TU COMUNIDAD DE CUENTOS EN INTERNET
Noticias Foro Mesa Azul

Inicio / Cuenteros Locales / Anngiels / Sentencia

[C:1800]


SENTENCIA

La recibió con todos los honores. Rosas rojas, blancas, champan francés, penumbra de velas azules, una cena exquisita elaborada por él mismo, eligió cada uno de los ingredientes con el cuidado del mejor chef, nada quedó al azar, y ensayó frente al espejo la mejor de las sonrisas que dibujaban sus dientes perfectos y daban un brillo especial a sus ojos negros, tan negros como las alas de los cuervos, eligió un hermoso bolero que hablaba de la eternidad del amor, no era su música preferida pero la creyó ideal para el momento, la voz de Luis Miguel inundaba la estancia cuando Candela tocó el timbre.
La recibió sonriendo y la beso con ternura, la tomó de la mano y la hizo pasar, Candela miraba con ojos de asombro el lugar, todo estaba preparado con elegancia y muy buen gusto, se sintió feliz, halagada, todo lo había preparado para ella, realmente se sintió amada, y como Adrián decía una reina, su reina, se colgó de su cuello y con un largo y apasionado beso le agradeció esa atención especial para con ella.
Excelente preámbulo para la primera noche de amor, todo era perfecto, el escenario estaba montado. Le ofreció un trago que ella rechazó, no acostumbraba a beber en demasía, la botella de champan seguía enfriándose en un costado de la mesa sumergida en una hielera de cristal, Candela se acercó y paso su mano por el tallado, percibió el frío del hielo a través del cristal.
Las manos de adrián, que regresaba de la cocina, la tomaron por la cintura, la dio vuelta y comenzó a bailar lentamente al compás de la música que fluía suave del equipo, en sus brazos le parecía volar, era una paloma libre al mundo de los sueños, esos que la unían a él cada noche cuando se desvelaba pensando solo en el amor que se profesaban.
Luego la acercó a la mesa, corrió la silla y la invito a sentarse mientras fue a buscar la comida, le sirvió, y comieron casi en silencio, ella no se cansaba de mirarlo y sonreírle, estaba como sobre una nube, no sabía que decir, y él la miraba con un brillo especial en sus ojos, la tomaba de las manos de tanto en tanto, y le susurraba:
–Mía…mía, más allá de la muerte, te amo Candela…te amo.
Terminaron de comer, y no quiso que lo ayudara a levantar la mesa, dejó todo ordenado sobre la mesada, y volvió con Candela, ella estaba leyendo un libro de poesías que había sobre un anaquel, se dio vuelta al sentirlo entrar y lo vio mas hermoso que nunca, su cabello corto negro con algunas pinceladas blancas lo hacían mas atractivo, sus ojos profundamente negros, su tez dorada por el sol, esos labios que dormían bajo un fino bigote, su cuerpo atlético, todo el la subyugaba, le ponía la piel de gallina, le sacudía las fibras mas íntimas como nadie lo había hecho nunca, se despertaba el aleteo de mariposas en su estómago y subían hasta su garganta al solo contacto de su piel.
La volvió a tomar por la cintura, bailaron pegados, mientras sus cuerpos se estremecían y el deseo se apoderaba cada vez más y más de ellos, el se embriagaba con el perfume que emanaba de su cuerpo, era el Paloma Picasso que le había regalado para su cumpleaños, le fascinaba ese perfume, lo enloquecía y mezclado con el aroma de la piel morena de Candela era afrodisíaco.
La llevó al dormitorio que narcotizaba a aroma de rosas y nardos a la luz de las velas rojas que daban el toque ideal. Selene curioseaba por la ventana y esparcía sus rayos nacarados sobre el lecho cubierto de pétalos sobre hermosas sábanas de suave satén blanco. Candela entró tomada de su mano, parecía que todo se desarrollaba en un set de película, nunca se hubiese imaginado nada igual, las flores esparcidas por la habitación, las velas hasta en el piso, la imagen de la luna reflejada en el espejo rebotaba en el lecho, una suave brisa entraba por la ventana entreabierta, la noche era hermosa, nada faltaba pensó, estrellas luna, y un ambiente preparado por la mano del mejor decorador.
De pronto un escalofrío corrió por su espalda, como un amargo presagio la sobresaltó, velas...flores...muerte.
No quiso pensar en ello, se abrazó a su cuello y cerró los ojos, se dejó llevar por sus manos, su voz susurrante en su oído:
- te amo…te amo…mía…mía.
Con manos expertas la fue desnudando, se confundió su imagen con la de Selene en el espejo, era una diosa retratada en el cristal, con reflejos de nácar, la miraba extasiado, la delineaba con sus manos, la fotografiaba con sus retinas, cada rasgo de su cuerpo debía guardarlo en su memoria, los movimientos de su cuerpo eran los de un felino jugando con su presa, y ella se dejaba llevar, permitía ingenua el juego, solicita.
La depositó en la cama, la miro comiéndola con la mirada, deseándola más de lo posible, llevándola a la misma dimensión de su deseo, sus manos se multiplicaban, por diez, por cien por mil, sus bocas eran ánforas de agua fresca para la sed que los envolvía, sus alientos se confundían con la brisa cálida que entraba por la ventana provocando el sudor salitre que los pegaba mas aún uno junto al otro.
Sus cuerpos danzaban armónicamente, entrelazados, adheridos, enredados uno al otro. Adrián sintió el calor de sus entrañas y ella gozó verlo navegar en su mar profundo, mientras sus ojos penetraban en su alma mas que su sexo en su cuerpo, unas lágrimas cayeron sobre sus senos, sus manos pequeñas apresuradas secaron las que corrían aún por su rostro, sintió ternura al pensar que llegar al orgasmo le provocaba esas lágrimas, él cayó sobre su cuerpos exhausto, y descanso sobre ella, mientras Candela susurraba:
- te amo…mi vida te amo…tuya…solo tuya.
Se durmieron abrazados, oliéndose, sonriendo, acariciándose, bajo el canto de los grillos y la penumbra de las velas, arropados solo son el manto de plata de la luna, testigo indiscreto de una noche perfecta.
Al despertar Candela encontró su lado vacío, lo llamó, lo buscó en el baño, la cocina, la estancia, él se había ido, no halló más que una carta sobre la mesa de luz.
“Te repito lo de siempre mía...eres mía y lo serás mas allá de la muerte”.
Junto a la misiva otro sobre, dirigido a Adrián Martínez, llevaba el sello de un laboratorio de análisis clínicos, lo abrió de prisa, sus ojos no daban crédito a lo que leía.
HIV positivo.


Anngiels simplemente mujer
27/01/03

Texto agregado el 31-01-2003, y leído por 420 visitantes. (4 votos)


Lectores Opinan
11-02-2003 No podía ser tan perfecto, pensé para mi interior desde el primer momento, había un trazo de algo extraño caminando al costado del relato. El final era el que sospechaba: un duro golpe. Tu relato está bien, perfectamente elaborado, pero te sugiero que logres dar a ese final un giro más inesperado: que todo resulte mejor de lo que se presagiaba. Con cariño, naisui
01-02-2003 Bello, me gusto, el desarrollo es exelente el fin tambien, felicidades, espero algún díaescribir un cuento con usted. canelo
31-01-2003 Uy! qué jodido y rebuscado mi querida amiga. No me extraña nada (ahora que la leo)que esta mañana se haya enfadado conmigo y por nada... En fin, espero algún día poder hablar con usted. SALUDOS. Muy bueno, e impresionante!!! cardenas
31-01-2003 UAU! Por la mitad del relato me presagié algo oscuro, pero como sufro de un cinismo irrecuperable pensé que era yo. El estremecimiento de Candela fue mío también. Pero la verdad es que yo imaginaba desde vampiros hasta asesinos seriales, pero un final así de malvado y terrible... superó mi imaginación ampliamente. Muy bueno. marxxiana
 
Para escribir comentarios debes ingresar a la Comunidad: Login


[ Privacidad | Términos y Condiciones | Reglamento | Contacto | Equipo | Preguntas Frecuentes | Haz tu aporte! ]