Estamos constantemente siendo bombardeados por publicidad que no hace más que jurungarnos las hormonas y que pretende una reacción hormonal fuerte e irracional de nuestra parte. Se inventan tipos de belleza y se los explota hasta la exacerbación y luego se explotan los aspectos más llamativos de esos tipos hasta que obtenemos, por ejemplo, una mujer de tetas grandes, de pezones excitados y sin cabeza. Independientemente del producto mediante el cual podemos tener en nuestras manos tan ansiado sueño, todas esas imágenes generan un comportamiento o un nuevo modo en nosotros. Pero impulsivamente hay quienes responden a la imitación de esos tipos de belleza física para poder hacerlo ellos mismos sin la necesidad de la obtención del producto, sin la condición, pues. Hallamos entonces un nuevo modo de libertad.

Ahora es fácil tener las tetas grandes, por ejemplo. Unos pocos millones y somos finalmente libres (libres del complejo de no tener). Podemos vivir justamente el sueño venezolano, el cual no es difícil de descubrir: Con unas tetas grandotas y ricas, unos lentes de contacto de ojos claros y con un cabello bien pintado, pero sobre todo con unas tetas grandotas y ricas de unos cuantos millones es posible elegir un buen marido, alguien que cubra todas nuestras necesidades materiales. El marido por su lado también sale ganando, puede por fin lucirse (a su esposa o amante) frente a los amigos. De esta manera todos quedan satisfechos y se cumple el sueño de la clase media venezolana o de lo que se espera para pertenecer a la misma. Es un sueño justo y justo es satisfacerlo si esas son todas nuestras necesidades.

Ante este circo fenomenal yo me alejo un poco y me siento en las gradas, sin embargo, por falta de arte, debo todavía esconderme un poco para no ser confundido por un payaso.

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creo que no hay otro sueño venezolano.