TU COMUNIDAD DE CUENTOS EN INTERNET
Noticias Foro Mesa Azul

Inicio / Cuenteros Locales / gnomito / Decisiones opuestas

[C:161272]

La primera vez que Rodrigo lambisconeó no se dio ni cuenta. A diferencia de su mejor amigo, no había sentido nada feo y, por el contrario, le sacó provecho. Augusto, en cambio, parecía que se moría, que la lengua se le caía y la cara le quedó aturrada por más de medio año. Para ambos amigos, fue el mismo proceso: llegaron frente a su jefe, fueron sermoneados y se les propuso, de manera sutil, la idea de la “lamidita”. “El que lo haga y después sonría, con una sonrisa amplia, va a triunfar en la vida”, prometió el jefe mientras presentaba a los jóvenes aquel par de nalgas desnudas, blancas y bombachas.

A Rodrigo le pareció extravagante el derroche de sinceridad, no por lo “particular” de la propuesta, sino porque lo hubiera hecho sin que se lo pidieran. Augusto, por su parte, no podía creerlo. Cada palabra de su jefe hacía que las órbitas de sus ojos se incrementaran más y más. Pensaba que sus oídos lo engañaban, que aquello no era cierto.

Lo peor fue ver a Rodrigo preparándose para hacerlo. Vio que su amigo se enjugó los labios, que se acercó con lentitud a las nalgas de su jefe… era demasiado, Augusto sintió que se moría de vergüenza ajena. Estuvo a punto de gritar ante tan terrible imagen.

Era obvio que la decisión no fue difícil para Rodrigo, sin pensarlo mucho, echó para atrás su cabeza, entrecerró sus ojos con suavidad y lamió el culo de su jefe. Después, sonrió. Soltó el trasero y, con una mirada casi engreída, echó un vistazo alrededor como esperando aplausos a pesar de que, en la oficina, solo estaba su amigo, el jefe y él.

El jefe dio un par de pasos al costado y le presentó las nalgas a Augusto. Tanto acercó el culo a la cara del muchacho que le provocó un escalofrío. El pobre empleado estaba petrificado. Con los ojos bien abiertos y la boca bien cerrada, ya ni razonaba, solo escuchaba los latidos de su corazón que se aceleraban con cada segundo que pasaba. “Apurate, muchacho, que no tengo todo el día”, exclamó el jefe en un tono impaciente.

Augusto viró la cara y se encontró de frente ante aquel ano liso que parecía estar perfectamente limpio. Apuñó los ojos y soltó dos lágrimas. Respiró hondo y sacó la lengua. La tenía seca por el nerviosismo. No estaba pensando. A menos de un centímetro de fundir su paladar con las nalgas de su superior, pegó un grito y salió corriendo…

Esa fue la última vez que se vieron estos dos amigos. Los años pasaron y Rodrigo se convirftió en el vicepresidente de la empresa, adquirió buenos contactos dentro y fuera de su país. Augusto, en cambio, es un pobre diablo que trabaja de lo que sea.

La repugnancia entre ellos creción con el tiempo, con la lejanía y el recuerdo de este suceso. Las decisiones opuestas los habían alejado. No se entendían y no pretendían hacerlo.

Texto agregado el 28-11-2005, y leído por 157 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
02-12-2005 una escena que se ve toodos los dias bella beti... un abrazo ruben sendero
28-11-2005 Original. Como la vida misma. Un saludo Algor
 
Para escribir comentarios debes ingresar a la Comunidad: Login


[ Privacidad | Términos y Condiciones | Reglamento | Contacto | Equipo | Preguntas Frecuentes | Haz tu aporte! ]