Un hombre, una cítara.
El vuelo encantador que construye el alma.
La ciudad en otras épocas desconocidas que sorprenden.
Está brillando en las altitudes,
y flota en un lecho de comienzos y placeres.
No es necesario que abra los ojos.
Las palabras merecerían castigos
si fueran pronunciadas en el cielo.
Pero uno no puede escribir solamente.
La sonrisa debe ser vivida,
y cuántas razones dejarían de darse.
Sonidos agudos y perpetuos,
que emanan de cuerdas acariciadas,
me envuelven y giran para permanecer.
Hipnosis memorable,
caida de los sentidos que surcan el desvelo.
Formas que no guardan una relación palpable,
sólo una armomía en los deseos.
Creo que me hablan cuando me observan.
La briza celestial se apodera de mi espíritu.
Los suaves colores cambían constantemente.
Secos tambores acompañan la música;
son apenas perceptibles, pero los adivino.
Catarsis de antiguos emblemas.
Envío de los mensajes más sublimes.
He alcanzado una paz.
Perdida de las nociones del sueño y el tiempo.
El aire simula un coro de voces eternas.
Soy parte del universo con solo quererlo.
El vuelo fascinante alrededor de la creación.
Yo, más allá, divino y libre.
Un vuelo, una revolución, una lluvia,
sin temores.