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Es curioso como pasa la vida, ayer ,frente al colegio los niños me veían como si fuera algo nuevo, lejano, algo lleno de... adultez . Si, eso es, adultez. Estoy infestado. No podría decir certeramente cuando me contagié, lo cierto es que estoy enfermo, muy enfermo. La gente pasa a mi lado y hace como que no me ve, como que no tengo nada, como si el que use traje y maletín y ( ¡dios mío! ) la corbata fuese lo mas natural del mundo.



Es triste, y no tengo con quien compartir mi tristeza. Eso es más triste. Si me lo hubiesen dicho en la escuela seguramente hubiese reído a carcajadas ¡ yo un adulto!, si tengo los bolsillos llenos de ilusiones, las manos repletas de ansiedad y la boca llena de sonrisas. Quizá fue cuando deje de leer cuentos o de revolcarme e la tierra , pero es que nunca fué mi intención, nunca me di cuenta de qué tanto me anclaba al tiempo. Papá fue el primero en regalarme un reloj, con un ratón cuyas manos giraban mientras sus guantes blancos apuntaban graciosamente la hora, después el tío Loui que como buen padrino me mandó hacer una agenda de bolsillo con mis iniciales en el frente con letras grandes, mientras mas grandes, mas espléndidas. Hace años que no uso una agenda. ¿Donde habré dejado mi palm?



- Señorita Ruiz ¿ Deje mi palm en la sala de juntas?



-En un momento verifico licenciado.



Nunca he prestado atención a dónde dejo las cosas, mi madre solía decirme que si no perdía la cabeza era porque la tenia pegada al cuello. Todas las madres dicen eso, como también dicen que no crecerás si no tomas tu sopa, pero mi madre no era como todas, no, mi madre era la mujer mas maravillosa del mundo y estaba seguro que tenia poderes mágicos, ella sabía que yo había hecho algo con solo mirarme a la cara , sabia qué tenia ganas de desayunar, cómo hacer que terminara mi sopa y cuándo no me había cambiado de calcetines.



-Licenciado su palm no está en la sala de juntas.

- Humm?. ¿La habré dejado en la oficia de Martínez?

- Me comunico con la secretaria del licenciado, permítame.

- Muy bien. -Licenciado Martínez, quien lo dijera que Saúl se convertiría en el “licenciado Martínez” . Aún no me acostumbro, me parece que en cualquier momento llegará con un ojo morado o el pantalón rasgado de la rodilla como en aquellas tardes en que desnudaba sus pies para, en medio de la calle, proteger mejor la portería que hacíamos con dos piedras.

- Licenciado aquí tengo su palm.

- Gracias ahora salgo.



¡ Caray!, con dos piedras...











-Gracias señorita.

- Por nada Licenciado, aquí están los papeles del contrato.

- Gracias, voy a leerlos.

-

Leer contratos y convenios a diario es monótono, aburrido, no como cuando esclavizaba las horas leyendo bajo las sabanas con una linterna para que no dijeran que pasó la hora de dormir. Hace años que no pensaba en la hora de dormir, papá siempre cerraba las puertas y mamá apagaba todas las luces ritual casi sagrado a las diez de la noche?





-Licenciado lo busca la señora Díaz.

-¿ya son las cuatro?

- Si licenciado

- - Cielos, por favor, que entre.

- Buenos días Señora, siéntese por favor.

- Buenos, muchas gracias.

- ¿ Que le parece el acuerdo al que llegamos con su esposo?

- Pues mientras mantenga a sus hijos y no los deje de ver

- Claro que va a mantenerles, hasta que cumplan la mayoría de edad o terminen sus estudios, es más usted también recibirá un cheque mientras no contraiga nuevas nupcias.

- ¿Casarme otra vez licenciado? No lo creo, al menos no creo estar lista, yo francamente esperaba que fuera para siempre.

-Si, a veces para siempre no dura mucho tiempo verdad.

- Verdad.

- Bueno, según el acuerdo su aún esposo convivirá con los niños los sábados de nueve a seis, le pasara un cheque de alimentos un día después de cada quincena . La casa y el auto son para usted, él solo se va a quedar con las acciones del club.

- Si

Cielos, Esa mirada, ¿Que puede uno hacer cuando una mujer tiene Esa mirada?

-Señora tiene usted una vida por delante, es usted aún joven y sus hijos le darán fortaleza.

-Si licenciado, si esto lo hago por ellos. Lo que no haría una madre por sus hijos. ¿Debo firmar algo?

- Si, al pie de esta página.

- Bien. ¿Es todo?

- Todo señora. Yo la llamo en cuanto esté lista la resolución.

- -Gracias, buenas tardes.

- Buenas tardes.



Lo que hace una mujer por sus hijos, cielos, es increíble, son capaces de todo, me convencí aquella vez en que mamá se enfrentó a Doña Teresa, la señora aquella que nunca nos devolvía las pelotas. La obligó a regresarme la bola que me había regalado la tía Rosa y que Saúl había volado en un home run impresionante, y eso que yo era un buen pitcher. Si, lo era. . .Lo cierto es que comí demasiada sopa de la que hacía mamá y crecí.













Patty

Texto agregado el 27-02-2006, y leído por 202 visitantes. (7 votos)


Lectores Opinan
07-03-2006 Guau! Es exactamente igual a las evocaciones de todos! El talento lo lleva usted como yo llevo la camisa! Muchas gracias por dejarnos leer sus cuentos. Nuntucket_
07-03-2006 pocas veces leo prosa,pero esta vez te leí,me atrapó+++ crazymouse
07-03-2006 la sopa de mama y las sopas de muchas madres y multiplicado, por un millón nos miles de adultos, miles de casos críticos de la codicia disfrazada de sentido lógico, felíz pragmatismo de la religiosidad respetuosa de los valores que se ven: dinero, no de los que se predican: afecto. afectuosamente, que tengas una felíz civilizacion... vonluthor
06-03-2006 Buen relato, un momento cotidiano intercalado con recuerdos de la niñéz. Peter_6
27-02-2006 Me gustó mucho ese permanente recordar el pasado que, por otra parte, es muy similar al de la mayoría de nosotros. Van mis 5* funebrero
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