derecha. Los restos del muro que separaba la estancia publica de la parte dedicada a los guardias de seguridad y los recepcionistas estaban esparcidos por los suelos. Tambien se veian varios cadaveres derrumbados en diversos lugares. Sin necesidad de ninguna orden todos se movieron hacia las escaleras, pues quedarse en el primer piso seria un imprudencia y era imposible que los ascensores todavia funcionasen.




Jonh observo como uno de los soldados se alejaba con el jeep mientras los demas se introducian en el edificio. El del jeep probablemente trataria de alejar el jeep de la base, y tal vez tratar de encontrar algun apoyo. Los otros tenian un herido, y seguramente no se moverian en uno o dos dias al menos. A lo largo de sus años combate habia comprobado que, apesar del efecto en la moral de la tropa, lo mejor era dejar atras a cualquier herido que no pudiera moverse o que no pudiera disparar. Tratar de llevarlo a cuestas tan solo servia para retrasar al grupo y hacer su muerte mas lenta. Lo mejor era darles un tiro y dejarlos atras, aunque el nunca lo habia hecho, pues un ultimo resquicio de conciencia le obligaba a dejarles un arma con una bala para que ellos mismos tomasen su decision.

Decidio seguir desde la lejania al del coche para hacerse una idea de en que direccion dejaba el jeep. Aunque podria emboscarlo y acabar con el eso alertaria de su presencia a los demas, y todo se complicaria. Cogio sus cosas rapidamente y salio por la parte trasera de su edificio, a cubierto de miradas extrañas, y avanzo en la misma dirección en la que se habia ido el jeep. ¿Que iba ha hacer ahora? Lo primero era volver a la iglesia y coger toda la municion y armas que pudiese llevar, y luego buscar una nueva base. Debia ser un edificio alto y sin grandes aperturas que le impidiesen ocultarse. Despues tendria que vigilar a su enemigo y esperar a que llegasen refuezos, pues lo superaban 4 a 1. ¿Cuanto tardarian en llegar refuerzos? Toda la zona parecia desierta... podrian pasar meses. Y no debia olvidar el riesgo de que sus enemigos lo descubriesen... no podia esperar. El mismo acabaria con ellos. Un ataque sorpresa, una emboscada bien planificada y se libraria de ellos.





Lerange entró en la iglesia con paso apurado y se dirigió a la parte del fondo, donde el altar y algunos bancos formaban una poscion de tiro, mientras Casals hacia guardia en el exterior. Las cosas marchaban bien. Habían explorado la mayoria de la ciudad, que sorprendentemente estaba realmente desierta, y no habían tenido problemas en encontrar comida enlatada suficiente para varios meses. Y por si eso fuera poco habían dado con esta vieja iglesia, y con las armas y municiones de los cadaveres que habia dentro.

Amontonó todas las armas y municiones que pudo encontrar en una caja metalica del ejercito y luego se la hecho al hombró. Por un momento el peso de la caja hizo que se tambaleara, pero era un tipo fuerte y podria llevarla hasta la base, aunque quizas tubiera que parar en algun momento. Con esto ya tendrian todas las provisiones y suministros que pudieran necesitar, y ya tenian una base en la ciudad. El sigueinte paso era encontrar una radio operativa que les permitiese comunicarse con los altos mandos, o al menos con algun escuadron que no estubiese muy lejos, pero la susodicha radio parecia restirse a aprecer. Al fin y al cabo no abundaban, pero confiaba en que si seguían regitrando la ciudad edificio a edificio acabarían por encontrarla. Cuando salio fuera Casals le siguió sin una palabra, atento a los alrededores.


Jonh observó a la pareja de soldados alejarse lentamente con la caja a cuestas. Acaricio su rifle esperando a que estubieran lo suficientemente lejos como para no oir sus movimientos. Luego se escurrió de su escondrijó y siguio los pasos de sus enemigos con pasos apurados pero silenciosos. Su corazón latia con velocidad ante la perspectiva de un tiroteo. En realidad esperaba solo disparar él, pero sabía que si algo salia mal todo acabría. Sus contrincantes siguieron la ruta que el esperaba, huyendo de las calles principales y los espacios amplios, exacmente como el había planeado. Tomo una pequeña calle a la izuquierda y apuro el paso todo cuanto le permitio su maltrecha pierna. Consiguio llegar a su destino justo a tiempo, segundos antes de que la Lerange y Casals pasasen por la estrecha calle sin siquiera fijarse en el callejón que había a su izquierda. Jonh contubo la respiracion tras el contendor metalico hecho trizas mientras se preparaba para la acción. Una subita sensación de mareo, causada tal vez por la falta de aire o por la tensión del momento, hizo que temiera que le faltasen las fuerzas o que se desmayara. Sin pensarlo mas salio de su escondrijo y de un salto se plantó a la espalda de los soldados, que se giraron sorprendidos. Su fusil escupio una rafaga de fuego y las balas atravesaron a sus enemigos en una explosion de sangre. En la cara de Lerange y Casals se formó una mueca de incomprension antes de cayeran al suelo.

Si detenerse un segundo Jonh se abalanzo sobre uno de ellos y le arrebato su MP5, una subametralladora de origen estadounidense, y disapro varias rafagas al aire. Luego hizo lo propio con su Kalashnikov. Estaban muy cerca de la base que los soldados habían establecido hacia ya casi una semana, asi que no dudaba de que el resto abrian oido los disparos. Luego le saco a uno de ellos el chaleco con los simbolos identificativos, que no estaba agujereado ya que sus disparos se habían dirigido a la cabeza del soldado, y se lo puso con rapidez. Manchas de sangre, carne y sesos aun colgaban de él, pero confió en que no tendrian tiempo de darse cuenta. Cogió el cadaver del otro mientras soltaba su AK y se lo llevo a cuestas. Era un truquo viejo, pero casi siempre funcionaba




El teniente Graham obsevó inquieto la calle por encima del cañon de su arma. Hacía un par de minutos habían oido disparos cerca, muy cerca, a un par de manzanas de distancia como mucho. Habían reaccionado con rapidez y ahora el cubria una calle y Gonzalez la otra, de forma que nadie podia hacercarse al edificio sin ser acribillado a balazos desde sus posiciones. Instintivamente se llevó la manga a la frente para secarse el sudor, y se topo con su casco de combate. Penso que daría cualquier cosa por poder quitarse el casco y la mascara de gas, y respirar aire a pleno pulmon o tal vez refresacrse la cara con algo de agua. En ese momento alguien doblo la esquina de la calle. Era Lerange, y traía a Casals a rastras y herido.

- ¡Gonzalez! Sal a ayudarlos, yo te cubro- Vocifero el teniente



Jonh no pudo evitar que una sonrisa se dibujara en su cara tras el telon de su mascara cuando oyo las palabras de su lider. Todo había salido perfecto, habían caido en la trampa. Un soldado salio por la puerta con paso apresurado mientras el otro continuaba cubriendo la esquina por la que el acababa de aparecer. Continuo caminando hasta que el soldado llego a su altura y se agachó para echarle un mano con el pesado cuerpo de su compañero. Con un movimiento rapido y natural solto el cadaver y llevó su mano hasta el MP5 que colgaba de su cuello. Una vez en su mano disparo a quemarropa a su supuesto "camarada" y continuo la rafaga en dirección a la ventana desde la que su lider cubria la calle



Graham reacciono con la velocidad del rayo cuando vio como el que suponía que era Lerange agarraba su arma y comenzaba a disparar. Rapidamente se cubrío tras la pared, aunque no pudo evitar que una de las balas rozara su brazo. Contubo un grito de dolor y rezó porque su enemigo hubiera gastado su cargador en esa rafaga mientras se asomaba de nuevo. Jonh se arrojó tras un coche al darse cuenta de su error. Las balas pasaron muy cerca de él, pero ninguna le alcanzó. Sin embargo Graham continuo disparando contra el coche, con la vaga esperanza de que aún hubiera combustible en su deposito. Jonh comprendio lo que su enemigo se proponía y decidio suponer lo peor, asi que en un instante se incoporporó y se vovlió a arrojar suelo unos metros mas lejos tras un bloque de piedra que debía haber servido como banco en el pasado. Recargo su arma con rapidez y se dio cuenta de que no tenia mas que un par de cargadores. Cuando la metralla de la explosión hubo pasado sobre su cabeza se levantó disparando su arma con una sola mano con la unica intención de cubrir su apresurada retirada. Cuando Graham volvió a asomarse, la calle estaba desierta



Jonh se alejo con pasos apresurados. Las cosas habían salido relativamente bien, pero había cometido algunos errores, y ahora tenia un adversario que sabía que estaba allí. A partir de ahora tendría que estar aun mas alerta. De todas formas sabía que era cuestión de tiempo que el venciera la partida. Era uno de los mejores soldados, un auntentico superviviente nato. Si podia planificar las cosas bien, si no se precipitaba, no tenía porque correr casi ningun riesgo. Sin embargo tenia la extraña sensación de que era tiempo precisamente lo que no tenía.



Graham miro hacia el cuerpo de Gonzalez abatido. Aunque desde la distancia no lo pudiera asegurar parecia estar muerto. Y aunque no lo estubiera no podía sobrevivir a aquello. Un disparo de su AK contra el cadaver acabó con sus dudas. Cogió un vieja pistola de encima de una mesa y se dirigió a la habitación contigua.

- Graham... ¿que... que pasa?- La voz de Sulivan, el herido, llego debil y enfermiza hasta sus oidos.

Graham se agacho junto a el y le tendio la pistola.

- Nos han cogido. El resto han muerto y yo tengo que salir de aquí. Esta vez no puedo llevarte. ¿Lo entiendes?

Una sonrisa entre ironica y delirante se dibujo en la cara del herido antes de ser interrumpida por una breve tos

- Maldita sea, coge la pistola Sulivan- dijo mientras agarraba su mano y le obligaba a empuñar la pistola- Sabes que no hay otra salida

Sulivan volvio a toser violentamente y luego se quedo quieto. Por un momento pensó que había muerto. En relidad deseo que hubiera muerto. Pero una debil respiración llego atraves de la mascara. Había perdido el conocimiento. Graham se levanto confuso. Tenia que irse, pero no podia dejar a Sulivan alli. Levanto la pistola y le disparo en la cabeza. Si el enemigo lo encontraba podía sacarle informacion.




Graham observo como el ardiente sol se elevaba sobre la bruma anaranjada que cubría la ciudad. La bruma se movia lentamente, casi arrastrandose, pues no corría ni una pizca de aire. Habían pasado varios dias desde la muerte de sus compañeros. Seis dias, seis dias jugando al gato y al raton en la inmensa ciudad desierta. En los seis dias solo había vuelto a ver a su enemigo en una ocasion, pero tras un breve tiroteo del que esta vez los dos salieron indemnes, ambos habían optado por la cautela y se habían retirado. Su enemigo era un habil tirador, de eso no había duda, y un habil superviviente. Pero el no había sobrevivido a mas de diez años de guerra para dejarse matar ahora.

Encontraría una radio y avisaría a alguna otra escuadra que hubiera en las cercanias. Mientras tanto permanecería escondido, moviendose por donde nadie pudiera verle, las alcantarillas. Hacía dos dias que había encontrado el mapa mientras registraba un edificio. Era un antiguo mapa de alcantarillas, que ya había sido usado antes en la guerra por alguien de alguno de los dos bandos, que había ido marcando los tuneles derrumbados. Gracias a el podía llegar a cualquier lugar sin temor a emboscadas.

Salio del escondrijo que había usado aqulla noche para dormir, un edificio de poca altura y en bastante mal estado, y tras comprobar que nadie miraba, se dirigió a una tapa de alcantarilla cercana y bajó. Cuando bajo las escaleras se encontró metido hasta mas alla de la rodilla en un liquido de aspecto putrido. Al igual que en la superficie, tampoco bajo tierra había ninguna corriente, pues hacia años que no llovía y el agua había quedado estancada en las alcantarillas. Graham sintió que algo se movía bajo su pie y por un momento se asusto pensando que clase de criatura podía vivir allí. Ninguna. El liquido sin duda era toxico, pues las armas quimicas habían arrasado la ciudad, y luego debían haberse filtrado a las alcantarillas. Lo que se había movido bajo su pie tan solo había sido un piedra suelta. Solo eso.


Jonh observo como su enemigo levantaba la oxidada tapa de una alcantarilla y se metia dentro. Ahora comprendia porque no había sido capaz de encontrarlo aunque lo había buscado por toda la ciudad. Si hubiera estado mas cerca podria haberle disparado, pero eso ahora daba igual, era suyo. Lo atraparía allí abajo. Su suerte estaba echada.


Graham se giro, alumbrando con su linterna el camino que había dejado atras. Juraría haber escuchado algo moverse tras sus pasos, pero no era el momento de dejarse llevar por el miedo, no tras 10 años de guerra en la que siempre había mantenido la cabeza fría. Pero tampoco era oportuno subestimar a su enemigo. ¿Podria haberlo seguido? Aunque era muy dudoso que hubiera conseguido un mapa parecido al suyo, podria haberlo visto entrar y haber ido tras el sin mas para luego seguir sus pasos. No era algo facil, pero había visto cosas mas raras. Decidio apurar el paso. Si realmente el enemigo lo seguia, le tendería una trampa.

Llevaba un buen rato caminando entre el fango y sentía las piernas cansadas. El conducto por el que caminaba tenia una bifurcacion hacia la derecha, que iba a dar pocos metros mas lejos a un desnivel del que nada podía adivinarse. Las paredes tenian unos poco profundos rehundidos de no mas de un metro de ancho que iban a dar a unas pequeñas cañerias que en epocas pasadas debian llevar el agua de las lluvias hasta las alcantarillas. Era una oportunidad perfecta. Al menos todo lo perfecta que podia esperar. No podia continuar con el enemigo pisandole los talones, listo para dispararle por la espalda. Con un rapido moviemiento arrojo su rifle sobre el fango que cubria el suelo y se oculto en uno de los rehundidos. El rifle cayo al suelo con un ruido ahogado y la linterna que llevaba adosada quedo alumbrando en direccion al desnivel. Graham saco su pistola y esperó.



El enemigo se habia detenido. Una luz inmovil se adivinaba mas alla de la bifurcacion. Jonh se acerco con toda la cautela que pudo. Se detubo a varios metros y escucho atentamente. Nada. Aquello le olia demasiado a tramapa como para pasarlo por alto. Seria mejor asegurarse. En absoluto silencio extrajo una granada, la ultima que le quedaba, de un bolsillo de su traje y la arrojo hacia la bifurcación. Hubo un resplandor, un enorme estruendo y luego vino la oscuridad. Jonh busco rapidamente la pequeña linterna que siempre llevaba con el. La encendio, pero seguía sin ver nada. Todo el conducto estaba lleno de polvo de cemento. Se hecho el fusil a la espalda, saco su pistola y limpio su mascara para poder ver algo. Luego entro lo mas rapido que pudo, dispuesto a terminar el trabajo que la granada había emepzado por el.



Graham remprimio su tos mientras se volvia a incorporar. Aquel maldito cabron habia lanzado una granada. Por suerte el rehundido en el que se encontraba le protegio de la metralla. Aun asi la honda expansiva lo lanzó contra la pared y lo había dejado casi sin sentido. Todo estaba lleno de polvo, pero parecía que no se había derrumbado nada todavia. Desgraciadamente su pistola ya no estaba en su mano, debía habersele caido con la explosión. Su corazón se aceleró. Tenia que encontrarla con rapidez. En ese momento vio una luz acercarse entre la polvareda.



Jonh se dio cuenta rapidamente de su error. Alli dentro era imposible ver nada. Derrepente algo se movio a su izquierda. Disparo, pero Graham agarró su brazo impidendole apuntar. Luego con un contiundente golpe de su codo le había hecho soltar la pistola, que calló al suelo junto con la linterna, que iluminaba mas bien poco en medio de aquella polvareda. Se arrojó salvajemente contra su agresor, tratando de golpearlo con sus puños, y mas que nada tratando de impedir que pudiera recoger su arma o extraer cualquier otra que llevara.

La lucha fue corta. Ambos trataban de golpearse, pero la falta de visibilidad, el escaso espacio y los escombros que dificultaban los movimientos impedían que sus golpes fuesen realmente efectivos. Chocaron contra una pared y luego contra otra. Tropezaron con unos ladrillos que habían caido del suelo y se precipitaron por el desnivel. Graham, agarrado como podía al borde del precipicio escucho un chapoteo cuando su enemigo cayó al agua que había varios mentros mas abajo. Reuniendo las escasas fuerzas que aun le quedaban subió hasta el conducto y gateo hasta la pistola. recogió la linterna y se incorporó. Se acerco al desnivel con pasos vacilantes y hecho un vistazo abajo. Nada. Tan solo una poza de aguas estancadas, pero ni rastro de su enemigo. Seguia vivo, estaba seguro. El no era de los que simplemente se hunden en el agua o quedan inconscientes a causa de un mal golpe. Se alejo del lugar tan rapido como pudo, pues ahora que el flujo de adrenalina en sus venas comenzaba a disminuir pudo percibir que la metralla si lo había alcanzado en varios lugares además del terrible dolor que le recorría todo el torax. Su enemigo moriría allí. No sería el quien lo matara, pero sin luz jamás podría salir de allí.



Jonh miro alrededor pero ni la mas mínima pizca de luz llego hasta sus ojos. Había perdido la linterna durante la lucha, y ahora se encontraba sumido en la mas absoluta oscuridad. Quizás no hubiese tomado la decisión correcta al alejarse del lugar de su caída. Había esperado poder alcanzar a su enemigo antes de que este se alejase demasiado, y una vez mas las esperanzas mostraban su faz llena de mentiras.

Llevaba ya tiempo caminando en aquellas cloacas guiado tan solo por su tacto, caminando con una mano apoyada en la pared, tropezando continuamente. No había nada mas que oscuridad y el rumor del poco agua que todavía se movía. Había sobrevivido a diez años de guerra, había participado en las mas cruentas batallas que jamás hubiese bajo el sol, y ahora moriría de hambre y sed... aunque todavía tenía el rifle para acortarle aquel amargo camino. Había jugado bien, había apostado fuerte y su enemigo lo había vencido. Había perdido, y ahora le tocaba morir.

Sin mas ánimos para seguir andando se detuvo, y al poco calló de rodillas al suelo. Su mascara antigás rozo las putrefactas aguas. Casi juraría que podía ver las débiles brillos del agua agitándose bajo su cara. “Cuando uno muere, se ve un túnel y una luz al fondo”. ¿Qué era aquello? Tan solo un recuerdo fugaz de una era pasada que jamás volvería. Sin embargo la luz bajo su cara era real. Jonh pensó con rapidez, como la guerra le había enseñado a hacerlo y luego sumergió su cabeza en el agua. Como suponía encontró un sifón que lo llevo hasta el hueco de una alcantarilla. Tras una costosa escalada, Jonh salió a la superficie goteando aquel limo verde y casi sin aire.

Observo a su alrededor. Identifico la zona de la ciudad donde se encontraba. No había enemigos cerca. Debía buscar un refugio, y en su estancia en la ciudad había seleccionado algunos no demasiado lejos de donde estaba ahora. Luego debía pensar en el nuevo rumbo que tomaban las cosas: su enemigo seguramente lo tomaría por muerto.

Cuando salió de sus cavilaciones y estaba ya a punto de comenzar a andar reparó en algo que se le había pasado por alto. No había mirado al suelo, y ahora veía claramente en el un rastro de sangre. Se acerco y se agachó junto al rastro. Era sangre fresca. Y el rastro parecía ir desde una boca de alcantarilla cercana a un edificio al otro lado de la calle. ¿Sería posible? ¿Habría salido a tan solo unos metros de su adversario? ¿Desde cuando la suerte le brindaba estas oportunidades?

Tal vez fuera una trampa. Tal vez el enemigo estuviese en una ventana apuntándole en ese preciso momento. No, allí arriba no se veía a nadie. Su enemigo lo daba por muerto. Con paso apurado se dirigió hacia aquel edificio que, como todos los de la ciudad, mostraba los daños de la guerra. Cuando entro vio como el rastro de sangre subía unas estrechas escaleras de lo que un día debió ser un bloque de viviendas. Deseaba caminar despacio, con sigilo, pero el ansia lo torturaba. Aquello debía acabar ya, fuese cual fuese el final. Subió hasta el cuerto piso, donde el rastro se introducía en una vivienda que, al contrario que la mayoría, aún tenía una puerta entreabierta tapando su entrada. Respiro una ultima vez, aferró el AK con fuerza y abrió la puerta de la casa de una patada.

Tras la puerta había una habitación no demasiado grande, de unos 5 por 5 metros, que parecía ser el resultado de haber derribado los tabiques interiores de la vivienda. Las paredes exteriores, sorprendentemente, se mantenían intactas. Repartidos por la sala había varias mesas repletas de diversos ordenadores y aparatos electrónicos. Los cables conectaban las diferentes mesas a lo que parecía un montón de baterías de coche usadas para proporcionar electricidad. Uno de ellos también se estaba unido mediante cables a una viga metálica desnuda que formaba parte del armazón del edificio.

De rodillas junto a un pequeño ordenador portátil estaba su enemigo. No hizo nada. No llevo su brazo hacia la pistola que estaba sobre la mesa. Ni siquiera se movió ni dijo una palabra. Tan solo giro su cabeza y le miro a los ojos a través de la mascara cubierta de polvo y sangre. Su fusil escupió un ráfaga de disparos que a travesó el pecho de su adversario en un lluvia de sangre que salpico todo. Graham cayó al suelo mientras la vida se le escapaba por la multitud de heridas. Cerro lo ojos. Había perdido, y ahora le tocaba morir.

Jonh no sintió alegría ni remordimientos. Ni siquiera se sintió aliviado o tranquilo. Simplemente no sintió nada. Su enemigo había muerto, el había ganado. Una leve sensación de decepción se abrió paso en su mente. Había dejado que lo matará. No había hecho nada por defenderse ¿Por qué?. Seguramente lo habría oído acercarse. Podía haber cogido su pistola y estar preparado para dispararle cuando entrara, y entonces ambos habrían muerto. Se acerco a su cuerpo y le quito la mascara antigás. Tenia los ojos cerrados y un hilo de sangre se escurría por su boca. Marcadas en su cuello, las típicas llagas causadas por llevar la mascara antigás demasiado tiempo. Estaba muerto, sin lugar a dudas. De su cuello colgaba una placa. Pierre Graham. Con un suspiro se levanto y hecho un vistazo alrededor. Jamas había pensado que en un lugar como aquel pudiese haber algo así. El aparato que estaba conectado a la viga metálica era un emisor de frecuencias, que usaba la estructura metálica del edificio como gigantesca antena. ¿Para recibir qué? Aquello parecía demasiado complicado para simplemente recibir las ordenes dictadas por radiofrecuencia.

Intrigado, se acercó a uno de los ordenadores y limpio como pudo la pantalla de la sangre que se escurría por ella. Se quedo paralizado unos instantes. En la pantalla del portátil se podía ver un programa y un mapa de la tierra, o de lo que quedaba de ella. Aquello estaba conectado al sistema de satélites secretos del enemigo. Y ahora él tenía el control de los satélites.




Unas gruesas nubes grisaceas se escurrieron por la línea del horizonte sobre la inmensa llanura que un día fueran verdes campos. Por lo demás el cielo se mostraba de un apagado tono azul celeste, con la fría luz del sol filtrada por capas y capas de polvo en la atmósfera, casi plano, infinito, hasta que las nubes lo fueron cubriendo poco a poco a lo largo del día.

John observó todo desde la azotea de aquel edificio, el mas alto de la ciudad, desde donde se podía divisar el cadáver que quedaba de ella. Una excelente posición estratégica, si no fuera porque era demasiado obvia. Tanto que el la había pasado por alto.

El sol estaba apunto de ponerse, y las ruinas de los edificios proyectaban sus tétricas sombras sobre las calles, cuando un débil viento, el mismo que arrastraba las pesadas nubes, comenzó a soplar, colándose por el traje de combate hecho jirones del solitario soldado. Todo adquiría un tono rojizo, y por primera vez desde hacía años Jonh pudo apreciar belleza en algo.

¿Cómo era posible? Todo parecía tan irreal... como un sueño, un mal sueño del que uno no lograra despertar. Contemplo la devastación de la ciudad, esta vez no como soldado si no como hombre, y una cierta repugnancia se instaló en su estomago. Parecía mentira que alguna vez aquellos edificios hubieran sido el hogar de personas. No el refugió de o la trinchera de soldados de paso, si no el hogar de gentes con sus vidas, con sus sueños y sus esperanzas, con sus amores y sus odios. Mas allá de la ciudad, lo que antaño fueran sucios suburbios de chabolas, se había convertido en una enorme planicie de restos metálicos, barro y huesos.

La ciudad entera se hallaba sumida en una imperturbable calma, la misma que debió haber antes de su llegada. Sintió que por mucho que gritará, aquel silencio no podría ser roto. Y Jonh sintió miedo. Un miedo como no sentía desde que era un niño, el miedo irracional y profundo ante lo desconocido.

Se irguió todo lo enérgicamente que pudo y gritó al invisible fantasma que lo amenazaba. Pero nadie respondió a su desafió. No había nadie. Nadie. ¿De que tenía miedo entonces? Ya nada podía dañarlo, ya no había balas a su alrededor ni bombas sobre su cabeza, ni hombres dispuestos a matarlo a cualquier precio. Había ganado. ¡Había ganado! Era el ultimo. El único.

El mundo entero se rendía sus pies. ¿Cuántos lo habían intentado antes que él? ¿Cuántos reyes? ¿Cuántos imperios? Alejandro Magno, Julio Cesar, Napoleón... Ahora solo quedaba él, el era la perfección, pues era El Hombre en su totalidad. Se había convertido en dios. Y aún así sentía miedo. Miedo de si mismo, miedo de la verdad. Miedo de saberse solo. De saber que había luchado, matado y sobrevivido por una causa que no era la suya, por una causa que ni siquiera recordaba. Miedo de haber sido derrotado.

En el fondo Graham había ganado. Había visto antes el aterrador cuadro de una tierra muerta, llena de ciudades destruidas, sin ninguna emisión de radio, sin ninguna comunicación. Vacía. Putrefacta. Y finalmente le había cedido a él el triste honor de contemplar el fin del hombre, si es que realmente seguían siendo hombres y estos no habían desaparecido tiempo atrás tras las mascaras, los trajes y los rifles.

El viento hizo que la anaranjada niebla serpentease por las calles bajo él. Con un ultimo rayo de luz el rojizo sol se oculto dejando por fin el cielo a la débil luz de las estrellas y una luna tan roja como él mismo, como si el baño de sangre no se hubiera limitado a la superficie del planeta, sino que hubiese alcanzado todo el universo del hombre.

La nostalgia se abrió paso a golpes en su corazón, pero todo eran recuerdos borrosos de un tiempo que ahora parecía muy, muy lejano. Nada de aquello volvería. Jamás. Las nubes cubrieron el cielo sobre él, tapando las estrellas y dejando todo sumido en una oscuridad densa y pegajosa.

Había ganado todo y lo había perdido todo. Había nacido como hombre, se había convertido en soldado, y ahora volvía a ser hombre, cerrando el circulo. El hombre tocaba a su fin. Se arrancó la mascara antigás de la cara y disfruto del dolor, sintiéndose vivo de nuevo. Sobre él las nubes rompieron a llorar como no había ocurrido desde hacía años, y los rayos las acompañaron, mostrando escenas fugaces y llenándolo todo con el inmenso retumbar de los truenos. John aspiro a pleno pulmón y sintió el olor a podredumbre y a productos químicos que le quemaba por dentro. La lluvia se escurrió por su cara llena de heridas y cicatrices, sumiéndolo en una mezcla de placer y dolor. Aprovecho la luz de un rayo para observar por ultima vez la ciudad. Su ciudad, su mundo, su aire, su agua... su Tierra. Sonrió entristecido, y luego se arrojó al negro abismo bajo él.




EPILOGO


Uguka se refugió de la tormenta bajo una roca, y observó la furia de la naturaleza. Era la primera vez que veía llover desde que saliera de su hogar, lo que los suyos llamaban “El Ultimo Refugio”. El río se había estrechado muchísimo desde que abandonara la selva, como si aquella tierra reseca absorbiese todo el agua traía desde tan lejos, dando la sensación de que le río en lugar de morir, nacía en el mar.. En su viaje no había visto ni una sola criatura viva, tan solo cadáveres de Los-de-fuera y restos de sus horribles hogares.

Cuando amaneció la tormenta había acabado, y el sol mostró la derruida ciudad, libre por fin de las fantasmales brumas toxicas, que habían sido dispersadas por el viento y por el agua. Uguka lo observó todo desde la lejanía, y decidió que no merecía la pena arriesgarse. A pesar de que se había mantenido alejado de las Nieblas Naranjas, su piel empezaba a mostrar llagas y pustulas, y cada vez le costaba mas respirar. Era el momento de volver.

Montó de nuevo en su canoa y comenzó a remontar el cauce del lento río. Los ancianos le habían pedido que saliese de su tierra para saber que había ocurrido con Los-de-fuera, y Uguka había visto mas que suficiente. Los-de-fuera se habían matado entre ellos y habían matado las plantas y los animales hasta que no quedará nadie vivo. Sus hogares estaban destruidos y sus cadáveres cubrían la tierra. Ya no volverían mas por su selva. Las Tribus, que se habían unido dejando atrás viejas rencillas según se veían obligadas a retirarse hacia el corazón del Amazonas, no volverían a tener sus molestas visitas, ni volverían a temer su estupidez.

Los-de-fuera habían desafiado a los dioses del fuego, de la tierra, del agua y del viento, y habían deshonrado los espíritus de sus antepasados, y habían pagado caro su insolencia. Ellos no cometerían esa estupidez. Como prueba de los crímenes cometidos había ido recogiendo algunas de sus extrañas creaciones, como aquella extraña prenda que llevaban en la cabeza, o una extraña sustancia envuelta en metal que comían. Y también una de aquellas cosas que usaban para matarse entre ellos, una de esas varas de madera y metal con unos extraños símbolos en su costado que Uguka no era capaz de reconocer. “Kalashnikov”




Inspirado en: “El ultimo” (Warcry), “Hermano enemigo” (Cuatro gatos), “Constantine”, “Sin City”, “Outpost 2”.

Texto agregado el 19-04-2006, y leído por 158 visitantes. (0 votos)


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