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Sus pies descalzos sotierran a cada paso en la suavidad del arenal. Cae persistente llovizna... transcurre una de esas tardes con sabor a nostalgia, con intenso efluvio a remembranza, sólo que esta vez preludia tempestad. Los últimos hombres que de la mar retornaron apuran el fondeo de sus barcazas, urgidos se ocupan en llevar a resguardo los avíos de pescar; todo dispuesto ha de quedar para enfrentar la borrasca. Por aquí y por allá abruma intensa actividad, pero Marianela mantiene su paso cadencioso; la ventolera propina salobres embates que hieren en el rostro.
Camina, camina Marianela sin conocer a dónde llegará. Muy larga cabellera del color de la noche -noche enemistada con la luna- ondea sin cesar.
--¿A dónde irá la loca? --pregunta un pescador.
--Es una bruja... seguro sus conjuros va a pronunciar --responde el interlocutor.
Camina Marianela, camina siempre erguida, porque nunca la cabeza ante alguien agachó.
Albo huipil de coloridos encajes flamea por el vendaval; el tejido a su cuerpo se aferra, al golpe de viento bellas formas permite apreciar; formas femeninas que muchos anhelaron recorrer, cuando sólo uno las pudo degustar.
--¿A dónde vas Marianela? mejor será a casa regresar --un mancebo le aconseja.
--Olvida a esa bruja, al diablo ha de buscar -- contesta un viejo socarrón.
Muchos ríen ante la ocurrencia sin que Marianela vuelva el rostro atrás. Camina Marianela, camina más allá, el crujir de la arena a cada paso deja escuchar.
La mar está embravecida, grandes olas azotan ya, el cielo plomizo comienza a desbordar; muy pronto en la playa nadie quedará.
La fuerza del viento se deja escuchar; no hay algo que a su paso logre resistir. Las olas revientan con furia descomunal y las mujeres oran e invocan al Creador. Reunidos en el templo aguardan la quietud, pero el viento ruge con más intensidad. --¡­Esto es el fin! --¡­Todo acabará! --hombres y mujeres nerviosos se ven, la techumbre cruje y parece que volará.
--¡­No te salgas Marianela... no te salgas, por piedad!
Marianela no la escucha y sigue su andar; entre lluvia y la borrasca a la playa llegará.
--­¡Está loca!
--­¡Es una bruja!
--¡­Evidente, se matará!
--¡­En busca de su marido seguro acude ya!
--­¡Su marido es finado, la mar se lo mató!
--­¡Eso fue lo que a ella enloqueció!
--­¡Déjense de gritar y por ella vamos ya!
Unos corren tras de ella, otros dudan en salir; "la tormenta no me deja" es la excusa a los demás.
Cuando al muelle ella ingresa todos creen que es el final, Como monstruos se levanta encolerizado mar, y al chocar con sus olas, cortinas de espuma se levantan.
--¡Déjenla... que se mate sola!
--¡­Nooo, sálvenla por piedad!
--­¡Qué se muera... al fin, no hay deudo que le llore!
Con los brazos hacia el cielo, a un paso de la mar, Marianela aparece a punto de saltar.
--¡Dénle alcance, pero ya!
--¡­Ya no hay tiempo... se matará!
Mas de pronto en el cielo comienza la claridad, y las olas se doblegan y el viento no ruge más...
Atónitos, en el pueblo todos miran sin acertar... Marianela, de rodillas mira al cielo, parece que gracias da.
--¡­Es una bruja...!
--­¡Santo Dios nos ampare!
--¡Acabemos con la bruja!
--¡Qué muera la bruja..!
Y todos desde el pueblo hacia el muelle se dirigen, llevan palos, otros puyas, con antorchas marchan ya...
--¡­Nooo... a nadie ha hecho daño!
Sólo un mozo intercede, pero nadie lo ha de escuchar... Todos bajan hacia el muelle, todos marchan hacia allá, y al llegar, con sus armas amenazan, amenazan con matar; Marianela grita y clama: --¡­Tengan piedad!
Pero nadie ha escuchado, nadie quiere escuchar, se le acercan y la orillan a la mar saltar. La mar está agitada, la mar se la tragó... su cuerpo al otro día en la playa recaló.
Nadie en el pueblo le lloró, nadie en el pueblo recordó que un día Marianela a todos salvó, porque Dios en lo alto su plegaria escuchó.




Cancún, México.










Texto agregado el 13-10-2003, y leído por 1288 visitantes. (10 votos)


Lectores Opinan
24-11-2007 su escrito con elementos de la cultura, de la naturaleza humana anclan los sentimientos en este caso de tristeza, sobrecogimiento, dolor por la historia...mis estrellas y como siempre mi admiraciòn Aliacanitidia
29-12-2005 Muy bella y triste tu historia... disfruté mucho el imaginarme el caminar de Marianela... besos azules***** sombra_azul
28-08-2005 la historia es muy bonita pero estoy de acuerdo con Ruth y otros que te mencionan lo sel verbo al final de las frases. pero esta preciso, te felicito lamore
21-07-2005 Muy bueno. ¿Cuántas Marianelas hay a diario, anónimas? Saludos. duckfeet
15-05-2005 Es un texto extraño, entre frases de factura clásica y rimas alternadas. Gracias por compartirlo. merche
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