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Inicio / Cuenteros Locales / eslavida / Un domingo en la playa. El novatillo

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La primera vez.
Se empieza por llegar tarde, ya que es domingo y el día anterior se trasnocho en exceso.

Cuando llegas al paseo, aprecias que esta un poco saturada, no importa siempre hay un hueco donde colocar la sombrilla y estirar la toalla, queda un poco lejos del agua, pero bueno mas le quedara a los que llegan detrás.

Te colocas la crema dejándote las manos todas pringosas, haciendo que parezca que toda la arena de la playa se pegan ellas, sin contar con la que empieza a rebózate el cuerpo. La música que el vecino de la derecha pone a todo volumen, se mezcla con el de la izquierda, formándose un popurrí casi inaguantable de soportar. Vistas así las cosas lo mejor es darse un chapuzón, y disfrutar del fresquito del agua que empieza a ser necesario, dado el calor asfixiante que hace.

Llegar a la orilla ya es toda una proeza. Todos parece que se deciden a acudir al remojo al mismo tiempo, cuesta alcanzarla, sin contar que la arena quema los pies y vas dando saltitos ridículos. Suspiros de placer salen al notar el frescor del agua en las piernas, esta un poco helada pero con este calor se agradece. Vas entrando poco a poco, para que la impresión no sea muy fuerte, de pronto un grito sale de la garganta, da la sensación que toda el agua del mar te cae encima, haciendo que bailes, y por supuesto todas las miradas se posan en tu persona, los niños juegan y claro… es normal. Para poder disfrutar un poco, y teniendo la suerte de saber nadar, lo mejor es adentrarse un poco y así poder evitar las colchonetas, flotadores, barquitas, pelotas, y demás utensilios típicos con los que la juventud se entretiene, y si no se sabe nadar, pues nada, a quedarse en la línea limite de la prudencia.

Ya has conseguido por fin el baño, más o menos agradable, llega el momento de tomar un poco el sol, más que nada para coger bronceado y poder decir que se ha pasado el día en la playa de relax. No se tiene en cuenta que la crema bronceadora ya no hace el mismo efecto. Te tumbas en la toalla un rato boca arriba, otro boca abajo, y a aguantar el tipo hasta que llega la hora de comer, cosa que te recuerdas por los rugidos de tu estomago.

En el paseo frente al mar hay varios restaurantes. Conforme te acercas ves que hay mucha gente, para comer cualquier cosa y como va solo, tampoco importara mucho. El problema viene cuando le preguntas al camarero por una mesa libre, y todo amabilidad te contesta. “a estas horas? No. Esta todo ocupado” no le das importancia, has visto que por lo menos hay siete garitos como este, comienzas a andar hasta el siguiente, siguiente, siguiente, sorpresa, en todos obtienes la misma respuesta, ni un triste bocadillo para llevar te pueden hacer, si no esperas por lo menos una hora, que a ti te parece una eternidad.

Si se quiere que el estomago deje de rugir a esperar, entreteniéndote en ver como los demás degustan platos de paella, (típico Valenciano) y tapas variadas. Al cabo de mucho rato consigues tener tu bocata y refresco en la mano. Vuelves a la playa y te decides a comer lo mejor que se puede. Es un gran bocata de tortilla de patata que cruje más de lo deseado, resultando desagradable por la cantidad de arena que se ha colado por mucho cuidado que se ha puesto.

Por fin terminas de “comer”. Te das otro baño un poco mas relajado que el anterior, por lo menos algo sale bien. Vuelves a tomar otro rato el sol antes de emprender el camino a casa.

Recoges todo y para casa, a ver si da tiempo de salir a tomar unas copas. Como has querido aprovechar las horas, hay una caravana impresionante, con lo que se retrasa la llegada y se dice adiós a la salida de la tarde.

Lo primero una ducha que te deja como “nuevo”, cuando te miras al espejo quedas horrorizado, ¿donde esta esa piel tostada?. No puede ser, mires por donde mires esto tiene el color del tomate maduro, el roce de la toalla esta haciendo que los ojos lagrimeen, da miedo solo en pensar como arreglárselas para poder dormir sin rozarlo con nada. Te acuerdas del viejo remedio de mama y lo aliñas con un litro de vinagre como si se tratara de una ensalada, no es que alivie mucho pero algo es algo aunque el olor te marea, y para colmo no evita que a los pocos días la piel comience a desprenderse dejando: un “bonito” bronceado?


Texto agregado el 27-03-2006, y leído por 335 visitantes. (11 votos)


Lectores Opinan
16-04-2006 Amiga:tengo entendido que en tu Mar las mareas apenas suben y bajan. Te mandaría, si pudiese, una bajamar del Atlántico que haría espacio suficiente para que pudieses clavar una sombrilla grande para los tres. tabor
08-04-2006 jajaja, encantador tu relato, realmente tu ojo crítico ha visto dos de los espécimenes que pululan por la playa, hay muchos más que seguro nos regalarás con esa chispa tan tuya. Besitos y estrellas. yo sigo tomando mate con arena. Magda gmmagdalena
05-04-2006 Muy bueno, lo describes a la perfección.Saludos***** clear
03-04-2006 Manejas bien la prosa. Tienes una idea y la solucionas adecuadamente. Me gusta cómo escribes. Muy bien. Saludos cordiales ***** jovauri
02-04-2006 es muy bueno tu relato en realidad solo falto la imagen, pero no te preocupes esta esta en mi mente conforme la narrabas era yo el personaje asi l senti solitario48
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