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Palabras sin fin...


Hoy me esperaste, me buscaste, para luego besarme y tomarme.
Oh Dios no escuche a tu mensajera, emprendí mi huida, rumbo a la oscuridad, siendo enceguecida por una tonta pasión.
Siento esa presión en mi cara, en mi cuerpo y en el pecho.
Tu sabes lo que es, tu sabes el error que cometí y que caí redondilla como pluma liviana que se escapa de un cojín.
Tonta huida, tonta mirada, tonta locura que me consume.
Ahora siento ese temor, ese miedo, tengo el deseo de no existir, mas nunca. Para permanecer con mi amiga la muerte.
Siento tus miradas que escarban en busca de los once dedos de las manos, pero este nudo me engulle, me perpleja y quiero huir lejos de ti. Tanto esperare por ti aunque nunca me perdones o me hables seriamente, igual eres el primero en mi cabeza. Siento la guitarra en mis oídos, esa voz dulce que toca mi alma, creo volar por una fantasía, mientras tus ojos giran en busca de los míos y yo toco las cuerdas del espacio, giro hacia tu mirada perdida, pido a Dios que tu me ames de verdad. Porque creo que estas aquí, sonríen y siento tu aliento, tu calor tus manos no, no quiero despertar de este sonoro que me abruma mi alma, que conmueve mi corazón y solloza mi espíritu.

Aquí, mi cuerpo te llama, llama la muerte.
Aquí, mi cuerpo siente soledad, de ese frío estremecedor y envolvedor.
Te quiero alcanzar sonido, susurro del viento, tu, que vienes del oriente asiático, o del occidente sur, oh sueño infernal dejadme despertar.
Quiero correr, para desgarrarme el corazón de este pecho inflamado de locura, tocado por tus manos crueles, roto por el puñal de tu mejor amigo y deshinchado por mi admirador secreto, el que me observaba, hasta que un día yo lo descubrí. Oh Dios quiero el verdadero amor, busco, lloro, sigo sin encontrar respuesta alguna.
Creo fallecer en este lecho postrada por mis propios sentimientos y mis mismos ideales o tal vez por no ser mas que vacío.
Abismo me hace caer bajo la cama y descubro mi cajita de sorpresas, recuerdos infantiles, adolescentes papeles que guarde, aquellos días de alegría, emoción pero no te puedo abrir, no te puedo coger.
Cuando los gritos de la multitud sonríen a los ojos de los demás, esas miradas asombran, hacen pensar en el puñal que se clavo esa tarde tras y sobre tu pecho; mientas abres tus manos, tu corres las paginas de ese antiguo libro de historia.
Tu y esos ojos, tu y esos sentimientos, yo que deseo esos labios para que sean de ella. Tu cara ruborizada que implanta dolor, vergüenza, no sé, te sientas en la mesa, te sobas el hombro y luego te deslizas hacia tu rumbo de existencia.


Esa pequeña cascara de naranja abandonada por un solo galleo de una mano extraña, pisada por todos, mientras que el vaso de plumavid roto por las manos de una mujer, pisados por los pies de un poeta, cada pedacito que hay, ya no lo puedo unir, volver a hechar café, para que, para envalsamar sus pies con la muerte, tocar los cabellos con que tu estas sentado de pies en meditación.
Abres los ojos como huevos fritos, tu corazón palpita escuchando perdonas st... tratas de fingir lo que piensas y lo que miras.
Ni te ríes, ni te arrugas, eres un gusano que se arrastra tras sus hojas, o tras el refugio de una dulce miel que dejaste ayer, cuando me viste sentada junto al sol cerca del calor, yo tome ese vaso y me consume, ahora que me arrepiento de no haberte dado nada, a pesar de que todo se quiebra con tu suave soplido bajo la tempestad, así puedo cumplir mis fantasías en el oráculo del sol, veo esos crespos cabellos de los demas y envidio los que yo tenia antes, queriéndome morder el cuello por primera vez, te lastime demasiado, pero solo lo quería hacer con pasión y ternura, tu te moviste, tu no actuaste, tu fuisteis esa tortuga que no quiso apurarse.









Que lastima si tus ojos se reflejaban en un cristal, ahora perdiste esa bella luz, que quería para mi interior. Busca entre los candelabros de las enrredaderas tu dulce mirada que extraviaste y cuando tocas mi frente con tu humedad siento que el hielo de mis ojos se derrite para regar las tristes maravillas de tu corazón y el de la madre desolada.

Ahí sentada creyendo en predicciones de una bruja que no ama a Dios pero cree en las fantasías de un hombre que emigro del paraíso asiático y sentada en esa silla, coquetea ella a un sabio que no se puede engañar, lo observo disimuladamente pero él sabe que lo miro, la amiga de la coqueta quiere competir para también ganar un trozo y yo sé que entre sus habladulerias, me han nombrado mas de una vez, sin poder descubrir que es lo que oculto entre mis manos y cuerpo.
Me gusta observar aquellas gotas del amanecer en (ellas) hojas del arbolito. Mientras el payaso del circo prepara la risa contagiosa al publico, yo sigo mirando a ese hombre que tiene algo carismático, envolvedor que la lluvia de julio, agosto izo que su corazón se endureciera.

Por toda la inmensidad tu duermes en la alcoba de cobre, en el movimiento inoportuno llegas o te metes y tropiezas con el puñal que tu preparaste para mí, el recorrido se devuelve a donde empezó y creo que el mío jamas termina o regresa.

Hace ya tiempo que no lloro, pero en mi mente y sueños tu hombre del exterior comienzas a perturbarme cada vez mas, cosa que no quiero, para eso, bajo las escaleras cien veces, quemo una hoja y repito diez veces tu nombre, para luego darme una ducha fría y dormir, no, no creo que te parezca ok, porque mientras dejo de llorar mi alma se hincha de gases espirituales y quiero librarme de todo, dejar todas las malditas drogas, quebrar el vaso de alcohol y tirar el vomito por el retrete, quizás en dejar todo, tenerte e huir a Europa junto a los castillos suecos, sus lagos, flores y verdura total del paisaje, sabes te extraño demasiado vuelve por favor.
Esa planta que gira a tus pies y me retrocede al vacío para luego llegar al estruendo de lo rretro o tal vez de lo alucinante, fascinante de la t.v. mientras mas no digas locuras estas mas loco y si te encuentras fascinado con tus cabellos de cristal mi dulce palpitar querrá terminar este dolor de cabeza, me tiene con fureza, esos asados de patria que vienen me lo pueden quitar mejor que la luz de tus zapatos y audaz que ese narigón huraño.

Odio a esos argentinos malditos y jamas terminare comiéndome un pepino, pero si no terminas con esas galletas, yo seré la plaqueta de tu servilleta.

Una vez que siento que mi mente se deja llevar por las nuevas sustancias me creo estar más liviana pudiendo sentir tu respiro muy cerca de mi oído y mis ojos y aquellos y aquellas calles ya están construidas, corre por la buena luz, en fin sigo con esta volada, pero igual quiero volver no sé si sueño o es nada.
Recorrido en el cuerpo de ellos.
...Fin...

Texto agregado el 02-02-2006, y leído por 258 visitantes. (0 votos)


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