Hace falta un contrato "No mirarás" (porque sé qué es lo que quieres) "No hablarás" (porque sé qué es lo que quieres). Además, no hay nada interesante que ver y todo se basa únicamente en echadera de perros; demasiados machos ansiosos por reafirmar su masculinidad. Cualquier chica no sabe cómo comunicarse sin levantarse la falda o mamarle el guavo a su lápiz labial. "Le toqué el culo a tu novia" - "Está bien" - respondo yo. No me voy a vengar tocándole el culo a la novia del otro y después cayéndome a golpes con un maricón. Dejo de estar aquí "¿Qué te pasa?" No respondo. Una otra chica le mama el guevo a su lápiz labial "¿De qué carajo podríamos hablar?", claro, el chuleo. "Artista o deportista" no hay ninguna otra opción. Como un libro de ciancia ficción de terror en donde los individuos han sido cambiados por prototipos y cada cual debe seguir su guión. Una hora discutiendo con un hijo de puta que sé que es un policía de civil explicándole que no consumo drogas. Lo que quiere es montarme una para meterle mano a Clara en la cárcel. Quiere saber si me la cojo. "Joder Tío, me vuelvo a España" - habría dicho si soy español. Quiere bailar con mi novia y me pide permiso a mí "¿Por qué me lo preguntas a mí?" Entonces va a donde Clara y ella dice que no. Asunto listo. Vaya noche, algo así como lo que se dice "Una Aventura". A la salida del local hay dos jaulas de la policía, supongo que nosotros somos los bichos, nos raquetean, de esta vez sí si cómo le tocan el culo a Clara. En la arrechera uno no sabe si importa o no. No importa. Clara siente mi arrechera y mi impotencia. No nos encuentran nada ni nada nos montan. Clara quiere agarrar un taxi, pero yo le digo "No, vámonos a pie", sé que sólo así puedo quemar la arrechera, regresamos a pie, caminar en Caracas, de noche, puede ser peligroso, pero es liberador.