A otoño late el corazón de mi suelo,
con sus muertos árboles clavados
y contenedores quemados.

Las viejas de rulo y fogón,
cuelgan sus últimas horas
en los tendederos de temor del ayer
y del hoy sin saber.

Mi barrio está hecho de tierras secas,
con el verdor del monte,
donde sus hijos juegan sin saber,
donde las madres hablan sin perder.
Mi barrio está hecho de sábanas de invierno,
carros de madera
y de deseos.

Las gitanas venden magia de romero
a abuelos, sentados de tristezas,
con amenazas de elocuencia.

Las máquinas alzan su lento canto,
aniquilando esta ilusión:
los niños, mis amores…
y nuestra revolución


Mi barrio está hecho de tierras secas,
con el verdor del monte,
donde sus hijos juegan sin saber,
donde las madres hablan sin perder.
Mi barrio está hecho de sábanas de invierno,
carros de madera
y de deseos.



Agosto del 2002