TU COMUNIDAD DE CUENTOS EN INTERNET
Noticias Foro Mesa Azul

Inicio / Cuenteros Locales / YAMILETHLQ / De abismos, mariposas y Francia

[C:152457]

Me confesaste que veías sólo grietas, abismos, siempre abismos. Y yo no quería que intentaras caminar, porque siempre estabas tropezando, con la silla, con el espejo, con la mesa de tocador, con muros invisibles, con todo eso de lo que yo ya no te podía proteger. Y entonces, me esforzaba por ver las mismas grietas, por hundirme en los mismos abismos, por quitar esos muros invisibles de tu camino. Pero, tú me apartabas suavemente, como protegiéndome del peligro, me apartabas como quien ahuyentaba mariposas: estúpidas y frágiles mariposas. Y yo me sentía revolotear a tu alrededor, intentando siempre posar mis alas sobre tus abismos, tratando de tenderte puentes, llevarte a lo alto. Extraerte de tu noche. Abrirte mundos. Pero tú sólo veías grietas y me lo gritabas con tus silencios. Y luego te sumergías casi en secreto, para que yo claudicara en mis intentos por devolverte la voluntad perdida. Entonces, cerraba la ventana, despacito. Porque entendía que ya no querías –y no podías– ver llegar a Bertí de la misa de las seis. Comprendía también que ya no quisieras sentarte a la mesa para la cena. Y no era porque jamás te gustó el spaghetti, sino sólo porque los abismos le quitan el apetito a cualquiera. Francia, dijiste. Francia. Francia. Y yo nunca te había visto tan afligido, embargado de presente. Transido de precipicios. ¿Me oías? ¿Me veías? ¿Podías al menos estar consciente de que yo estaba ahí? Y Francia era una exhalación, una más de tus grietas. Por un impulso inconsciente te ayudé a hacer las maletas, tenía que entrar todo ahí, pobre de mí si te faltaba algo. Tenías que llevarlo todo, hasta tu desconfianza y tus desconsuelos. Ya luego decidirías si me llevabas a mí también. Bertí había entrado en la casa y ya todos habían terminado de cenar. Luchaste un rato más con los muros invisibles, mientras te peinabas los cabellos con los dedos. Y de nuevo Francia, tan humana, tan necesaria. Francia tan evocada. Y al fin pude escucharte, me hablabas a mí, mirándome sin mirar. Quédate. Quédate. Quédate. Luego te llevaré conmigo. Y yo no te dije como otras veces que era tarde. Sólo quería escucharte. Sabía ya que desde los abismos podías reconocerme. Me contaste que mamá regresaba. ¿De Francia?, te pregunté. Sí, respondiste. Luego reíste, frenética, desconsoladamente. Reíste. Luego dijiste no. Y otra vez no. Y no. Y yo ya no quise abandonarte. Mamá nunca estuvo en Francia. Había sido una aturdidora mentira, para no pensar más en dónde podía estar ella y en cómo hacer para que un día cruzara los muros, escalara los abismos, entrara por la ventana, despacito. Desarmé las maletas sin reclamarte nada. Ya no irías a Francia, por lo menos hasta que cambiara de estación. Me quedé contigo, ese otoño, velando tu plácido sueño, mientras pensaba que sólo podía dormir así alguien que no tenía para qué despertar. Shhhh…

Texto agregado el 29-10-2005, y leído por 268 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
29-10-2005 No es sencillo articular letras tan agónicas y plenas de dinamismo. Me parece un texto sumamente fluido y emotivo, un largo párrafo de pensamiento bien escrito. Felicitaciones. danielnavarro
 
Para escribir comentarios debes ingresar a la Comunidad: Login


[ Privacidad | Términos y Condiciones | Reglamento | Contacto | Equipo | Preguntas Frecuentes | Haz tu aporte! ]