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A veces da la impresión de que odiar al mundo es permanecer fiel a uno mismo. De que odiarlo es un derecho; el derecho de permanecer o conseguir esa relación para con el mundo. Al decir "Derecho" caigo en el lenguaje de los hombres. No es un derecho, es algo que sencillamente es así, sencillamente está dentro del marco de lo posible y por eso es que lo llamé derecho, pero derecho o no, definitivamente es fidelidad ¿Para con qué? Para con los propios sentimientos... para con el estado en que uno está, que, si se vive intensamente (con todas las contradicciones que acarrea) posiblemente pueda ser superado.

¿Si se odia al mundo se odia a los seres humanos? La respuesta lógica debería ser "Sí". Pero no. No se odia a los seres humanos, lo que se puede sentir es desprecio por su complacencia en el mundo y pensándolo bien no son muchos los complacientes. Entonces ofendo por error al colocarlos a todos en el mismo saco.

Odiar al mundo (si es que algo significa) es entablar una energía para con el mundo. "Lo odio intensamente" - es permanecer fiel. Si uno permanece fiel a sí mismo permanece fiel al mundo, a menos que se esté engañando y su odio no sea tal.

Si uno es fiel y es honesto en cuanto al estado en que está es útil al mundo y actúa por decisión aunque decida no actuar está actuando. Lo importante es la energía que sienta, incorrecto: la energía que logre entablar, lo importante es que sea intensa y, que si se la llama odio o si se la llama amor, sea exactamente la misma cosa


Texto agregado el 06-11-2005, y leído por 116 visitantes. (0 votos)


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