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Inicio / Cuenteros Locales / Soli / Nocturno de Chile (Roberto Bolaño) - Reseña

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Bolaño es un golpe durísimo en el estómago y tiene fuerzas para golpear duro, su golpe parece seco pero no es seco. Nocturno de Chile: el horror y el asco de una gente que se está viendo a sí misma. Lo mismo sucede a veces con Marcela Serrano ¿Pasó? Y la respuesta es el silencio ¿Qué se puede decir al darnos cuenta de que fuimos indiferentes ante un Hitler? Y sólo años después el asco ante nosotros mismos comienza a doler (“Yo conservé mi pose” – pero decir esto ahora no es razón de orgullo) No sé si entiendes. Es como si sucediese lo mismo en Venezuela (Como si apareciese un Pinochet aquí) y nos descubrimos comprando en centros comerciales y escuchando chistes y risas mientras bajo el suelo se está torturando y matando gente. Y después de que todo pasa nadie se atreve a ver a nadie, ni siquera a sí mismo y nos descubrimos incapaces de hablar horrores de Hitler (¿Cómo hablar mal de algo ante lo cual se fue indiferente cuando ahora la historia nos puso a nosotros a prueba?). Y nuestro rostro se desencaja.

¿Ese asco es necesario? Me explico: ¿Ese Asco, podría ser la cura que cure a Venezuela? ¿Darnos cuenta de que somos nosotros los horrorosos? A un asesinado aquí se le llama asesino. Todo está invertido en la psique de mucha gente. Todo está invertido. Una pregunta un poco extraña: ¿Siente usted que un mono, que un niche, está tratando de dividir a Venezuela? La intención escondida de la pregunta debería ser obvia, pero es lo que mucha gente siente, sin darse cuenta de la contradicción que subsiste en ese sentir (la división ya estaba de antemano en esa percepción que culturalmente nos hacemos de los demás) ¿Cómo curar todo esto? ¿Qué pase lo que pasó en Chile? Es decir: ¿Permitir que los que tildan a los otros de asesinos, asesinen? Hasta que nos demos cuenta de que el demonio está en nosotros y nos sintamos feos como ahora los chilenos se sienten, al menos sus artistas. El problema es que la gente proyecta sus demonios sobre otros (la maldita cultura del “mal”).

Bueno, yo no deseo que esa mierda pase en Venezuela. Pero si sucede pasaría exactamente lo mismo. Una indiferencia de locura ante la persecución, la tortura y el asesinato de miles, y seguiríamos hablando mal de Hitler resguardando nuestra conciencia. La Ceguera. Podríamos tomarnos un café, por ejemplo, sentirnos cultos o lindos.

(La pregunta elemental a la que me lanza Bolaño con Nocturno de Chile es la siguiente ¿Puede haber un desengaño pacífico?)



Texto agregado el 15-03-2006, y leído por 185 visitantes. (0 votos)


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