Ha llegado la hora de dormir.

Como cada noche, el pobre Emilio tendrá que sufrir de nuevo.

Teme decírselo a sus padres por miedo a ser recluido en uno de esos lugares dónde la gente que dice las cosas a las que le teme es recluida.

Por desgracia, el pobre Emilio no sabe aún, ya que es muy pequeño, que puede confiar en sus padres y contarles su temor, aunque tampoco sabe hablar, lo cual es menos importante que la confianza. Su madre decide recogerlo de la andadera, lo toma en brazos y lo lleva rumbo a su cuarto.

Emilio reconoce este momento, lo ha vivido desde que tiene la conciencia de que lo vive, sabe que se acerca el tiempo de llegar a su habitación y ser acostado en su cuna.

Por más lágrimas que derrame no podrá impedirlo, digamos que su madre es una persona que no se doblega ante el lenguaje de un bebe.

La madre prende la luz, recuesta a Emilio, le dice unos balbuceos a los cuales Emilio no atiende por dos obvias razones: la primera por que no los entiende, y la segunda y más importante radica en que prefiere pensar en el problema que de nuevo tendrá que vivir.

La madre se aleja con una serenidad malévola. Algunas ocasiones Emilio cree que la culpable de todo esto es ella precisamente, pero después desiste y prefiere pensar que el problema viene de más atrás.

Tal vez alguna herencia familiar, aunque de eso Emilio no sabe aún decir nada.

La madre está a un paso. Sale de la habitación dejando sólo su brazo adentro. Emilio lo distingue, sabe que el momento ha llegado. La madre apaga la luz.

Mientras tanto, y en un lugar muy lejano al cuarto, un viejo profesor daba una clase acerca de la evolución del hombre, concluyendo que aún en esta época post industrial globalizada, el hombre sigue teniendo los mismos temores que el cazador que salía de su hogar a buscar la comida en una selva obscura, concluyendo la clase con la una expresión de seriedad y reflexionando acerca de que tipos de bestias habría visto el ser humano en la obscuridad para que siga heredando el temor a esta.

Moraleja, Emilio tenía razón. EL temor a la obscuridad viene de más allá y es una herencia con la cual tendrá que lidiar hasta que el pueda hacerse cargo del switch.