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PIDO UNA DISCULPA. LO IRE HACIENDO AL HILO Y DE ACERDO A MI TIEMPO, POR ESO LO VERAN TRUNCADO... A VECES LA INSPIRACION LLEGA MONTADA EN UN PEGASO Y UNO DEBE RETENERLA A COMO DE LUGAR, PARA CONVERTIRLA EN UNICORNIO.


Era la colcha numero 1214 que sus manos tejían, sus ojos estaban cansados de tanto buscar las puntadas que encajarán de manera perfecta y primorosa dentro de la artesania.

Había sido la nana fiel de 123 hombres y mujeres en el pueblo, que con cariño la nombraban abuela, en un instante de entusiasmo y bondad uno de sus pequeños que llego a presidente municipal, la nombro la Abuelita del Pueblo y le obsequiaron una mecedora antigua y una pequeña cuenta bancaria en el banco de la localidad.

Nina, entrecerraba los ojos, tratando de centrar la vista en las figuras que se formaban poco a poco bajo la destreza de su gancho, sabía 10,000 cuentos diferentes, que poseían la magia de transportar a los niños a mundos de ensueño y tranquilizaban el llanto de muchos.

A veces dejaba de tejer un poco, y parecía que su mirada se perdía en el infinito, los dulces eran su otra especialidad, era la abuela perfecta, sin embargo su vientre jamás pudo dar vida.

De un lado a otro balanceaba su sillón, mientras arrullaba con ternura al niño numero 126, si bien era cierto que ya no poseía la fuerza de antes, su paciencia y su parsimonioso hablar lograban tranquilizar a los infantes.

El hermano del niño, jugaba con su carrito sobre el tapete persa que vestía las baldosas de la habitación principal, la tarde era lluviosa, y Nina recordaba con melancolía su juventud.

- Te amo Luis. - Decía mientras frotaba su cabeza adolescente sobre la solapa del hombre.

El la miraba con devoción, sonreía y apretaba fuerte su mano, eran tan felices, un trueno estrepitoso la saco de su meditación, el pequeño que resguardaba en su regazo temblo ante el ruido, mientras el otro con los ojos cristalizados buscaba la mirada tranquilizadora de la abuela para calmarse.

Con las piernas temblorosas por la edad se acerco a Esteban y acaricio sus rulos:
- Solo fue un trueno y tu debes ser valiente para cuidar a tu hermanito.

El pequeño no entendía aun el significado de la palabra valentía, así que sin ningún pudor se metio en la falda de la única persona en la cual podía confiar y sabia que iba a protegerlo.

- Vamos Esteban, sal de ahí me vas a tirar. - Respiro prfundo y sujeto su bastón con más fuerza temiendo que su pequeño refugiado fuera a derribarla de un momento a otro.

- Te contare un cuento si sales de ahí.

El intruso asomo la cabeza y sonrio satisfecho. Nina entonces puso al bebé en su cuna y se sento dispuesta a esperar que el asustadizo niño su sentara sobre sus piernas.

Empezo a contar el cuento de la princesa que tuvo que nadar por el mar para encontrar a la bruja y luchar contra dragones para salvar a su principe.

- Abue Nina, ¿No se supone que él la debe salvar a ella?

Nina sonrío, con ternura paso los dedos por el ensortijado cabello de Esteban y dijo:
- ¿quién se sabe el cuento tú o yo?

El tono no era duro, pero todos en el pueblo sabían que cuando Nina narraba una historia no debía interrumpirse, uno de sus pequeños niños se convirtio en escritor y ofrecío sus agradecimientos a la nueva Scherazada dijo refiriendose a Nina.

Esteban guardo silencio.

La lluvia caía de manera incesante pero la voz de ella ejercia un eficaz poder soporifero en los niños, menos en Esteban, quien seguía atento a cada palabra de la anciana.

La intrépida princesa surcaba en su barco el mar negro, para alcanzar a la maquiabelica hechicera que había logrado embrujar a su amado príncipe.

Su voz no cambio, sin embargo su mente hizó una regresión vertrtiginosa, Luis hablaba sobre marcharse a una guerra y dejarla en el pueblo esperándolo, ella con los ojos llorosos intentaba disuadirlo de aquella absurda decisión, pero él se tornó inflexible ante sus súplicas.

- Y si te pasa algo, qué será de mi.

Está vez el amante quito con dureza las manos que deseaban encadenarlo, no dijo palabra alguna, solo giro y se fue, ahi quedo sola en medio de un parque, nunca volvió a hablar de Luis y las cartas que alguna vez llegaron a su puerta no se abrieron, quedaron sepultadas en un baúl que nunca quiso abrir.

No volvio a preguntarse que hubiera sido de su vida junto a él, lo trato con la misma rudeza que él lo hizo, al tocar sus envejecidas mejillas pudo sentir nuevamente el calor abrazador de sol de aquella tarde y así como el ardor que provocaban sus lágrimas sobre la piel quemada.

No volvio a mirar a ningun otro hombre, ni pretendiente, y no se lamentaba de aquella decision, lo único que en un momento la entristecia era no haber tenido hijos, sin embargo lo suplio bien y a cada uno de sus niños les regalo un pedazo de corazón.

- Abue Nina y la princesa ¿usaba espada?

Ella sacudió la cabeza como tratando de exhorsisar los demonios del ayer que de pronto se introducían en su presente, sonrio más con melancolía que ternura y respondió:

- Vaya, es usted un jovencito muy curioso...

Suspiro y cerró los ojos haciéndole creer al pequeño oyente que trataba de recordar la historia.

- Hummm, si la princesa llevaba colgada de su cinturon una hermosa espada con piedras preciosas incrustadas en su cacha, sin embargo, el arma preferida de aquella hermosa guerrera era un látigo que le habían absequiado las muejeres de una tribú africana, que tenía en poder de que cuando atrapaba a su presa, mientras más intentara deshacerse el incauto del lazo de cuero aquel, más se aferraba a su piel.

- Wowww, yo quiero ir a conocer a esas mujeres y que me den uno igual...

- Sabes que eso no es posible Esteban, esas mujeres sólo existen en los cuentos...







Texto agregado el 10-11-2005, y leído por 2310 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
10-01-2009 bien...suele ser asi. En_Off
10-11-2005 La sabiduria de los mas viejos. Que seria de nosotros sin ella. Mis felicitaciones, me llego al alma tu relato. *****. kasiquenoquiero
10-11-2005 Remembranzas que ya no volverán. "Tejiendo ilusiones". Un gusto leerte. el_rey
 
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