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Creo que ya en la prehistoria de mis días te empecé a imaginar, siempre a contraluz, en mi conciencia. Eras bruma, sombra, algo desdibujado, un bosquejo. Y,así, como cuando el profesor borraba la pizarra en mis días de colegio, pretendía alejarte de mí, correr libre sin ser fiel a nadie.
Ni a mí misma, me repetía con obstinación.
Pero nada podía hacer, si parecías estar en cada cosa que tocaba, ¿o que tú tocabas a través mío?
Y volvía a verte...a través de la ventana, esperando, con el corazón adolorido, con nuestros sueños prendidos en el bolsillo de tu camisa.
Corría entonces, volaba afuera, locamente, el viento silbando en los oídos, las manos paralizadas de tanto apretar la soledad. Sin saber a dónde, tratando de aprisionar, de rasguñar ese algo que desaparecía en el espacio, pretendiendo traspasar las paredes de concreto, de cuerpos que nos separaban.
No lo sabía, ni lo supe. ¿Te había dejado partir en medio de un sueño y ahora te añoraba, o te había imaginado siempre en medio de mi mundo?
Fue, tal vez, en esos días de locura interminable que empecé a dibujar el color de tu sonrisa, a pintar caricias en tus manos. Me inventé tu voz, te di nombre, en tus ojos puse claridad. Eras algo mío, tan propio, tan profundo y verdadero, que no podía compartir con nadie.
Cada mañana, cada día, eran un débil resplandor que la noche apagaba al cubrir la ciudad. Cansada de deambular, contemplaba el cigarillo que se consumía lento, tormentoso. Era un llamado, un desesperado lamento...porque nunca estabas...Mirar el humo viajar hacia el infinito era el infierno, el fracaso. Días idénticos, solitarios y, repentinamente, el tiempo, al fin calmo, tenía una dulzura rezagada, casi éxtasis, a fuerza de inmovilidad.
Era en esos momentos de agonía cuando casi podía tocarte, sentir tu respiración, tus manos en mi cara y después, el calor conocido, ardiente en mis labios. Sentía la sangre alborotarse, rejuvenecer, nada me daba más alegría que perderme en tu territorio. Sin embargo, de súbito, podía escuchar el silencio.
¿Existías?...Estabas y no estabas, era algo así como una tercera dimensión. ¿Quién eras realmente?¿Quién te daba ese derecho?..Irrumpir así en mi mundo, cambiando todos los caminos y luego, dejarme sola, a la deriva...
Tanto te conocía, que esperaba un llamado, doblar la esquina y verte, sentir de repente un beso. Lo que sucede, trataba de convencerme, es que yo te había dejado escapar. Sí, todavía podía recordar entre sueños la despedida. Tus ojos húmedos, fijos en los míos, parecían no entender nada...Te amaba, había bajado una estrella en el hueco de mi mano, te la había ofrecido y ahora, ¡qué hacía ahora...El grito se congelaba en la garganta..y tú sin decir nada, te perdías en el mar humano que caminaba de aquí para allá.
Aquel sueño me había dejado abatida, sin fuerzas ya para continuar. Pero, aunque te lo habia rogado, no te fuiste. Es decir, lo hiciste, pero te seguía viendo...ahí.
Y una noche, te encontré. Eras...el que siempre había esperado. Mis ojos y los tuyos eran lo único que existía. Sí , había pintado el amor, efectivamente, porque seguías siendo el mismo. Simple, transparente, tierno, enamorado. No hablabas, La comunicación era ojos-piel-sentidos-corazón.
Años esperando este placer infinito..¿el futuro?, qué importaba si era arena y viento. Solamente me entregabas amor en esa noche de luna. Nada podía interrumpirnos. Ni la violencia ni los misterios de la vida podían alterar este tiempo...¿Dónde estábamos realmente -me pregunté- en un espacio especial, distinto?
Al fin, nada importaba. Lo único..estar juntos. Sentir tu presencia como una segunda piel. El tema de conversación era lo de menos, lo de más era estar uno con el otro nuevamente y sentir que el pasado había vuelto.
Tú, al final, habías hablado...¿deseas escapar otra vez?...De qué -te dije- De tí misma. De tus realidades...Ahora no, aunque tengo un poco de miedo...¿De mí?..No, de mí misma. Y entonces buscaste mi boca, en un beso lento y prolongado. No podía evitarlo. Era algo de lo que no podría prescindir en el futuro. Sin embargo, en ese instante, empezaste a desdibujarte, a diluirte en mis brazos llevándote la felicidad...Estaba nuevamente sola. ¿Dónde o hacia qué lugar escapabas?
Frente a la ventana, trataba de adivinarte a través de la noche. Buscando a tientas el camino que habías seguido. Sólo alcanzaba a sentir tu respiración ¿o mi respiración?
¡Vuelve'...grité con fuerza..Regresa...No puedes dejarme así...
Pero no estabas, no respondías y me quedé muda, seca, sin poder llorar, con la esperanza de que mañana en la noche volvieras, quizás llamando a mi ventana, furtivo, sin que nadie lo supiera, solos nuevamente tú y yo...En tu tiempo o en el mío...

Texto agregado el 09-12-2005, y leído por 306 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
19-01-2006 Es un hermoso poema. Un auto reproche, una nostalgia y una espera. /// Él podría volver, tal vez con otro rostro. Debes estar atenta. Lo importante es que cuando llegue lo sientas en el corazón y él te sienta en el de él /// Joaquín joaqledo
15-12-2005 no soy muy afecto a este tipo de discursos amorosos. Pero me ha gustado la sutileza. Aristidemo
11-12-2005 exelente el mejor me dejo con una sensacion muy extraña ....creo q es facinante y tu lo saves .... pa-tbst
09-12-2005 Me atrapó. Lo leo y releo, acaparando imágenes y sensaciones muy ricas que inundan el alma de magia..."¿Existías?"Si despertaba un hilito de esperanza, existía...Pau . Paugi
09-12-2005 Excelente, como diría Sábato, ¿Has adivinado y pintado este recuerdo mío o has pintado el recuerdo de muchos seres como vos y yo? Me encantó tu relato, felicidades chalito_roli
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