El punto mas alto del tacto es el clima preferido de los poros y de los vellitos que se alzan en seña aprobatoria de la buena mar del deseo. Si nada de esto ocurre en una expedición bien sea piel-dedos arriba, bien sea dedos-piel abajo (por que este tipo de excursionismo no tiene problemas en iniciar rutas en dirección opuesta a cualquier lógica gravitacional) es por que no es propio de locos o descarriados el arte de la exploración y la explotación de toda geografía humana, por que forzan nave y azimut en procura de encontrarse los vientos aromáticos que indican la buena ruta del paroxístico placer, cuando es sabido por sabios astrolabicos curtidos en las artes de esta difícil navegación dérmica, que dichos vientos solo llegan al olfato de quines menos esperan oler, de aquellos que no saben que es así, en su condición de extraviados, de náufragos sin deriva, que encuentran la tierra donde fluye leche y miel, y anclan en el puerto cálido que se les ofrenda por un dios destino al que no obligaron dejarse ver para poder creerle.