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En un lejano rincón del mundo, en uno de esos lugares que aprecio y que recorro buscando la esencia y pureza de la vida, buscando la simplicidad y humildad del hombre que ha logrado proteger su corazón y su alma para mantener la transparencia y la virginidad, conocí a Juan.

Hoy se que Juan me esperaba, como esperó a todos los hombres, mujeres y niños que le conocieron.

Un raído pero pulcro sombrero de paja cubría el color del tiempo en su cabeza.

Sobre su obscura mecedora de mimbre mecía el cansancio de sus pasos en ese día y a su lado, muy junto, estaba Rescatado, ese perro que un día también cruzó por su camino y también supo que Juan le esperaba.

Ese rescate ocurrió ya hace muchas lunas. Juan buscaba agua en el río. Sus ojos tan negros que la noche envidiaba, recorrieron las riberas. Sus oídos tan sensibles, que eran capaces de entender las eternas conversaciones entre el viento y la lluvia, entre el río y las piedras, súbitamente escucharon un débil ladrido. En una de las piedras sobre el río, esperaba un cachorro, mojado, solo y asustado. Juan se adentró en el río y rescató al pequeño animal, que pronto le mostraba caricias como a un amo que retorna a casa después de una larga jornada.

A partir de este momento, Juan y Rescatado fueron como el tallo y sus hojas, como el cielo y sus estrellas, como el mar y la arena.

Era costumbre ver a Juan transitar por el pueblo y todos escuchaban los ruiseñores que habitaban en su alma y que salían a deleitarnos con su canto. Rescatado, en ocasiones era quien marcaba el camino, y en otras se quedaba rezagado sintiendo el olor de la tierra, marcando territorio o tratando de atrapar con sus patas la sombra de Juan. Esto se repetía día tras día y ese silbido solo anunciaba dos horas: la primera, la de montar el café y salir a las jornadas, y la segunda la de esperar una hora, que Juan comiera y luego reunirse con él a las puertas de su casa para escuchar otro más de sus increíbles cuentos y leyendas.

Juan, después de este segundo anuncio llegaba a casa y dejaba que la luz ya trémula del sol corriera hacia los corredores, pasillos y cuartos y se escondiera, como evitando la partida, como el niño que se resiste a cerrar sus ojitos vencidos por el sueño, sin antes no escuchar el cuento del abuelo.

Juan, preparaba algo de comer, comía junto a Rescatado y después de ordenar los trastos, sacaba su vieja mecedora hasta el porche, se sentaba, encendía un tabaco y esperaba.

Los primeros en llegar eran los niños, quienes corrían y jugaban con Rescatado y poco a poco, estaban de nuevo, como todos los días, un sin fin de pueblerinos, rodeándolo como para impedir que se escapara.

Disfruté y me alimenté con sus ocurrencias, leyendas, creencias, vivencias y experiencias durante muchos años, pero igualmente me perdí de un sin fin de relatos, ya que mis visitas a ese pueblo solo duraban una semana de los cálidos meses de Agosto.

Hoy recuerdo aquella tarde de Agosto que llegué y pregunté si Juan ya había pasado. Más tarde comprendí la razón del olor a lluvia del aire, del silencio absoluto del río, de las nubes tristes cubriendo la tierra, de la sensación de un pueblo dentro de un alcázar destruido, de la tierra seca bajo mis pasos que crujía como cristales molidos.

Doña Lencha me dijo:
-Creo que Juan no tiene cuentos para hoy.

Le respondí:
- No puede ser. ¡Me he perdido ya muchos! y ahora soy yo quien le trae nuevas historias. ¡Son los cuentos de mi abuela!

Doña Lencha me decía:
- Pues ayer pasó con Rescatado pero no se le escuchó silbar y no sacó su mecedora. Juan nos dice que tiene la gripa.

Esto me entristeció y decidí buscarle, saludarle y animarle. Salí rápidamente, crucé la Plaza y le vi sobre su mecedora. Mis palabras fueron:

-Doña Lencha, ¡corra!, ¡Juan nos espera!

Sobre su obscura mecedora de mimbre se mecía ahora para siempre el cansancio de su alma y en su regazo, muy junto, le acompañaba Rescatado.

YosoyYo.
11 de Enero de 2003.
®D.A.C.R-2003

Texto agregado el 13-11-2003, y leído por 218 visitantes. (4 votos)


Lectores Opinan
09-04-2004 Me parece un bello cuento, lleno de ternura y recuerdos de la infancia. Lindo homenaje para un ser querido.Besos Raymond
09-04-2004 Me parece un bello cuento, lleno de ternura y recuerdos de la infancia. Lo\indo homenaje para un ser querido.Besos Raymond
08-12-2003 "Juan y Rescatado fueron como el tallo y sus hojas, como el cielo y sus estrellas, como el mar y la arena." Bella comparación... Lleno de imagenes evocadoras. Me gustó su cuento, espero seguir leyendola. tabata_25
 
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