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Parte 1. La última noche

La tarde es caliente y el teclado es raro. La sala es rara y todo es raro. La expresión y las cosas extrañas; el escribir como un mono derritiéndose en el sol. Pensar. Texto de ayer: segunda parte. Es muy parecido todo pero con nuevos rumbos. Esto es lo más cercano que tengo a un diario y pensarlo así es patético. ¿Quien soy yo en todo caso? Leer esto no enriquecerá ni hará más grandes las cosas grandes; ni tampoco me ayudaría en el futuro ni ninguna de esas ideas que causan sueños. Escribir esto es lo mismo que ayer. Simplemente no puedo hacer otra cosa más que describir esta sensación con la esperanza de que mañana lo que estoy diciendo pueda ser comprendido o analizado desde una felicidad empírica, algo así. No sé, escribir esto puede ser el acto necesario para mantener la coherencia conmigo mismo y todos esos valores occidentales que tenemos implantados (originalidad, plasticidad, individualidad). Pero me quiero rebelar. Y no quiero rebelarme desde las cosas insufribles. ¿Qué camino sigo? Entonces todo cambia.
Entonces todo cambia, abuelo. Sí, todo cambia abuelo, porque la vida va cambiando y se zapatea como una cueca. Y de improviso la búsqueda del amor (o felicidad) pierde sentido en un mar de lágrimas; abre los ojos; cierra los ojos. Abre los ojos.
A tres metros de mí una mujer abre un chocolate y sonríe. No me gusta. Al lado suyo una chica con bufanda verde con negro (¡y el calor!) come otro. Me desagradan. La persona. Que está al lado mío, también. ¿Quien no si no? ¿Me gustaría de verdad el buen cine o los buenos libros o los buenos momentos o el viento? Venga, a esto le llaman desierto.
La llama de la existencia, algo bien grande, bonito, algo claro, matemático. Te dan las opciones y ya (y esto se me está llendo de las manos; digo; estoy pensando igual que McAdoo). Y no me queda tanto tiempo. Y lo único que yo deseaba... Y de una mañana a una tarde toda la tierra se invierte. Caminas por la calle y ya no queda brisa; caminas y lo que viene por futuro es tan confuso...
Hola chicos. Hola chicos. El sol me encandila. Entrar o salir; o describir un entorno o negar otro entorno. Siento que me espían, ¿donde estoy en todo caso? Despabílate; descúbrete; conócete a ti mismo (con Mac reímos juntos ante la idea; hombre, no sabía que pensabas tan parecido a mí, pero no te dije porque daba lo mismo que lo supieras o no, eso se lleva en la sangre y no se anda desparramando por ahí). Total, el tiempo no existe.
Corazón, no me hagas esto, corazón. Tengo que conocerte rápido; y luego hacer un habitáculo; y así completar el círculo, ¿te motiva?
¿Por qué nunca quisiste estar conmigo?
Dolor de garganta; la noche está tan bella. Casi como si la relevancia de las experiencias no fuera tal. Como si de verdad te importara que mañana hay prueba y estás jugando en vez de estar estudiando o que no te comiste el postre porque no tenías ganas y guardabas en el esófago una sensación ansiosa de encontrarte un espejo caminando por la calle o subiéndote en la micro.
Si quise pu...
No me había dado cuenta de que el tiempo pasara tan lento. Además, no tiene sentido. Algo que no existe no puede pasar lento; no me cabe en la memoria; no me entra en los poros de los recuerdos; no se me exfolia, cabrón, no se me exfolia. Y soy tan buena persona.
¿Dolor de garganta? No sé en qué estaba pensando. El día está caliente, pero bello. Tiene un no sé qué; pero no es mío. Hoy es un alien andando por ahí o derritiéndose. Aún así, todo es tan fútil que te conviertes en el ser más sociable del planeta. Y quieres. Y vuelves a querer. Deberían encerrarte; a ti no; a mí. A todos. Y vuelves a querer; es tan contradictorio.
Deberías ver cine checo. ¿De allá no es Svankmajer? Un día vi Návrat Idiot, estoy casi seguro que era de Checoslovaquia. Además, estaba basada en El Idiota de Dostoievski. Qué tiempo que no te emocionas como en esa vez; se te creó un nudo en la garganta y todo era tan distante; había mucha nieve y aquí hace tanto calor. Los sueños se hacen tan largos y se desaparecen. Somos sombras.
¿Ya no?
Se fugan las últimas luces del día; ya viene el frío de las noches con el escorpión en el cielo. Pronto es el solsticio. Se comieron el chocolate y me siguen desagradando. Se encendió el primer farol.

Parte 2. El último día

Las cadenas no funcionan. Porque nada funciona. Cuando esperas algo con suma ilusión pasa alguna cosa pequeña que desmorona toda la existencia, abriéndose paso hacia lo desconocido como si se tratase de alguna cosa extraña nacida de los rezos de la inmortalidad. Pero nadie sabe de lo que estoy hablando; me envian cadenas. Sólo cadenas. Un día yo pensé que las personas guardaban algo adentro; algo como cabezas o corazones; algo como esperanzas o putas verdades. Pero no es cierto. Y aunque me vuelva loco; las palabras; y yo en la sombra, mirándola.
Al final no queda nada; o queda lo único posible. O es tan banal que no logras soportar que las personas que te agraden se derritan como plasticina en una marea de cosas insondables.
Y es tan bonito escribir. Quizás es lo único bonito.
Luego de todo; los capicúas; los esdrújulos momentos de la llanura. Yo y la moto recorriendo el universo; el desierto es tan claro.
No esperaba que de todas las palabras que iba escribiendo más de una resultase cierta. La verdad, lo único que esperó en toda su vida fue que por fin el día acabase, o que la soledad fuera tan evidente que no se pudiera negar. Porque nunca llegaste cuando te estuve esperando. Y estuve tanto tiempo que los ojos se me volaron y se me perdió la ilusión del futuro conjunto. Vacuidad.
Reviso mi hotmail. Son cadenas. Hijo mío, son cadenas, amor. Puras cadenas hablando de chistes y otros chistes, o anti chistes, o chistes chistosos que alguna vez alguien escribió desde una banalidad que se hace tan insoportable. Cómo quisiera conocer a Kafka. Cómo quisiera dejar el "esnobismo" de lado para abrirme paso entre las gentes; o reirme con lo que ellos se rien; pero no, firme. ¿Firme o doblado como hoja? El tiempo, nunca pasó.
Es tan antinatura estar escribiendo esto en la biblioteca de la universidad. Los chicos estudian, conversan, rien, se aburren mirando por una ventana. Hay sol; el día acompasa las emociones más sinceras. Y yo estoy aquí, destruido completamente por cosas que no alcanzo a comprender del todo (a lo más que saber que yo tengo la culpa de no huir a tiempo o esconderme en una cueva de los camellos que no descubrieron el terené). Revisar. Revisar. Escribir desde la nada con ninguna posibilidad de chance. ¿Y dónde guardar los espacios...? Hombre sin atributos.
Se desarma
Y se arma.
Como un juguete.
Te doy tiempo. Te doy más tiempo. ¿Quieres más tiempo? Yo he pasado ya por varias eternidades, debiera estar acostumbrado o entregarme a la paciencia. Debiera... qué sé yo, sacarme la cabeza, golpear con fiereza, enfurecerme desde adentro para adentro y voltear todas las cajas que se llenan de polvo cuando se me van de las manos las aguas de los rostros. Y la dificultad, y la esperanza, y la masa, y la masa; inconstante masa. Loca masa. Cosa masa. Guíame lejos de aquí.
Entonces. Entonces. Entonces. Y así. Más bien. Negar. Negar. Y entonces. Y pasar con la frase que es larga y que ¿por qué todavía no llegas? ¿por qué todavía te estoy esperando desde un lugar que me es tan ajeno y la gente... la gente es tan gente y tan ella misma y cerrada y hermética, y sonriente dentro de sus insoportables banalidades a las que no puedo acceder por estar vetado? ¿aislado, aislado? Volvió.
Volvió. Volvió. Volvió. Volvió. En realidad no me da lo mismo. ¿Es que no lo ves? (lleva una manzana que recogió del suelo). A mí nada me da lo mismo. Absolutamente nada. Nada me da lo mismo. Veo a un perro en la calle. Veo los ojos de la mujer. Veo la risa del hombre. Nada me da lo mismo. Se me juntan las cosas como en una sola realidad; no es tan sencillo; no es tan fácil de entender; créeme, no estoy loco y esto no es un juego de palabras; no es un ideal de intentar escribir cosas confusas. ¡Son confusas!

Grítame. No me dejes escaparme. No dejes que pase que me vaya y nunca vuelva y nunca entiendas que lo único que quería era quererte, y darte todo eso de belleza que se esconde adentro de las memorias de los hombres; darte todo eso que es tan bonito, lo vieras, tan bonito que de tenerlo una sola vez no necesitarías más vida que vivir. Al menos; no tan de esa forma... no me hagas rogar (rogar me duele almísticamente; toda la sensación invertida, es). No quiero volver. No quiero irme o avanzar o ser perfecto en el futuro para otra persona con la que las cosas pasen de la forma en que debieran. Yo quiero este caos; pero no tan al límite. No quiero tener la sensación de inseguridad mutante nacida de lo verde que se escapa de las manos sin entender motivos ni razones, por una vieja leyenda de conformismo. No quiero conformismo. No quiero agotar las cosas. No quiero agotar las cosas. No quiero agotar las cosas. No quiero repetir las frases, ni las palabras ni creer que de todo lo que estoy haciendo sólo una mínima parte es la que tú disfrutas con tus ojos brillosos de un espacio al otro.
La gente. Tan gente. Y yo estoy tan solo.

P.S.: Llegaste. Te quiero.

Texto agregado el 01-12-2005, y leído por 421 visitantes. (0 votos)


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