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Inicio / Cuenteros Locales / lorenzomontserrat / El cobertizo del amor(V)

[C:1900]

Las tareas en la búsqueda de Verónica empezaron en ese preciso instante. La madre de la muchacha, así como su tutor en el colegio no acababan de creerse lo ocurrido.

En diferentes cementerios fueron dados sepultura ambos cuerpos, el padre de la muchacha y el comisario Salvaterra. Un nuevo jefe en la comisaría asumió el cargo, la policía, aquella que había estado tomando notas y la que había esposado a Verónica el día de los hechos en su casa, asumió el mandato provisional mientras se buscaba un sustituto.

Había orden de detención, por el asesinato de dos personas, para Verónica. Los agentes hacían preguntas en los lugares más habituales donde los jóvenes acudían después del colegio. Igualmente fue interrogado el profesor Sandoval, sin que hasta el momento sacaran nada que les pudiera llevar directamente a la muchacha.
Pero el profesor Sandoval se acercó a la comisaría un día en busca de resultados, estaba preocupado por la muchacha después de dos días sin saber nada de ella.

-Por favor, espere aquí-le dijo un agente nada más entrar y preguntar por el comisario.
Mientras la espera se le hacía insoportable acudió a los lavabos. Justamente estaban juntos, una pequeña estancia separaba el de caballeros con el de señoras, y en ese momento, al ir a abrir la puerta de los urinarios sintió unos gemidos, algo así como una voz suave y lamentosa. Gemidos que no eran de dolor, sino de placer. No venían de donde Sandoval iba a acceder, sino del lavabo de mujeres.
El profesor se quedó algo parado, quieto en el lugar frente a la puerta y esos gemidos continuaban cada vez con mayor lamentación.
Abrió la puerta de las señoras sin pensárselo dos veces, una intuición le decía que algo pasaba allí adentro, pero algo fuera de lo normal.

-¡Qué hacen aquí?-preguntó Jorge Sandoval.
Los ojos del profesor se quedaron fijos en las dos mujeres que habían en el interior, completamente desnudas, en el suelo y una encima de la otra toqueteándose y lamiéndose el sexo mutuamente entre gemidos y placeres.

-¿Usted señora, no es la nueva comisaria provisional?-preguntó con voz enérgica el profesor mirándola a la cara, ya que era la que estaba debajo de su compañera aferrada con la lengua en el sexo.

Salió apresuradamente del lavabo y se dirigió a la salida de la comisaría. Una vez afuera respiró hondo y empezó a caminar en dirección a su domicilio. Subió las escaleras que llevaban a su piso y encontró la puerta unos centímetros abierta, dejando pasar un hilo de luz desde su interior.
Esta vez no quiso hacer como en el lavabo de la comisaría, sino que audazmente empujó la puerta suave y sin apenas hacer un mínimo de ruido.
La ventana del comedor estaba abierta y todo lo que en él había revuelto. Parecía haber pasado un huracán por allí.

En un sillón forrado de terciopelo, junto a una mesilla, reposaba un vestido estampado con bellas flores y unas manchas blanquecinas....

>continuará...
®Manuel Muñoz García-2003








Texto agregado el 05-02-2003, y leído por 291 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
05-02-2003 Hummmmm, cada vez más lío jajajja que bueno, me gustaaa, un beso, Ana Cecilia. AnaCecilia
 
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