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Inicio / Cuenteros Locales / 0it0 / El morbo de la muerte

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Peinaba su pelo para atrás desesperadamente, y caminaba de aquí para allá con frenesí dentro de su habitación. Estaba enloqueciendo, su conciencia le hablaba y él le respondía en voz alta: ¿Por qué? Le susurraba su conciencia, y él respondía desatinado ¡No sé por qué! ¡No sé! Una ancha y espesa vena iba desde su cuello hasta su frente, daba repugnancia verlo tan exasperado, pero era comprensible; tenía 26 años y había dejado embarazada a una jovencita de 18 años. De repente su furia se desató en un ¡Me quiero morir! Y un trueno incandescente sucumbió el suelo… Toc-toc-toc, alguien golpeaba a la puerta. El hombre se dirigió con sigilo hasta la puerta y miro por la mirilla pero ésta estaba empañada, - ¿Quién es? - Dijo con voz áspera, - ¿Me llamabas? - Preguntó alguien con un tono burdo. El hombre abrió con cierta confidencia la puerta, y apenas movió el picaporte, la puerta se le vino encima, y el extraño entró abruptamente – Siento hacerlo de este modo, pero sino nunca nadie me abre – dijo frunciendo el ceño, el dueño de la casa, sin levantarse del suelo, empezó a andar para atrás, - ¿Tienes miedo? – Le dijo el extraño, - Pues no deberías, acabas de llamarme y lo hiciste con seguridad – El extraño extendió su mano y lo ayudó a levantarse, el hombre se levantó con dificultad, y le pregunto a este extraño caballero - Y tú, ¿Quién eres? -. Hubo un silencio profundo, muy profundo, el extraño inhalo fuerte por la nariz, y le respondió: Uf, esta es la parte más difícil de mi trabajo… Soy la muerte y debo llevarte al mundo paralelo. El hombre comenzó a temblar desesperadamente…: - Pe…pe…pero ¿por qué a mí? Dijo el hombre aterrorizado. - Ay por el amor de la Santa naturaleza, ¡¿por qué a todos se les ocurre preguntar lo mismo?! ¡Porque sí! ¡Porque estas en la lista! Gritó la muerte. - ¡No me lleves por favor! El hombre caminaba para atrás estremecido - ¡Pero si tú me llamaste! Ahora debes pagar las consecuencias por haberme hecho perder el tiempo. - ¿Y no hay otra manera de solucionarlo? Preguntaba el hombre ya resignado y buscando soluciones incoherentes. - ¡No! ¡La muerte llega y la vida se lleva, no hay condiciones! Aunque… - Dijo la muerte apuntando el dedo índice hacia arriba – Tengo un pequeño juego que me divierte mucho, y quizás pueda salvarte la vida. - ¡Bien! ¡Bien! ¿Qué traigo? ¿Dados? ¿Cartas? - No… en realidad esto se juega con un revólver… ¡vamos a jugar a la ruleta rusa! - Eh…eh… pero… - ¿Pero qué? Mueres, o vives, es fácil, aferrate a la vida y da todo por ella si tanto la quieres. Dijo la muerte entre risas. - Bien, pero que hay si gano… - ¡Tendrás la vida! ¡Qué más sino! ¡Por favor! Con la gente con la que hay que lidiar hoy en día. – La muerte sacaba un revólver y colocaba una bala en uno de los orificios del tambor. – Eso sí, la vida que te salvo a ti, se la quitaré a otra persona. ¿De acuerdo? El hombre tragó su insípida saliva, y pensó en la situación. Lo que le estaba ofreciendo la muerte era un regalo, y no tenía otra opción que acceder a su ofrecimiento (obviamente). Finalmente aceptó, y la muerte divertida y graciosamente saco una pistola de un bolsillo interior de su túnica. - Bien, toma – Dijo la muerte entregándole al revólver al muchacho - Ya tiene las balas preparadas. Dijo la muerte. - Bien… ¿Cuántas balas tiene? - ¡Una! Solo porque soy piadoso. - Bien, yo empiezo. Pronunció el hombre con firmeza, suponiendo que difícilmente moriría en el primer turno. El hombre tomó la pistola con torpeza, y puso la punta del cañón en su sien, tiró del gatillo casi por accidente, porque no medía la presión que ejercía. Un sonido metálico y seco hizo suspirar al muchacho, quien dejaba bailar sobre su frente consistentes gotas de sudor. Luego era el turno de la muerte, quien solo tuvo que tirar el gatillo, para convertirse en polvo y esfumarse. El hombre suspiró aliviado y se tendió en el piso sonriente, respirando agitadamente. Al día siguiente amaneció en posición fetal en el piso con el sonido del teléfono. Aparentemente lo de la noche anterior había sido un sueño, se dirigió a coger el tubo. - ¿Hola? – Dijo el hombre con su voz de “recién despierto” - Si… ¿habla Nazareno Améndez? Preguntó una voz femenina del otro lado del teléfono. - Si, él soy yo. - Bien, soy Ángela de servicios sociales, lo siento señor pero tengo una noticia muy triste que darle… su pareja, Abril, tuvo un accidente ayer y fue embestida por un colectivo Él permaneció en silencio - Sé que es una noticia difícil de enfrentar, y sé que estará pensando en su hijo, por eso lo estoy llamando, porque me temo que usted se tendrá que hacer cargo del niñito que llevaba Abril en su vientre. Gracias a Dios un equipo de médicos pudieron salvarlo milagrosamente, aunque tendrá que permanecer en incubadora por casi un mes. La mujer hablaba intentando parecer preocupada, pero aún así se manifestaba con frivolidad como si todos los días comunicara la misma noticia. El hombre cortó el teléfono, y se quedó mirando fijo a la pared, pensando en lo ocurrido la noche anterior, las palabras de la muerte hicieron eco en su cabeza: “Eso sí, la vida que te salvo a ti, se la quitaré a otra persona”. Inclinó la cabeza para abajo y allí en el piso, estaba el revólver reluciente que había usado la muerte la noche anterior. Ahí pudo entender que no se trataba de un sueño, que algo había ocurrido. Cayendo de rodillas al suelo, tomo su cabeza con ambas manos, y observó fijamente el revólver. Se sentía desafiado por este, y sin ni siquiera pensarlo, lo tomó y posó el cañón en su boca, para luego quitarse la vida con un estallido estrepitoso. Ahora él se había convertido en un cuerpo etéreo y contemplaba sus sesos desparramados por el living de la casa. La muerte había planeado todo desde un principio, desde un principio le había mentido diciéndole que el revólver solo cargaba una bala. La muerte trabajo minuciosamente para llevarse a dos almas consigo, y es que ella no se compadece de la gente que muere, porque ella nunca murió, ella solo hace su trabajo, y así es como trabaja ella.

Texto agregado el 20-03-2006, y leído por 150 visitantes. (0 votos)


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