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“When I use a word,”' Humpty Dumpty said in rather a scornful tone, “it means just what I choose it to mean--neither more nor less.”
(“Through the looking glass”, Chap. 6)


Cuando el Reverendo Charles L. Dodgson pidió la mano de Miss Lidell, él tenía 32 años y su pretendida contaba sólo 13 años de edad. La familia de ella se negó a la unión. Un hecho que podría pasar desapercibido en la historia, si no fuera por el magnífico testimonio que dejó a la humanidad el Reverendo Dodgson, más conocido en ese entonces por sus contribuciones a las matemáticas que por el seudónimo con que hoy es mundialmente famoso gracias la novela que dedicó a su amada Miss Alice Lidell, escrita dos o tres años antes de ese rechazo.

“Do – Do- Dodgson”, solía presentarse torpemente ante la solapada burla de sus interlocutores. Le gustaba reírse de sí mismo. Era lo que hacía durante los paseos en bote junto a Alice y su hermana Edith, entonces apenas unas niñas que despuntaban los diez años. Fue así como, entre su autoironía y un extraño sentimiento por la pequeña, fue construyendo historias que contaba a ellas en aquellas tardes soleadas remando calmadamente. Historias en las que –cómo no– Alice era protagonista. Y el “Do – Dodgson” quedó inmortalizado en la forma de un plumífero que acompaña uno de los episodios.

Charles L. Dodgson se enamoró profundamente de esa niña que reía sin parar con sus ocurrencias. No se sabe si fue correspondido alguna vez. No se sabe exactamente qué dimensión pudo tener esa relación. Sí se coincide en que a partir de entonces, Dodgson fue siempre conocido como un “excéntico” por sus extrañas amistades con menores, a quienes además frecuentemente fotografiaba con pocas ropas. Hoy más de alguien lo podría acusar de abusos deshonestos, con mucha razón. Con algo de seguridad se podría decir que lo suyo, más que pecado (que de eso sabía, no cabe duda), en nuestros días sería considerado un crimen.

Pero la perfección del crimen del reverendo, más conocido en la actualidad -como se dijo- por el seudónimo de Lewis Carroll, no estuvo en un acceso carnal del que no se tiene certeza (y de hecho muy poco probable), sino en lograr que la pequeña Alice Lidell nunca envejeciera. Ella vive hasta nuestros días (ciento cuarenta años después) como la pequeña y curiosa Alicia que se sorprende con el sombrerero, la oruga o la reina de corazones, en un lejano País de las Maravillas.

También hay quienes afirman que Carroll no fue otro que el mismísimo Jack el destripador (A propósito de crímenes perfectos). Pero eso es otra historia.


Newton. Total, ya lo había reconocido.

Texto agregado el 22-02-2006, y leído por 191 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
06-04-2006 Vaya con este señor, de espanto su historia don newton! MarianaRuiz
22-02-2006 EXELENTE CUENTO. Será este señor mi alma gemela o yo en una vida pasada ? Nos parecemos mucho; las fotos; los enamoramientos;esas edades de los chicos aiii La_Drama_queen
 
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