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Inicio / Cuenteros Locales / Soli / El Hombre de la Máscara Negra (Preámbulo IV)

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En realidad no existe el hombre de la máscara negra, en términos terrestres podemos decir que lo que existe es la máscara negra, porque es el hombre (no genérica ni generalmente) la máscara negra. Es decir. El hombre de la máscara negra es la máscara negra. Por otro lado, en términos terrestres el hombre de la máscara negra es sólo un hombre y no la máscara negra porque esta última no es posible siquiera concebirla, lo cual no significa que no se pueda ser afectado por ella.

Ahora bien: resulta paradójico el que solamente el hombre de la máscara negra conozca el paradigma de ser hombre. Porque se es hombre para no ser hombre y se deja de ser hombre (o mujer) para transformarse en otra cosa y es esa transformación – y de ahí lo paradigmático – precisamente en lo que consiste la facultad posible de ser hombre o de ser mujer, es decir: la facultad de ser (la facultad de ser de todo ente que carga en sí la facultad de ser). Pero el hombre o la mujer que desarrolla su facultad de ser adquiere la posibilidad de ser no hombre o no mujer. Incluso: mediante relaciones adquiere la facultad de adquirir poderes de seres distintos en donde el ser algo concreto constituye un estorbo. Las reglas de los juegos de las relaciones constituyen entonces su Universo y nada más interesa, porque se adquiere poder. Sin embargo todo intercambio abre al ser a u propio descubrimiento.

Es parte del auto descubrimiento robar el ser del ente ajeno creyendo que dicha acción es fructífera, y es una necesidad, es una necesidad porque es un error por el que hay que pasar y es error porque no es fructífero porque no es posible robar el ser del ente ajeno, sin embargo sí es posible el robo de energía. Milagrosamente este acto redunda en el fortalecimiento del ente robado. Al final, hay muchos modos de hacer mover. Y es necesario todo movimiento y entre entes portadores de ser cualquier tipo de movimiento puede ocurrir. Es el ente del ser el que reacciona en estos casos en el ente portador del ser que es a su vez un ente, y realmente ellos se conocen (y sólo ellos saben lo que hacen, “nosotros” sólo reaccionamos ante lo que debe hacerse).

Todo absolutismo trae un no-absoluto.

Ahora bien, reconociendo que la máscara negra es todos los seres de todos los tiempos y el modo de ser de cada ser y reconociendo su posibilidad en cada ente que se disuelve tocando su fondo y volviéndose ser ¿Qué sucede en el hipotético encuentro entre dos totalidades o más bien entre dos Nada fuente de todos los entes con posibilidad de ser? La pregunta es válida y la respuesta también lo es: ocurre lo que aquí tiene que ocurrir (Este, más que ningún otro, es el más válido concepto de Trabajo que se pueda tener).

Ahora bien: vale preguntarse si el ente del ser portado por el ente terrestre es igual entere todos los entes en quienes se hace notable la máscara. Vale preguntarlo sintiendo el cielo estrellado. Y vale temer asustarse o asombrarse de que lo que nos hace lo mismo no es más que el aquí. Es decir: que en el aquí somos lo mismo. Pero en el aquí siendo lo mismo, por ser lo mismo, podemos crecer porque sabemos que en el aquí todo converge en una finalidad definida de la cual nadie puede escapar no siquiera con la muerte.

Texto agregado el 22-03-2006, y leído por 88 visitantes. (0 votos)


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