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Otra vez lo mismo. Pero esta vez creía. Una vez más convertido en el fugaz paso de un sueño ajeno, que no pertenece a este cuerpo sino a otro. Sino a miles que están en su memoria. Otra vez sintiéndome muerto por no poderme elevar por sobre todos ellos. Aunque nada de ello importaría si se elevara junto al mío.
Sus manos profetizan la muerte que vino a mi cuerpo y espíritu antes que la vida, antes de que pudiera resucitar para que me sintiera vivo. Pero siempre estuve muerto aunque sus manos me daban respiros que me acercaban al aire, a la luz inextinguible que irradia su sombra. Esa sombra que construyó antes de que pudiera verla, de la cual jamás seré parte ni en mis sueños.
Y que me queda ahora si nada que exista lejos de su mano es posible en este escenario que llaman Vida. Si acaso la lejanía de minutos desarrolla una angustia insoportable que solo puede mermar por otros pocos minutos este cigarrillo que se acaba y este café que se enfría junto a la esperanza de erizarle la vida y los ojos.
Un día saldrá apurada señora y me dejará un beso compadecido. La esperaré en la tarde y no llegará. Me emborracharé y maldeciré su nombre sin ninguna vergüenza. Odiaré mi simpleza, mi falta de lo que usted quería. Romperé los vidrios, deformaré la casa. Pero ni con todo aquello y mucho más que aún ni siquiera puedo imaginar, volverá usted señora. Usted nunca ha estado acá, su cuerpo siempre ha estado al lado de otro cuerpo que ni siquiera la recuerda. Sepa usted que le amo con mi desgracia y todo a usted y solo a usted señora. Pero su cuerpo no me ama, solo su despecho y su ignorancia de la nada que habita en mí ser en este espacio del tiempo. Y sepa que aquí estaré hasta el último día soportable de su ausencia, haber si regresa a darme vida sin que su falta de pasión hacia mí la lastime.
Así que ahora póngase la ropa, su olor y su fantasma y lárguese de aquí señora, que la vida la espera a gritos como a todos los que, como usted, llevan la luz clavada al pecho. Deje solo mi oscuridad e intacta mi soledad, la que ya no será la misma si vive usted la vida, señora.

Texto agregado el 30-03-2006, y leído por 115 visitantes. (0 votos)


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