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Hay un sol espectacular y la habitación siempre en penumbras. La luz no quiere entrar por mi ventana y nosé porqué si permanece todo el tiempo intencionalmente abierta. Detesto la luz eléctrica. Mientras sentía aquellas sensaciones en ese entonces aún no codificadas, pensaba, pensaba mucho. Temas sin sentido, por supuesto, y una masiva carcajada semejante a la de un público de circo se prendió en mis oídos, como si estuvieran delante de un payaso no muy contento. Luego me di cuenta de que realmente mis asuntos son estúpidos, mis pupilas se mueven misteriosamente hacia la derecha, debe ser un acervo de ropa, como siempre, no, esta vez no te asustarás. Para asegurarme giro la cabeza y como nunca había un silencio sepulcral; erguido en el centro de la habitación, pisando mi alfombra. ¿Quién es? me pregunte al principio. Su rostro era indefinido, la verdad es que nunca me atreví a mirarlo a la cara. Nada mas cabía dentro si no era escalofríos. Helada la sangre por primera vez corría desde el pelo hasta las uñas. Sé que me está mirando. Me tapé la cara con la almohada y grité muy fuerte. La casa vacía, todo parecia estar suspendido en el aire. Esa vez dormí sin las contidianas divagaciones que acostumbran a invadirme cada noche. Como nunca, cerré los ojos espantada y despues de eso, fue como si me acariciaran aquel espanto, y tambien lo dejaran dormido. Al dia siguiente el hombre misterioso revisaba los libros del estante. Parecia aburrido. Nunca pensé que me iba a hacer eso. Es decir, que iba a voltearse y alterarse de mi insoportable vigilia, mirándome con aquellos ojos aunque parecía no tenerlos...en realidad nunca lo vi con nitidez. Vino directamente hacia mí, sólo alcancé ver un lunar insertado en su pálida mejilla. Y con sus manos heladas trató de ahorcarme. Pobre hombre, gruñía, su lloriqueo estaba cargado de dolor, como si muchos seres queridos se le hubiesen ido de golpe, y al mismo tiempo. Luego desperté, agradecí de que todo habia sido un sueño. Pero ya pasó. Cuando miré de reojo otra vez, el acervo seguía alli. No se puede evitar mirar por completo. El otra vez. Erguido en el centro, con las brazos extendidos hacia el suelo... -buen lunar-, dije entredientes. -Buenos libros- respondió él.

Texto agregado el 08-12-2003, y leído por 112 visitantes. (0 votos)


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