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EL ADIOS DEL POETA.
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Voy a dar el adiós
a la compañera de mi vida,
la dulce poesía.

¿Para qué cantar?,
¿para que escribir más?.

Mis dedos se han envejecido
Sobre las teclas de mi negra Smith Corona
que ya se cansa de servir.

La última vez que la he pulsado
entre murmullos y suspiros impacientes,
me pareció que me decía “basta”.

Voy, pues, a darle un último abrazo
y a guardarla donde espere
que vayan a desvelarla los anticuarios.

Basta de versos místicos,
basta de poesías guerreras,
basta de himnos a la patria,
basta de gritos a los clérigos.

Adiós canciones de primavera,
ya no endulzareis otra vez mis labios,
ya no haréis batir las alas de mi corazón.

Mi piel reseca verá decenas de 3 de octubres,
pero no volverán para mi.

Las primaveras volverán colmadas,
de bellas y olorosas flores,
pero todas las vaciarán en el huerto.

Los árboles de mi jardín no volverán a florecer,
los gorriones que año a año lo usaban,
no volverán a anidar.
Los zorzales no volverán a “picar”
los aromosos duraznos y nísperos.

El gris otoño ha deshojado mis damascos y almendros,
la arboleda se ha vestido de luto,
las montañas esperan asustadas,
como mis sienes se tiñen de nieve,
del invierno que se avecina.

Las coplas, los versos, las rimas,
que canté de puerta en puerta,
volarán lejos, muy lejos, para no volver.

Mi pascua ha pasado hace tiempo,
salvo que cojas mi mano
y me cobijes.


Allí
Sólo allí volveré a cantar

¡¡ Adiós para siempre,
canciones y poesías!!.

II

Bueno,
como ves,
me tocaste con tu mirada salvadora
nuevamente veo el verdor de los campos
y el azul de las montañas
el aroma del mañana
y sobre todo del cielo.

Deseaba respirar aires nuevos,
a tu lado, puros y libres
y alejar el esplín que quería olvidar
que me ataba de pies y brazos,
de cuerpo y espíritu.

Por fin canta de nuevo mi Smith Corona
no se si llorar o reír
pero vuelvo
a los tiempos dichosos de la infancia.

Se asomaron a mis ojos las lágrimas,
pobre juglar pobre,
después de tañer su repertorio,
acepta una muestra de agradecimiento,
la tuya,
una limosna que,
por pequeña que sea,
anima como las más,
tus manos, tus consejos, tus besos.
¡¡ Vaya limosna!!.
Cualquiera se la quisiera.

Después de las punzadas,
en lo más hondo del alma,
después de los gritos
y piedras que han caído sobre mi cabeza,
avezado en la lucha de la vida,
acostumbrado desde niño
a las malas añadas,
sigo calle arriba “ tecleando”
sin cambiar la tocata,
lo mismo que hubiese llovido,
esperando, quizás
que al volver de la esquina,
se volviera también, el viento de la fortuna
y así fue.

¡¡Llegaste!!,
para re encantar mi poesía.

Estoy arrepentido de haberme
querido despedir de la poesía,
inocente compañera de la vida,
que tanto bien me ha hecho
y con deseos de reconciliarme con la música,
si algún rayo de inspiración me enviaste,
¡ánimo!,
pues, me he dicho,
sigamos cantando juntos.-

















Texto agregado el 17-01-2006, y leído por 151 visitantes. (0 votos)


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