Demoran.
Carcomen.
Acarician.
Y tiernamente nos esconden.
Pero da igual, porque así es la vida, como un torbellino, como un párrafo de historia de un libro. Como la vida y nada mas que como ella.
Se desmoronan las aves de mi cuarto, me imploran que sea su asesino, porque yo las amo y no me creo su dueño.

Ya no mezclo paz. Se ha disecado lo que quedaba de ella, en el fondo de una olla de bruja. Quedaron rastros... en una espátula fantasmal, y sigo mirando el metal. Mi lengua sigue goteando de hambre.
No he comido, no he bebido.
Solo siento el olor lejano de la calma sangre que palpita en el corazón del ladrón.

Soy culpable de estas boludas manos que me han dejado sin migajas de amor, sin distancia y sin partida.
No quiero!!!. Hago lo que puedo. Y que escupan en mi zapatos los apresurados de mi doble vida.
No se vende!!!.¿Cuántas veces debo decirlo?!...
...Mi cuerpo y mi pasión no se vende.

Ahora, la densidad a copado este mensaje retardado. Ahora, como verán, he recuperado mis manos... Pero han robado lo que mas quiero de mi.
Han saqueado mi cuerpo y lo han obligado a plantarse entre otros cuerpo...

Me despido de él diciendo:
“Adiós índole. Adiós esclavo. Adiós víctima. Adiós etcétera.”